Tamaulipas posee una riqueza natural que lo convierte en el escenario perfecto para que el turismo nacional y extranjero disfrute su afición por la caza. Sin embargo, muchos de los métodos aplicados resultan muy crueles, por lo que se busca regular más estrictamente esta práctica y reducir el sufrimiento de los animales.
La cacería cinegética es una de las actividades más rentables en México y tiene su mayor auge en Tamaulipas, Nuevo León, Sinaloa, Chihuahua y Zacatecas. Es una modalidad de turismo que el diputado Nazario Sánchez considera extremadamente cuestionable y promueve reformas a la Ley General de Vida Silvestre para evitar la violencia contra los animales.
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"Es necesario trabajar en pro de los derechos de los animales, su caza no puede considerarse una práctica deportiva, es nuestro deber como legisladores evitar que esa actividad se siga llevando a cabo. Tenemos que impedir el maltrato, crueldad y sufrimiento que el ser humano pueda llegar a ocasionarles”.
Dicho legislador de Morena pertenece al Congreso de la Ciudad de México pero busca enviar la propuesta a la Cámara de Diputados, señalando que la caza de animales es un acto de crueldad, pues a menudo son tan solo tocados por los disparos, y la búsqueda posterior, si es que tiene lugar, dura horas o días.
“Hasta el disparo mortal los animales se arrastran horas o días enteros con el cuerpo destrozado, las vísceras colgando o los huesos rotos a través del bosque huyendo de los cazadores”.
Se expone que también muchos animales, en especial aves silvestres, son alcanzados por el plomo de los cazadores, pero no mueren al momento, porque no han sido dañados los órganos vitales. Con frecuencia terminan muriendo horas o días más tarde a consecuencia de las heridas.
“Uno de cada cuatro patos vive con heridas de disparos. En las supuestas trampas de atrape sin heridas, los animales capturados entran en pánico en el instante en que se cierra la caja con un fuerte ruido, entonces se mueven violentamente y se hieren a menudo de gravedad a causa de ello”.
Añade que la “pieza” (lenguaje de cazadores), ensangrentada, torturada por terribles dolores, no pocas veces hambrienta o sedienta permanece horas, a menudo días, en una caja estrecha y en espera de una muerte cruel.
“El ser humano no debe llevar a cabo esta actividad como un pasatiempo, ni como un logro, debemos preservar la vida de los animales. Son prácticas en sí mismas violentas, con alto potencial de imitarse, aprenderse y transmitirse socialmente. Por ello, es fundamental que le quitemos el estatus permisivo y legal”.
Las secretarías de Agricultura, Medio Ambiente y Turismo, son las responsables de otorgar los permisos para la expedición de licencias de cacería, cintillos de cobro cinegético, permisos de portación y transportación de armas de fuego de una localidad a otra y pago de los servicios a las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre.
Dentro de las especies demandadas se encuentran el borrego cimarrón, venado bura, venado cola blanca, jabalí de collar, puma, gato montés, guajolote silvestre, palomas, faisán y aves acuáticas, entre otras.
CGCH