Familiares de pacientes de hospital Gea González cumplen 'pase de 24 horas' en la calle para evitar contagios

Los familiares fueron desalojados del hospital, pese al frío, debido al repunte de enfermedades respiratorias como covid-19 e influenza.

Hospital Gea González reporta repunte de enfermedades respiratorias.
Blanca Valadez
Ciudad de México /

El incremento acelerado de casos de contagios de enfermedades respiratorias, causadas por influenza, covid-19, Virus Sincicial y diversos patógenos, propició que el Hospital General Doctor Manuel Gea González desalojara las áreas de espera en su interior e impusiera a los familiares la obligación de cumplir con el Pase de 24 horas desde la calle.

En la actualidad, el Hospital General Doctor Manuel Gea González otorga diversos servicios, que van desde gineco-obstetricia hasta el control de pacientes crónicos que ya cursan con neumonías por contagios adquiridos dentro y fuera de la unidad de atención.

En un recorrido por la zona, MILENIO constató que los familiares de los pacientes internados crearon todo un pasillo de alojamiento comunitario, justo a las afueras del hospital, desde donde escuchan una bocina con el nombre de su paciente y sólo bajo esa condición pueden acercarse a recibir los reportes médicos.

Sobre cartón apilados, en bancas de jardín o en pequeñas tiendas de campaña cubiertas de plásticos, los familiares improvisaron camas de descanso en plena temporada invernal y de intensificación de las heladas por la entrada de los frentes fríos.

Pese al frío familiares esperan en la calle 

“A las 12 de la noche, me habló una trabajadora social muy grosera; me dijo que me iba a demandar por abandono de paciente, que nosotros teníamos que estar las 24 horas disponibles. Yo soy de la tercera edad y le comenté que humanamente no me puedo quedar 24 horas. No me escuchó y metió el reporte”, explicó Lila Lara, familiar de un paciente en estado grave.
“¿Cómo es posible que vean a la gente tirada en el piso? Así nos la pasamos’”, añadió Lara tras recordar que para que admitieran a su hermano debieron verlo tirado en el piso.
“Fue horrible. No me lo querían aceptar. Mi hermano estaba tirado en el piso, mi otro hermano apenas si lo pudo cargar, gente buena nos ayudaron a pasarlo. Y si lo revisaron, pero que debíamos esperar de cinco a seis horas para ver si lo recibían. Todo indica que comprobaron que está mal y que si no nos vamos a otro hospital es porque no tenemos dinero”, comentó.

Hay familiares que soportan las heladas, incluso, se han prácticamente mudados con sus hijos menores con tal de cumplir con el reglamento, estar al pendiente del llamado de la bocina y a todos los requerimientos médicos.

“Mi esposa ingresó el 21 de noviembre a urgencias. Nos dieron el pase de 24 horas para estar al pendiente y como ya no nos dejan estar adentro, pues aquí, en la calle nos acomodamos como podemos. Yo tengo una tienda de campaña, pero la levantamos en la mañana para que los de limpieza hagan su trabajo”, comentó Margarito Cruz.
“Ella tenía una gastritis severa, al parecer, ya está controlada, pero ahora me la reportan grave pero estable porque tiene neumonía, al parecer se le pegó una bacteria en los pulmones llamada serratia (altamente peligrosa, forma parte de las infecciones nosocomiales). Está intubada y ahora le van a realizar una traqueostomía, un orificio porque ya empieza a tener afectación en las membranas”, comentó Cruz.

Si bien los familiares reconocen la adecuada atención otorgada por el personal de salud, algunos están preocupados de haber arrastrados a todos sus hijos menores porque viven lejos, carecen de una red de apoyo y de recursos.

Familias que no saben leer ni escribir 

“Yo vivo hasta Ecatepec, pero por la salida de Querétaro. Y no me voy por el motivo de que yo no sé leer ni sé escribir. Yo no sé agarrar un camión ni tampoco moverme por esta zona de hospitales”, explicó Ignacia Teresa, que tiene internado a su esposo.
“La primera vez me quedé aquí, afuera, dos meses y medio, pero como no quedó de una operación en el estómago, regresamos hace más de 15 días. No sé qué tiene, tiene en el estómago como un canal. Es como si hubieran destapado una coladera, así huele, muy asqueroso, pero ¿qué le hago? Es mi esposo. Yo la he pasado muy duro. Hace, pues mucho frío, pero qué le hacemos”, detalló la señora Ignacia.

Hay pacientes que ya se han vuelto casi indigentes en la espera de su cirugía. Así sucede con el señor David, quien dice ser paciente del Gea González y estar ahí porque no tiene forma de moverse.

“Llevo aquí ochos meses. Hay días bien, días mal; me van a operar del manguito rotador. No soy de por acá. No tengo familia. Solo me queda esperar”, dijo mientras se acomodaba en el pavimento para dormirse.

RM

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