Como parte de la misión de investigación del barco Arctic Sunrise de la organización internacional Greenpeace en el Golfo de México, científicos de la Universidad Veracruzana realizaron por primera vez una inmersión a 50 metros de profundidad, a bordo del sumergible NEMO, que permitió explorar los restos de un barco hundido conocido como "Las Carcachas", que –se presume– se hundió alrededor de 1920 con algunas piezas automotrices de la época, y cuyos restos se han convertido en un arrecife artificial que provee de refugio a diversas especies.
“Encontramos el barco, pasamos cerca de él dos veces, no dábamos porque la visibilidad era muy mala, y de repente se clarificó y llegamos”, dijo Javier Bello, investigador de la Universidad Veracruzana, colaborador del proyecto científico de la campaña “Mar adentro, mar afuera” de Greenpeace, quién fue el primer explorador en descender dentro del sumergible.
“Está en pedazos, pero conserva algunas características, se ven algunos carros viejos, ya no se pueden identificar los modelos, pero se pueden identificar las llantas, parte de la carrocería, y las ruedas. Fue increíble, está muy bonito, lleno de peces, meros, pargos, de todo tipo, jureles; lo único malo es que encontramos pez león”, añadió.
El sumergible U-Boat Worx NEMO es el submarino más ligero construido hasta la fecha, y cuenta con la tecnología más sofisticada disponoble; tiene una longitud de 2.80 metros, ancho de 2.31, altura de 1.55 y peso de 2.5 toneladas; puede alcanzar los 100 metros de profundidad, y hasta tres nudos bajo el agua, con una autonomía operativa de hasta ocho horas. El submarino es ocupado por dos personas: un piloto experimentado y un pasajero.
Así que la segunda persona en realizar la inmersión, fue el fotógrafo de la organización, Iván Castaneira, quién con tres cámaras de video GoPro, una cámara 360 y equipo fotográfico profesional, documentó los hallazgos.
"Creo que es una experiencia muy increíble estar a 50 metros bajo el mar, y fotográficamente fue un reto, desde pensar en la distorsión del agua, en la distribución de los lentes y posteriormente, en cómo hacer la postproducción de esas imágenes; entonces es algo nuevo, un reto al que también me enfrentó como fotógrafo, pero me gustaría seguir haciendo; espero que esto apoye también a la investigación que está haciendo la organización junto con los científicos”.
MILENIO, que también forma parte de la tripulación del Arctic Sunrise durante esta semana, logró realizar el tercer descenso, dentro del primer día de inmersión.
La misión para realizar sumergir al Nemo comenzó desde la madrugada del miércoles, a las 04:30 horas, cuando el equipo de ingenieros y científicos lanzaron un sonar que permitió realizar el barrido de 50 metros a la redonda, para identificar la zona dónde el sumergible debía dirigirse.
Posteriormente, miembros de la tripulación bajaron por medio de una grúa, los botes zodiacs, desde dónde otro equipo activó un pequeño robot submarino que obtener imágenes y video del fondo marino, con la finalidad de encontrar el barco; debido a las condiciones del clima, no fue posible completar esa labor; así que cerca del mediodía, los pilotos del pequeño submarino NEMO decidieron realizar la inmersión y apoyarse del sonar con que está equipado.
Tras dos horas sumergido, el equipo notificó a la tripulación: “han encontrado el barco desde hace rato, dicen que ellos nunca habían visto tantos peces en su vida” El doctor bello emergió emocionado, y siguió el turno de dos exploradores más, durante esta primera jornada.
Como explorar el Titanic
Horas antes de realizar la inmersión, uno de los biólogos a bordo, me relata los riesgos de descender a tan marcada profundidad; en caso de una falla del equipo, la consecuencias serían fatales, dice. Así que toda la emoción que antes me invadía por saber que dentro de la misión, sería de las primeras afortunadas en bajar a las profundidades del mar dentro de un mini submarino, se tornó en una ola de miedo y angustia.
Después, el piloto del Nemo, el holandés Ridder Houtman, me aseguró que el pequeño sumergible es de lo más seguro, que cuenta con suficientes tanques de oxígeno y su operación se monitorea desde afuera, por parte de otro experimentado piloto, su colega Sam Verhouden.
Hablé con mi familia, esperando que me hicieran desistir, pero me animaron más; para contener el nerviosismo, pedí un abrazo a las compañeras de Greenpeace, Viridiana Lázaro y Rosina González, que coordinan el proyecto.
Así llegó mi turno, ataviada con un chaleco salvavidas, sandalias y sombrero para el sol, se me instruyó brincar del enorme barco a un bote que me llevaría hasta el sumergible. Llegamos al punto, primero vimos cómo emergió la nave con el fotógrafo Iván a bordo, salió y lo recibimos en el bote, de un brinco. Después de unas maniobras, me retiré el chaleco, las sandalias y el sombrero, para abordar al submarino.
El piloto Ridder Houtman me dio la bienvenida, me mostró las medidas de seguridad, cerró la compuerta y realizó la inmersión, que fue cómo mirar el interior de una lavadora.
De manera vertical, fuimos descendiendo, al mirar el azul profundo del mar, llegó la calma, todo el miedo y angustia que minutos antes me invadía fueron desapareciendo; llegamos a los 50 metros de profundidad y fuimos directo al barco hundido que el doctor Bello, ya había ubicado, fue como explorar el Titanic.
Se trata de un pequeño barco, ya derruido, pero lleno de vida, se ha convertido en un arrecife artificial, que alberga una vasta diversidad de peces, pero también ha llegado a este punto el pez león, una especie exótica invasora, que está afectando los corales y peces de los mares mexicanos, ya que no tiene depredador.
“Es una especie relevante porque depreda todo, y los depredadores que tiene son muy pocos en esta zona, es un punto a considerar para tener estudios que permitan controlar las poblaciones de estos organismos, para evitar que todo lo demás pueda estar amenazado”, dijo Jonathan Aguilera Arias.
Tras revisar el material fotográfico que se logró en las inmersiones, Aguilera Arias, estudiante del Posgrado en Ecología y Pesquerías del Instituto de Ciencias Marinas de la Universidad Veracruzana, destacó la riqueza biológica e histórica del sitio explorado.
“Se ve una gran biodiversidad de organismos, pudimos notar que hay peces como jureles, ángeles, damiselas, que vemos por ahí también se observaron corales negros que son característicos de profundidades, algunas especies de algas, esponjas, estamos hablando de una biodiversidad bastante importante y algo muy curioso no solo es la diversidad sino la abundancia que hay”, destacó.
La exploración continúa en el Golfo de México, este jueves, no fue posible que otros miembros de la tripulación realizarán la inmersión en el sumergible, debido a las condiciones de viento.
ROA