El 21 de noviembre de 1877, el inventor estadounidense Thomas Alba Edison creó el fonógrafo. Se trató de la primera máquina capaz de grabar y reproducir sonido y 46 años después, el municipio de Tehuacán, Puebla, aportaría para el desarrollo y difusión de este sistema de grabación analógica: exportaría espinas de biznaga para ser empleadas como agujas de este artefacto.
Cabe señalar que en el fonógrafo las ondas sonoras se transforman en vibraciones mecánicas que a su vez mueven una aguja que dibuja un surco sobre un cilindro de fonógrafo. Y para reproducir el sonido se invierte el proceso.
Juan Manuel Gámez Andrade, Cronista Oficial de Tehuacán, en sus redes sociales difundió “Cuando las espinas de biznaga se usaban como agujas para fonógrafo”.
En su historia narra: “Corría el año de 1923 cuando las autoridades de Tehuacán recibieron la indicación del gobierno del Estado de supervisar que se concretara de manera satisfactoria una importante remesa de espinas de biznaga que se enviaría a los Estados Unidos de Norteamérica, ya que en ese país se había descubierto que éstas constituían las mejores y más baratas agujas para fonógrafo, ‘ya que las espinas le imprimían a los sonidos una suavidad semejante a la del chelo’”.
Precisa que “en aquel tiempo las biznagas abundaban en esta región, por lo que no hubo problema para su comercialización y así darles a las espinas este singular uso”.
También resalta que “desde tiempos remotos los cactus se han aprovechado como medicina, ornato, alimento, y hasta para fabricar muebles, pero ahora sabemos que también sus espinas sirvieron como agujas para fonógrafo”.
Recordar que durante las primeras décadas del siglo XX, los principales fabricantes de fonógrafos eran las compañías estadounidenses como Victor, Columbia y Edison, quienes además contaban con un amplio catálogo de grabaciones realizadas en México, las cuales abarcaron los más diversos géneros musicales.
La biznaga es el nombre popular que se aplica a los cactus del género Ferocactus y algunos Echinocactus, que tuvieron gran importancia para el antiguo pueblo mexica, ya que era aprovechada con fines medicinales, religiosos, de comercio y alimenticios.
Esta planta se localiza en la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, aunque por su sobreexplotación y comercio ilegal ha disminuido su población.
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