Para Gilda Guadalupe Olmos Cervantes, paramédico del Grupo de Rescate Urbano y Socorrista de la Cruz Roja delegación de Puebla, ser mamá no es un obstáculo para desempeñar su trabajo, pues para ella es una pasión que heredó a sus hijos y a sus dos nietas.
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En entrevista con Multimedios Puebla comentó que enviudó cuando era joven y tuvo que ser jefa de familia; sin embargo, a pesar de que sus hijos eran pequeños, se dio tiempo para estudiar y especializarse en el área de técnico de extracción vehicular para después ser parte del equipo de socorristas.
Gilda Guadalupe desde hace cuatro años y medio es parte del área de rescate urbano y contó que lo más complicado que ha vivido durante este tiempo es atender a niños, pues al ser madre de familia sabe del dolor que sufren los padres cuando un hijo está en peligro.
“Me ha tocado cuando atendemos a un niño, ver el dolor de una madre, y cuando hago ese tipo de servicios me reflejan a mis hijos, me imagino que atiendo a uno de mis hijos, por eso trato de estar lo más calmada para darles la mejor atención”, expresó.
La socorrista aseguró que las experiencias más bonitas que ha vivido durante las tareas de rescate, es ver los rostros de los padres e hijos cuando se rescatan con éxito de algún peligro, porque el mejor pago es la sonrisa de la gente.
Olmos Cervantes aseguró que no es complicada su labor y para aquellas mujeres que son madres de familia no es una limitante porque pueden combinar las labores de casa y ser voluntarias.
Asimismo, precisó que también tiene 10 años en el área de rescate de montaña y ríos, y su servicio lo realiza los viernes en la guardia nocturna.
Salvando vidas
“Como mamá me siento muy orgullosa por haberles transmitido a mis hijos la pasión por servir; ellos también son rescatistas y compartimos muchas experiencias. A ellos les gusta todo lo que les platico y al estar en la montaña y vivir esa experiencia decidieron dedicarse a lo mismo que yo”, expresó. La socorrista compartió que desde que sus hijos eran pequeños les inculcó la pasión por la montaña y trabajar para ayudar a los demás; por ello, su hijo desde los 17 años se dedicó a esta labor, y su hija a partir de los 23 años de edad.
La entrevistada externó que cuando sus hijos decidieron seguir su camino se sintió muy orgullosa, toda vez que este tipo de trabajo los une más como familia y han podido brindar atención de manera conjunta.
Agregó que su inspiración para ser socorrista fue su papá, quien trabajó muchos años como operador de ambulancias y al observar las experiencias que él vivió, nació su pasión por ser rescatista.
De igual forma, resaltó que tiene dos nietas a quienes también lleva a la montaña y les enseña el respeto y el amor por servir a los demás.
Familia con vocación de servicio
Por su parte, Janeth Rodríguez y Fernando Palacios, hijos de la rescatista, expresaron que es la mejor madre, pues es un orgullo que se dedique a esta noble labor.
“Cuando nos dijo que quería entrar a rescate, pues obviamente tuvo todo nuestro apoyo porque ya estábamos grandes. Ella cuenta con todo nuestro apoyo, pues dejó sus sueños por darnos lo mejor cuando éramos niños, pero ahora que somos grandes nos toca apoyarla”, dijeron.
Fernando contó que admira mucho a su mamá, pues siempre fue una mujer fuerte y ahora se dedica a una acción desinteresada.
De igual forma, Janeth, quien es madre de dos hijas, refirió que siente bonito que ellas puedan dedicarse a la labor de rescate como su abuelita, porque les gusta mucho la naturaleza y se preocupan por la vida de los animales.
Es por ello, que Gilda Guadalupe camina de la mano con sus dos hijos, en esta labor voluntaria y formó una familia de rescatistas con vocación de servir a los demás.
CHM