Al ver el Complejo Deportivo Revolución Mexicana, ubicado en la ciudad de Pachuca, es difícil imaginar que los Tuzos de Pachuca la consideraron su casa por más de tres décadas, pero existen quienes aún pueden ver los fantasmas del recuerdo en el césped cada que pasan por este inmueble, las glorias, los fracasos, las alegrías y las tristezas; mismas que hoy se viven en pequeña escala, pues sigue operando y ahora alberga a miles de atletas de Hidalgo que buscan seguir una formación en sus diversas disciplinas.
Bautizado originalmente como Estadio Revolución Mexicana por el entonces gobernador de la entidad, Alfonso Corona del Rosal, el 14 de diciembre de 1958, tuvo como principal tarea albergar al Club de Fútbol Pachuca. Con una capacidad reducida en sus gradas, así como su baja altura, permitió por décadas que los espectadores y fanáticos de la escuadra de la Bella Airosa usarán diversas técnicas para presenciar los encuentros que sostenían en sus canchas.
“Cabían muy pocos, y quienes no lográbamos entrar buscábamos formas de ver el partido. A veces había gente que no bajaba del cerro de Cubitos, de allá se veía todo mejor que alrededor del estadio. Otros estacionaban autobuses o sus carros cerca del estadio y se subían a sus toldos para ver los juegos, pues antes no estaba así el Río de las Avenidas, era muy diferente”, relató Edgar, fanático de los Tuzos, que aún los vio jugar en su antigua casa.
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La historia del Estadio Revolución no se limita al Club de Futbol Pachuca, pero sí lo acompañó en momentos de gloria y tragedia más grandes: el 5 de marzo de 1967, cuando logró su primer ascenso a la Primera División mexicana, tras imponerse en un partido disputado contra Ciudad Victoria; el 23 de junio de 1973, al descender a Segunda División nuevamente; así también el 14 de junio de 1992, al obtener su segundo ascenso a la Primera División en un partido disputado contra el Club Atlético Zacatepec; finalmente el 14 de febrero de 1993, se inauguró el Estadio Hidalgo (El Huracán), el cual pasó a ser la casa permanente de los Tuzos.
Después de ser abandonado por la escuadra de balompié, el Estadio Revolución se mantuvo como la sede del futbol de la capital de Hidalgo, pues en sus instalaciones desarrollaron sus entrenamientos y disputaron sus enfrentamientos de equipos de segunda y tercera división, además de fungir como campo de entrenamiento para los equipos inferiores del Pachuca. Algunos de los equipos que pisaron este césped de leyenda para los fanáticos y que presenció dos ascensos fueron: Pachuca Juniors, de segunda división; Garzas de la Universidad Autónoma del Estado Hidalgo (UAEH), igual de la segunda división; y el Atlético Hidalgo, de la tercera división.
Ya en el 2008 el inmueble cerró sus puertas debido a que sufrió una remodelación, dividida en tres etapas: la primera consistió en la construcción de una pista de atletismo de cuatro carriles, de material sintético; la segunda con la demolición parcial del muro de mampostería, construcción de reja perimetral, mamparas alusivas a la historia del estadio, pórtico de acceso, módulo de administración y sanitarios; finalmente trabajos de cubierta de gradas, módulo de ejercicio para diversas actividades.
El 27 marzo de 2011 finalizó la remodelación y fue reinaugurado por el entonces gobernador de Hidalgo, Miguel Ángel Osorio Chong; con el nombre de Complejo Deportivo Revolución Mexicana. Con una inversión estimada de 30 millones de pesos; en 2014 se colocó pasto sintético en la cancha de fútbol del complejo, cuyo costo ascendió a cinco millones de pesos. El estadio sirvió como sede del Club Universidad Autónoma de Hidalgo hasta la desaparición del equipo en 2017, caso que replicó con el Atlético Hidalgo.
Ahora el inmueble cuenta con área de máquinas, gimnasio, gimnasio al aire libre con aparatos pro articulados, pista de tartán, cancha de fútbol soccer de pasto sintético, préstamo de bicicletas y asesoría nutricional, además de que se ofrecen clases grupales de zumba, spinning, pilates, yoga y fitness.
La anécdota
De acuerdo con algunas versiones e información de internet el músico americano, Johnny Winter tendría una presentación en el Estadio Revolución, el 13 de diciembre 1980, cuando realizó una gira por México, durante su actuación alguien del público le lanzó un objeto, generándole un disgusto que ocasionó que suspendiera su presentación. Pues el público ya no toleró esperar más tiempo la actuación de Johnny
Winter, retrasada casi una hora. Se suelta un rumor: Johnny Winter no ha llegado, entonces el sonido local anuncia la aparición de los dos grupos teloneros; el primero, Daisy, un quinteto encabezado por la cantante Norma Valdés; minutos más tarde arribaron al escenario Armando Nava y sus Dug Dug ’s. El albino por fin llegó al estadio, pero pospuso demasiado tiempo su actuación. Cuarenta minutos más tarde apareció, ataviado en tonos oscuros, saco de piel y la infaltable gorrita que contrasta con la blanca cabellera, flanqueado por Jon Paris,en el bajo y armónica, y Robert P. Torello, batería.