Desde los ocho años, Felipe Esparza López de 74 años de edad, se dedica a elaborar juguetes artesanales, pues señala que es un oficio que su padre le enseñó desde muy pequeño.
Recuerda que al igual que su padre, él y sus hermanos aprendieron a elaborar juguetes como chalupas, aviones, rehiletes y otro tipo de figuras con cartón, mismas que vende a las afueras de las instituciones educativas y en algunos cruceros.
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Actualmente está trabajando con los aviones, los cuales son muy demandados por los niños.
Asegura que la tradición de estos juguetes artesanales se transmite de generación en generación, ya que los niños que le compraban este tipo de juguetes ya se convirtieron en padres y ahora le compran a sus hijos.
“Muchas señoras piden alguna piñata y un avión, ahora ya les compran a sus hijos y a su nietos, porque me conocen desde que era joven y vendía, me dicen, me acuerdo cuando yo iba al kinder y le compraba”, expresó.
Manifiesta que lo que le gustaría es que esta tradición se mantuviera, por lo que uno de sus proyectos es enseñar a los jóvenes a elaborar los juguetes.
“Yo con mucho gusto enseñaría a jóvenes de 20 o 25 años, o adolescentes, nada más que sí, para esto hay que tener paciencia , mucha seriedad y concentrarse en el juguete que está haciendo”, habló.
Felipe, comenta que para la creación de un avión tarda 10 minutos, ya que tiene que cortar cada una de las piezas y darles forma.
“Antes eran de cartoncillo, porque no había este tipo de papel, ahora ya es de lujo el avión por lo fosforescente del papel, a veces me pongo hacerlo por molde y avanzó más”, visualizó.
Asegura que el gusto por este tipo de juguetes en los niños no se ha perdido, pues es una tradición que los padres mantienen.
La elaboración de estos juguetes lo combina con el arreglo de lavadoras, ya que es con lo que se mantiene, pues vive solo, su esposa murió y su hijo vive en Peñón Blanco, sin embargo, cuenta con sobrinos, quienes están al pendiente de él y lo ayudan.
La elaboración de este tipo de juguetes artesanales lo hace sentirse orgulloso, ya que siempre ha trabajado y ha sido su sustento.
“Con este trabajo no se hace rico, pero se vive sin ninguna necesidad, no le falta a uno un peso en la bolsa, porque hace su trabajo y sale a venderlo”, destacó.
Reiteró la invitación a los jóvenes que deseen aprender este oficio, para que se acerquen con él, quien puede enseñarles a realizar los juguetes artesanales.
Felipe Esparza ofrece sus juguetes en las calles del centro de Gómez Palacio, así como a las afueras de algunas instituciones educativas, en donde por años ha vendido sus creaciones.
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