Mujer vive calvario para hallar un lugar en hospital para su papá enfermo de covid-19

La hija de Hedilberto Alonso Ramírez, buscó un lugar en hospitales en Iguala para que su padre fuera atendido y viajó a la CdMx, pero obtuvo la misma respuesta: no hay espacio por saturación hospitalaria.

Cecilia Alonso espera a las afueras del INN para ver si puede ser atendido su padre por covid-19. (Francisco Mejía)
Francisco Mejía
Ciudad de México /

En Comala de Gómez, del municipio de Atenango del Río, Guerrero, Hedilberto Alonso Ramírez, de 60 años de edad, sintió que no podía respirar. “Muchas veces se desmayó, como ya no podía respirar pues ya estaba muy morado, hasta que fueron a conseguir el oxígeno a otro pueblo”.

Su hija Cecilia narra con lágrimas en los ojos su calvario: desde la tarde de este viernes, llevaron de hospital en hospital a su papá y en ninguno encontraron espacio. Llegaron a Iguala y tampoco. Así que decidieron trasladarlo a la Ciudad de México: llegaron al Hospital Militar y lo mismo, pasaron al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) e igual: "no hay camas", les dijeron.

Cecilia tuvo que recorrer varios hospitales en Iguala, Guerrero, y en la Ciudad de México, sin respuesta alguna. (Francisco Mejía)
“Mi familia pidió apoyo al presidente de Atenango, Andrés Guevara, y no quiso ayudarnos con la ambulancia, dijo que no había chofer, que no tenía gasolina y que no tenía tanque de oxígeno. Fuimos a Iguala y ahí no nos quisieron atender; toda la noche viajando en la madrugada no nos quisieron recibir en ningún lado a mi papá, decidimos traerlo aquí”.

En ninguno de los hospitales recorridos, tanto oficiales como privados lo quisieron atender “porque llevaba covid, pero no le hicieron ni una prueba, ni nada de eso y no nos lo atendieron. Mi papá ya venía muy mal ya no respiraba, entonces aquí consiguiendo oxígeno, allá tampoco había oxígeno y pues sí, ya venía muy mal”.

Alrededor de las nueve de la mañana llegaron a la Ciudad de México y se dirigieron al Hospital Militar.

“Ahí nos dejaron pasar, pero estando adentro nos dijeron que no había camas, cuando mi hermana habló por teléfono que sí había cupo, y allá no nos quisieron atender”. Se le pregunta si les dieron otra opción, “nada, nada, nada que no había cupo, que no había camas y que no lo podían tener ahí y que buscáramos otro lugar a dónde llevarlo”.

Fue cuando llegaron al INER que “estuvimos como una hora ahí, nadie nos atendió, nada más nos pidieron datos de mi papá y no salió ninguna enfermera a revisarlo a mi papá, ya hasta la hora salió y nos dijo que no lo iban a atender porque no había camas, cuando nos tuvieron ahí esperando y esperando y mi papá ya estaba muy mal”.

Su peregrinar siguió por los hospitales de San Fernando en Tlalpan. Fue así como llegaron al Instituto Nacional de Nutrición donde Hedilberto ingresó al filo de las 13:00 horas. Tres horas después, seguía en atención.

“Ahorita entró y nos dijeron que le van a hacer unos estudios y van a ver qué es lo que tiene y nos dijeron que no tienen camas pero nos dijeron que ellos nos van a ayudar a ver dónde hay cupo para trasladarlo”, dijo su hija sobre su padre, quien ingresó a las 13:30 horas.

Pasadas las cuatro de la tarde Hedilberto seguía al interior y afuera su esposa e hijas, aguardan con la esperanza de que sea en este hospital donde finalmente lo atiendan.

El viernes, cuando Hedilberto comenzó a sentirse mal llegaron a su casa sus ocho hijos, sus hermanos y la familia de su mamá. Todos en una casa pequeña vieron cómo se revolcaba ante la falta de aire. Todos juntos sin sana distancia y sin saber si resultaron contagiados.

“Pues ahorita mi familia, están allá, pero ni doctor hay allá en nuestro pueblo, no hay doctor, va uno que es del centro de salud, va como media hora, revisa al paciente le da medicamento y se va, no hay doctor en mi pueblo”.
Cecilia espera que su padre pueda ser atendido, ya sea en el INN o en cualquier otro hospital en la Ciudad de México. (Francisco Mejía)

En Comala de Gómez no hay señal de celular. Su comunicación es a través de fichas para mensajes. A Cecilia estaba a la salida del INER con lágrimas en los ojos. Salía, acompañada de su mamá y hermano, empujando la silla de ruedas donde iba su papá con el rostro blanco.

Salían “porque no hay camas, ya tiene como media hora allá adentro y apenas salen y nos dicen que no hay camas, no nos quieren atender. Le hace falta el aire; lo llevamos al Hospital Militar y tampoco lo quisieron atender, que no hay camas y lo traemos aquí, lo tienen ahí y no nos dicen nada y ahorita apenas salen y no lo quieren atender y mi papá ya está muy mal. Mi papá ya viene muy mal véalo cómo está… no nos han dicho, mi papá sufre del corazón”, dijo

Lo bajaron de la silla de ruedas y lo subieron a una camioneta que en su parte posterior asomaba un tanque de oxígeno. Lo conectaron otra vez. Y otra vez fueron en busca de otro hospital. Ahora el de Nutrición que es en el que en estos momentos esperan.

dmr

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