Ya sea duro, revuelto, tibio, estrellado; sobre un poco de arroz, coronando unas enchiladas o chilaquiles; a la mexicana, ahogados, a la diabla, e incluso crudo en un licuado o como ingrediente en una receta de repostería, el huevo es uno de los alimentos más versátiles que se encuentra en la naturaleza, además de que alimenta a la humanidad desde hace más de tres mil 400 años, manteniéndose como una opción en el desayuno, comida y cena de todas las familias de México y el mundo.
Este producto avícola está catalogado como uno de los súper alimentos del mercado actual, junto con el aguacate que también acompaña muy bien al producto de gallina, pues el colesterol que contiene es conocido como bueno (colesterol de lipoproteínas de alta densidad o HDL), que tiene como función reducir los niveles de colesterol en la sangre; además de que el huevo ayuda a bajar de peso, esto gracias a su alto contenido de proteínas, pues ayuda a sentirse satisfecho más rápidamente sin aportar demasiadas calorías.
La producción de este alimento comenzó en el año 1400 antes de Cristo (A.C.), según historias de los chinos y egipcios, aunque en la India se tienen relatos que ubican el inicio de la del huevo en el mundo en el año 3200 A.C., donde se domesticó por primera vez una especie de gallina silvestre llamada Bankiva, aunque no se sabe con certeza cuando se domesticó la primera ave y se inició con la producción de este alimento, el cual en Hidalgo se practica en todos los 84 municipios, lo cual coloca a la entidad en el puesto 19 a nivel nacional en producción de huevo, aportando 0.22 por ciento del total, con seis mil 32 toneladas.
La historia del huevo
La comercialización, producción y consumo del producto de gallina, inició hace poco más de tres mil 400 años, con su domesticación, llegada a poblaciones cercanas en el oriente como: Babilonia, Persia y Asiria; posteriormente, los egipcios, criadores de patos y gansos mayoritariamente, inventaron el primer sistema de incubación artificial; la introducción de la gallina en Europa en el siglo VI A.C.; su arribo a América de la mano de Cristóbal Colón, quien se cree trajo las primeras gallinas al nuevo continente, originarias de Asia, y de las que descienden las que ahora están produciendo huevos, hasta la creación de la Comisión Internacional del Huevo, conformada por 153 países que celebran el Día Mundial del Huevo, este ocho de octubre, es sólo una parte de lo que esa figura ovalada representa para la humanidad.
Desde su origen, la industria del huevo se basó casi en su totalidad en el huevo de gallina, aun cuando existían algunas variedades de pato y de codorniz, pero con el paso del tiempo, su producción ha evolucionado dramáticamente en cuanto a los volúmenes de producción y a la tecnología empleada. Las gallinas han pasado de pequeños corrales, donde se encontraban en un estado semi-silvestre, a grandes complejos agroindustriales, con granjas automáticas que pueden albergar hasta 500 mil aves por unidad.
Como datos curiosos de la producción de huevo, en la antigua China se denominó a la gallina como “el animal doméstico que sabe la hora", esto debido al canto temprano del gallo y la regularidad con que aparecían los primeros huevos al iniciar el día; también si creen que es malo esperar menos de 10 minutos para degustar un huevo duro o cocido, no tendrán la paciencia necesaria para hacer lo propio con un huevo de avestruz, que no sólo impresionan por su gran tamaño sino también por los mínimo 40 minutos que necesitan para su cocción.
Alimento del cosmos para el alma… y estómago
En lenguaje jeroglífico egipcio, el signo del huevo simboliza lo potencial, el germen de la generación, el misterio de la vida; eso pasa así al “Huevo del Mundo”, símbolo cósmico que se encuentra en la mayoría de las tradiciones, culturas y religiones antiguas, desde la India a los druidas celtas de la vieja isla esmeralda, Irlanda. La esfera del espacio recibía esa denominación; el huevo estaba constituido por siete capas envolventes (los siete cielos o esferas de los griegos); los chinos creían que el primer hombre, de nombre Pangu, nació de un huevo, cayó del cielo y flotó sobre las aguas primordiales.
De acuerdo con la leyenda, en el principio no había nada en el universo salvo un caos uniforme y una negra masa de nada. El caos comenzó a fusionarse en un huevo cósmico durante 18 mil años, dentro, los principios opuestos del yin y yang se equilibraron y Pangu salió del huevo; permaneció entre ellos empujando el cielo hacia arriba, tarea que le llevó 18 mil años, elevándose el cielo cada día un "zháng" (medida equivalente a 3.33 metros) mientras la tierra se hundía en la misma proporción y Pangu crecía también la misma longitud.
Finalmente, el huevo no sólo acompaña al ser humano en vida, en cada comida, en la ideología y simbología del universo, sino también en la muerte pues en gran número de sepulcros prehistóricos ubicados en Rusia y Suecia, se hallaron huevos de arcilla, depositados como emblemas de la inmortalidad. Y como último dato curioso, inicialmente los huevos no son ovalados, aunque esta es la forma con la que se identifican y se encuentran después de que el ave los pone; la realidad es que en el interior de la gallina son redondos, pero al salir deben adaptarse al oviducto adquiriendo ese aspecto ovalado que tanto los distingue.