Un nuevo anteproyecto de decreto presidencial sobre el maíz transgénico y la eliminación gradual del herbicida glifosato aumentó la confrontación entre la agroindustria y grupos ambientalistas.
Los activistas acusaron que el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos y el consejero Jurídico de la presidencia, Julio Scherer, presentaron un proyecto ante la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer) que contradice la promesa de campaña del presidente Andrés Manuel López Obrador para eliminar el químico.
En contraste, la industria de protección de cultivos sostiene que los grupos ambientalistas pretenden cancelar de facto el diálogo, para que autoridades, legisladores, académicos, investigadores, la industria y principalmente los agricultores, determinen con base en la ciencia, el uso del glifosato en el campo, para proteger los cultivos de las malezas.
En una carta abierta al presidente López Obrador, 231 organizaciones y personas firmantes, incluidos la Campaña Nacional Sin Maíz no hay País, Alianza por la Salud Alimentaria, Greenpeace México, Movimiento Social por la Tierra, Semillas de Vida, exhortaron al mandatario a retirar de manera urgente el “decreto Scherer-Villalobos”. Asimismo, pidieron reelaborar la propuesta acorde con sus promesas de campaña y los acuerdos políticos.
“Le hacemos un llamado urgente para que le pida explicaciones a su secretario de Agricultura y al Consejero Jurídico de la Presidencia, que buscan sorprender y traicionar su confianza impidiendo que cumpla su palabra, en el sentido de que en su gobierno no habrá maíz transgénico y que, de manera progresiva, se prohibirá el uso de glifosato hasta su eliminación total en 2024”, destacaron las organizaciones firmantes.
En la carta, subrayan que el anteproyecto actual transgrede los objetivos de alcanzar la autosuficiencia y soberanía alimentaria de nuestro país, de cuidar la salud de las y los mexicanos y anteponer los intereses nacionales por encima de los intereses privados.
Por ello, consideraron que México está ante una oportunidad histórica de iniciar un proceso de transformación en el campo y el país, a través de un nuevo modelo agroalimentario y nutricional. Además, solicitaron al Presidente ser consecuente con los convenios y acuerdos internacionales a través de proyectos agroecológicos, tal y como se comprometió México en el acuerdo de París, la COP 21 y en el Segundo Simposio de Agroecología.
“Reiteramos que nuestro único interés es y ha sido la revalorización de la agricultura campesina, la defensa del campo, la milpa, el maíz nativo, la protección de la biodiversidad como base de una alimentación sana y diversa para todas las personas, tan necesaria en estos tiempos de pandemia, y alcanzar y lograr la autosuficiencia y soberanía alimentaria de México”, mencionan en el escrito.
Por su parte, la Unión Mexicana de Fabricantes y Formuladores de Agroquímicos A.C. (Umffaac) y Protección de cultivos, ciencias y tecnología (Proccyt) rechazó la actuación de algunos actores que han sembrado dudas y temores entre la población mexicana, afirmando que el glifosato causa daños a la salud y el ambiente.
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Aseguran que existen más de mil estudios de instituciones públicas y privadas alrededor del mundo que avalan la seguridad del producto, “las autoridades regulatorias de más de 120 países, entre ellos México, avalan su uso. Los alimentos que se producen en el campo mexicano son seguros”, esto a pesar de que ya hay prohibición o restricciones en casi 40 países.
“Si los grupos y personajes que afirman lo contrario tienen prueba de sus dichos, los convocamos a aceptar sin cortapisas el diálogo acordado el pasado 12 de junio (...) para intercambiar información sobre investigaciones, usos, impactos, experiencias, gestiones y demás aspectos del glifosato, para contar con más conocimiento en torno al herbicida y llegar a acuerdos”, respondieron.
La industria sostuvo que en tal diálogo se tendrá oportunidad de presentar las pruebas, “porque en la Industria tenemos claro que lo que está en juego en la actual discusión es el futuro del campo, de los agricultores, la producción de alimentos, y por lo tanto, la alimentación de más de 126 millones de mexicanos”.
Glifosato
El glifosato es un herbicida de amplio espectro, es decir, mata todo tipo de plantas: hierbas de hoja ancha y angosta e incluso arbustos y árboles; lo hace mediante el bloqueo de la producción de los aminoácidos esenciales en las plantas, necesarios para la producción de proteínas estructurales y funcionales, entre otros mecanismos.
De acuerdo con la Semarnat, desde que se introdujeron en 1996, el uso de herbicidas en cultivos genéticamente modificados para tolerar dichas sustancias ha incrementado quince veces en todo el mundo. Tal es el caso de cultivos como el maíz, la soya o el algodón, los cuales han sido intervenidos para soportar sus efectos. De esta manera, al asperjarlo, la planta objetivo no muere, sino que crecen a su alrededor.
El glifosato ha causado graves daños directos e indirectos a la biodiversidad. Por un lado, las funciones de los insectos en los ecosistemas, en el control de plagas y en la polinización se ven afectadas directamente al eliminar plantas esenciales para la mayoría de dichas especies. Por otro, la demostrada presencia de glifosato en cuerpos de agua superficiales, en aguas subterráneas y en el ambiente marino altera las comunidades acuáticas naturales, y se ha convertido en un factor de desequilibrio en los ecosistemas.
De acuerdo con la Unión Mexicana de Fabricantes y Formuladores de Agroquímicos, el glifosato se usa en el país principalmente en los cultivos de maíz (casi un 60 por ciento) y sólo diez estados concentran el 80 por ciento de la producción, entre ellos, Chiapas, Guerrero, Veracruz y Michoacán, entidades que tienen alto porcentaje de pobreza, producen mayormente para el autoconsumo, tienen agricultura de temporal y un menor rendimiento por hectárea.
lp