Cuando se detectó el primer caso de covid-19, enfermedad que genera el virus Sars-CoV-2, sus efectos aún eran en gran parte misteriosos para pacientes, académicos y médicos, lo que generó que se propagaran una serie de planteamientos que ahora con el tiempo nos parecen ilógicos, sorprendentes o irónicos.
En los primeros días de los contagios, uno de los productos que primero desaparecieron de los estantes de los supermercados fue el papel higiénico. Las redes sociales se llenaron de imágenes de clientes llenando compulsivamente los carros de la compra. Nadie entendía ni explicaba el motivo por cuál se realizaba el acopio, pero muchos lo emularon.
Ahora se sabe que muchas personas comenzaron a almacenar productos básicos por temor a sufrir desabasto, lo que generó que las autoridades hicieran un llamado a los ciudadanos para que se abstuvieran de hacer compras 'por pánico'.
Al aumentar los casos de covid-19 llegó el confinamiento y con él, el trabajo en línea, también llamado home office -modalidad laboral en la que un empleado trabaja desde casa y no en la empresa.
El uso de la tecnología nos ayudó a mantener la actividad económica y de paso a estar en contacto virtual con nuestros seres queridos. En este punto surgieron las fiestas virtuales vía zoom, skype o mediante videollamadas de Whatsapp.
Pero también surgieron las clases en línea y mucha gente aprovechó el encierro para tomar cursos online, desde aquellos para hacer el oficio que nunca hicimos antes hasta intentar las más exquisitas recetas culinarias.
La gente en esos días se enfocó especialmente en preparar alimentos, sobre todo aquellos considerados sanos para mejorar nuestra salud.
El uso de las nuevas aplicaciones nos permitió hacer recorridos virtuales por museos o maravillas de la naturaleza, las cuales, no obstante sus buenas intenciones, provocaron más nostalgia que placer.
Otro de los efectos de estar en casa fue el ofrecer serenatas, especialmente en aquellos inmuebles en los que por su diseño se comparte balcones.
También se volvió tendencia el que la gente se disfrazara para salir a tirar la basura o para romper las restricciones de quedarse en casa. Fue tendencia el uso de trajes de dinosaurio e incluso algunos aprovecharon para realizar algunos pasos de baile portando ese atuendo.
El aislamiento nos hizo estar más conectados a través de Internet y esto nos llevó a usar diversas aplicaciones sociales. Tik tok logró un crecimiento exponencial y muchos generaron verdaderas joyas de humor y creatividad.
En el cuidado médico, en un principio se aseguró que la covid-19 afectaba especialmente a los adultos mayores y se planteó que en los jóvenes sus efectos eran menores o nulos, pero con el tiempo se comprobó que el contagio de este virus afectaba por igual a los dos segmentos de la población, especialmente en aquellos en los que presentaban comorbilidades, como diabetes, hipertensión y obesidad.
Por lo que respecta a los adultos mayores la razón del mayor número de decesos es muy simple y no tiene nada que ver con el coronavirus, lo que ocurre es que cuando envejecemos, nuestro sistema inmunológico, responsable de la defensa de nuestro cuerpo, también envejece.
De igual forma, al inicio de la pandemia se propuso el uso médico de la cloroquina, un fármaco tradicionalmente utilizado para combatir la malaria, y su derivado, la hidroxicloroquina.
Ambas fueron vistas como una esperanza en el tratamiento de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus y llegaron a utilizarse, incluso en combinación con otros medicamentos, como antibióticos.
Estudios posteriores demostraron que estos medicamentos ningún beneficio tenían para combatir al covid-19 e incluso su uso causaba efectos nocivos.
AAC