Episcopado aconseja que discípulos en formación vivan dentro de los seminarios

Consideraron conveniente que se tenga como criterio que durante el primer semestre.

Es importante que tanto formadores como los discípulos permanezcan en el seminario. (Fotografía: Iván Carmona | Gráfico: Enrique Maya)
Alicia Rivera
Estado de México /

La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) estableció los “Lineamientos para el Regreso a los Seminarios después de la Cuarentena por la Pandemia del Covid-19”, en el cual consideraron conveniente que se tenga como criterio que durante el primer semestre del curso formativo (agosto a diciembre del 2020) se mantenga como norma vivir dentro del seminario, evitando al máximo cualquier salida.

Destacó que retomar la formación inicial al sacerdocio en el contexto de la nueva normalidad es un desafío para todos los seminarios del país, pues “la compleja situación en la que nos encontramos implica un discernimiento especial para reanudar la vida comunitaria en los seminarios, y nos pide una respuesta generosa, motivada por el amor a Jesucristo y a su Iglesia”.

Por ello es importante que tanto formadores como los discípulos permanezcan en el seminario con el objetivo de reducir la movilidad externa, y así favorecer un ambiente de salud física conforme a las fases de retorno a la normalidad.

Bajo el criterio de “mantenernos en casa” sirve como precaución ante un posible rebrote del coronavirus y de los brotes ordinarios de influenza y otros padecimientos estacionales.

“Atendiendo a nuestros documentos formativos, este tiempo de confinamiento comunitario no debe significar un mero temor al contagio, sino un reforzamiento de los itinerarios formativos de las dimensiones humana y espiritual que se vieron afectados en el período de pandemia por la dispersión de los seminaristas en sus hogares”.

El Episcopado señaló que el este regreso al seminario será vital recuperar el pulso de la vida personal y comunitaria en estas dimensiones, remediar la ausencia física en la comunidad formativa, y hacer un balance vocacional de la situación anímica y psicoafectiva de los candidatos. “Debemos tomar en cuenta que estas circunstancias de confinamiento pudieron desarrollar en los candidatos situaciones de ansiedad, soledad y conflictos afectivos con la familia”.

No se puede negar que en estas circunstancias hay una especial necesidad de mantener un proyecto de vida estable y definitivo concorde a la vocación sacerdotal, de ofrecer un adecuado acompañamiento personal y comunitario para desarrollar la madurez afectiva, y de acompañar a los candidatos para comprender y acoger con libertad y generosidad el valor evangélico del celibato.

KVS

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