Minimáquinas: familia Rumbo Solís crea variedad de autobuses a escala

Orlando, Claudia y Sandra se encargan de darle el mayor realismo posible; cuentan con ruedas, motores, tableros e incluso tienen suspensión hidráulica.

En cada uno investigan a fondo las características. (Mario C. Rodríguez)
Mario C. Rodríguez
Metepec /

Con precisión milimétrica, la familia Rumbo Solís, de Metepec, Estado de México, se dedica a fabricar autobuses a escala. Papá, mamá e hija crean estas piezas que buscan ser lo más realistas posibles.

Cada pieza se fabrica en escala 1:25, lo que permite que se aprecien los detalles de ruedas, portaequipajes, motores e incluso los tableros. Orlando Rumbo Solís, ingeniero mecánico de profesión, fue el que comenzó con este gusto debido a que viajó constantemente en este tipo de unidades durante su infancia.

Con sus estudios y curiosidad se permitió fabricar modelos como Masa Somex, Dina Avante, Dina Olímpico y Dina Dorado, todos ellos conocidos por la industria del transporte. El plus es el realismo, ya que a pesar de que se trata de modelos estáticos, tienen ruedas que funcionan e incluso suspensión hidráulica, lo que llama la atención de los compradores.


“La característica es el material porque le estamos incorporando unos de nuestros productos, para ser más precisos, más parecidos a un autobús real, también estamos preparando otros en cuanto a los cromáticas”.

A pesar de ser un trabajo artesanal hay toda una preparación detrás, ya que investigan las fichas técnicas de los camiones, la distancia entre ejes y emplean software para modelar e imprimir en 3D.

En el proceso también participa Sandra Daniela, quien combina sus estudios de preparatoria con la fabricación de los camiones. Ella se encarga de detalles y las piezas más pequeñas, pero que son fundamentales como asientos, tableros y focos.


“Mi participación más que nada es en el vaciado de resina en cuanto a las piezas que son muy chiquitas, por ejemplo, los focos que utilizamos, los motores y los asientos que son de hasta enfrente; también a veces pintar”.

Ella recibió el apoyo de su papá para que le explicara el proceso y lo perfeccionara poco a poco. Con el tiempo le tomó el gusto e incluso su trabajo es admirado por algunos de sus amigos.

“Cuando vienen a mi casa les llama mucho la atención, y les gusta ver los camiones y de hecho sí han habido interesados en comprar”.


El trabajo de diseño no solo contempla la estética de las cromáticas, sino que involucra una labor de investigación para llegar al mayor realismo posible. Algunos de los clientes han pedido algunas piezas antiguas y como referencia envían algunas fotografías.

Con este material visual, Claudia García, madre y diseñadora gráfica, inspecciona y extrae los detalles para plasmarlos y llevarlos a la computadora.

El proceso contempla el diseño de cabinas con controles y tableros; la cromática exterior e interior y verificar la colorimetría para diseñarla lo más cercano a la realidad y al gusto de los clientes.

“Se hace el layout –diseño previo- en la computadora, se les manda antes de que se pinte para que no haya ningún error, después los personalizamos y le pintamos el número de la unidad que el cliente quiera y ya con eso lo enviamos”.

Algunos, dijo, incluso piden diseños con temáticas distintas, como de sus bandas favoritas.

Hobby y ayuda financiera

Esto comenzó como un pasatiempo; sin embargo, lo tomaron como una opción seria por un problema económico relacionado con la salud, por lo que venderlos se convirtió en una alternativa.

“Estábamos en una situación apremiante y nos ayudó mucho vender los autobuses… creo que esto es un hobby, porque a mí me gusta mucho y disfruto mucho hacerlos; pero también es un sustento, porque nos ayuda económicamente. No está demás y sí es un proyecto a futuro, porque el objetivo es que la gente los conozca como marca”.


El costo va de 3 mil 500 hasta 9 mil 500 pesos, de acuerdo con el nivel de detalle. El público usualmente está integrado por adultos interesados en el mundo del transporte y sus modelos han llegado a diversas partes del país, pero también han traspasado fronteras.

“En México tenemos clientes recurrentes en la ciudad de León, Aguascalientes y Monterrey; en Estados Unidos tenemos varios y tenemos un pedido de autobuses que se van a Argentina”, cuenta la creativa familia.

MMCF

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