El 16 y 17 de septiembre de 1988 el huracán Gilberto, llamado “El huracán del siglo”, azotó a Nuevo León con lluvias y fuertes vientos, dejando, oficialmente, más de 200 muertos, y una cifra desconocida de desaparecidos.
Sin embargo hay quienes calculan que podrían haber sido 2 mil e incluso 3 mil las víctimas mortales, ya que arrasó rancherías donde no quedó nadie para denunciar.
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Muchas han sido las personas que han señalado que la falta de coordinación, experiencia y profesionalización fueron la causa principal de que el meteoro haya causado tantas fatalidades.
“Monterrey sufrió esta madrugada la peor catástrofe de su historia a consecuencia de la entrada del huracán Gilberto, que embistió con furia la región y provocó al menos 25 muertos, así como inundaciones, derrumbes y daños incuantificables”, relató el sábado 17 de septiembre de 1988 el periódico Extra!
Sin duda, dentro de las tragedias más notables se recuerda aún, a 35 años de la tragedia, la de los pasajeros de cuatro autobuses arrastrados por la corriente mientras circulaban por la avenida Morones Prieto, a la altura de Miravalle, al igual que cinco policías judiciales que intentaban rescatarlos.
Sobre ese hecho, hace un par de años Juan Antonio Villarreal Ferrer, “La Pantera”, agente de la entonces Policía Judicial que formaba parte del grupo “Cobra”, que era liderado por el comandante César Cortés, insistió que fueron miles el número de víctimas mortales.
Ahí, tras colocar una ofrenda a los pies del Cristo de Morones Prieto, recordó en esa ocasión, perdió la vida su amigo y jefe, así como otros tres compañeros más del grupo, quienes en busca de salvar vidas encontraron la muerte; ahí en el río, reconoce, volvió a nacer.
“El ver morir a mucha gente, ahí no fueron cientos, fueron miles de gentes (las personas fallecidas), que las venía arrastrando desde las colonias del poniente”, relató.
El 12 de febrero del año en curso, vecinos de las colonias Puerta del Sol en Santa Catarina y Guadalupe por fin lograron tener la certeza jurídica de su patrimonio habitacional luego de que fueron beneficiados con el convenio de cesión de derechos, el cual les permite tener las escrituras de sus casas.
El acuerdo llegó a casi 35 años de que en 1988 se quedaron sin vivienda a causa de los daños del huracán "Gilberto".
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