El estado de Puebla está sufriendo un proceso de cambio desde los años setenta del siglo pasado hasta la actualidad y cada vez se limita el acceso al agua potable. Desde hace unos cincos años, el sistema operador consideraba una dotación cercana a los 200 litros por habitante por día de agua potable; sin embargo, el reto es reducirla a 100 litros.
De acuerdo con el análisis “En Puebla, la mayoría del agua potable es dura por las sales que contiene y con gran cantidad de sulfatos”, realizado por Raciel Flores Quijano, director del Área de Química de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep), uno de los retos del agua de la zona metropolitana es su calidad.
“En algunas zonas de la ciudad, no se llega a los 200 litros por consumo y en otros puntos de la ciudad, se ha dado la situación del tandeo, en donde se dosifica el agua para ciertas colonias en ciertos horarios”, explicó.
La calidad del agua se limita a la cloración y, en el caso de la capital, se presenta una “dureza” por las sales minerales que arrastra y porque llega cargada en algunas zonas con sulfuros, lo que la hace ser rechazada desde el punto de vista de la percepción que tiene la gente con el aroma del líquido.
“Conforme va creciendo la población, hablar de 200 litros por habitante por día, es una alta cantidad si se piensa en tener una mayor equidad entre la población. Ante el panorama, la aspiración que se tiene para hacer un mejor uso del agua es que se logre la meta de sean 100 litros por habitante por día para cubrir todas esas necesidades, desde las más básicas, hasta las que uno se pueda imaginar”, explicó el investigador.
En materia de dotación de agua, en la actualidad, tiene prioridad el sector agrícola para los procesos productivos, luego se atiende a la población; y, en tercer lugar, entra el área de servicios y las industrias, a quienes les cuesta el valor real del agua para obtenerla y distribuirla.
Un factor que influye en la escasez de agua dulce se relaciona con el crecimiento de la población y, en el caso del estado de Puebla, ya se superaron los cinco millones de habitantes, ante lo cual, se requieren planes para garantizar el abasto del vital líquido a la población.
“¿Qué va a pasar en un futuro cercano, no mayor a cinco años, se debe considerar qué se va a hacer al respecto?”, cuestionó el especialista de la institución de educación superior de carácter privado.
Tanto los ciudadanos como las entidades públicas, privadas y universidades, tienen que comenzar a valorar para tomar acciones directamente para aprovechar de manera responsable este líquido que es vital para las actividades de las personas en el corto plazo, añadió.
“Si se habla de agua potable o de aguas residuales y el uso que se les da, aspectos totalmente diferentes, en donde es importante señalar el papel que juegan los organismos que se encargan de administrar el manejo de este líquido y la manera en que se le da tratamiento a las aguas residuales que ha utilizado la población”, explicó el investigador.
AAC