El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) implementó el primer Club de Personas Mayores en el Centro de Seguridad Social “Tepeyac”, ubicado al norte de la Ciudad de México, donde se estimula la funcionalidad, se fortalece las redes de apoyo social y se efectúan actividades que optimicen la salud y prevengan enfermedades n la tercera edad.
Carlos Humberto Gámez Mier, jefe del Área de Bienestar para las Personas Mayores de la Coordinación de Bienestar Social del IMSS, señaló que la primera generación está integrada por 47 mujeres y hombres, y que en este año se crearán más espacios en los Centros de Seguridad Social a nivel nacional.
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Y como complemento, las personas mayores pueden participar en otros programas como el de Turismo y en los Centros Vacacionales.
Los clubes para personas mayores están planeados para el reforzamiento de cuatro esferas: la motriz, a través de actividades físicas; la cognoscitiva, con lectura y diferentes técnicas para reforzar la memoria de corto y largo plazo; la emocional, a través de grupos de ayuda, redes sociales, dinámicas de comunicación, entre otros; y la social, para reforzar las relaciones afectivas.
Las actividades en el Club se manejan a través de dos fases: la estructural, con un programa establecido de lunes a viernes, cuatro horas diarias por dos meses; y la autogestiva, acciones que se desarrollan en el club a libre demanda de la persona usuaria y que se complementa con otras actividades, que se ofrecen en el Centro de Seguridad Social “Tepeyac”.
El primer Club de Personas Mayores se encuentra en un espacio habilitado con tres aulas y un patio de usos múltiples, donde se realizan diversos talleres y actividades a lo largo de dos meses, a cargo de 10 promotores gerontológicos capacitados y que egresaron del Centro de Atención Social a la Salud de las y los Adultos Mayores (CASSAAM).
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Gámez Mier precisó que los criterios de inclusión para quienes llegan al Club son tener 60 o más años, ser usuarios del Centro de Seguridad Social “Tepeyac”, independientes para realizar actividades de la vida diaria, en caso de padecer enfermedades crónicas deben estar controladas y pueden ser o no derechohabientes del Instituto.
“Algo que manifiestan los usuarios de este programa es que se sienten queridos, apreciados, valorados y sobre todo que le da un sentido a su vida, lo cual juega un papel decisivo en su funcionalidad”, aseguró.
Catalina de 72 años comentó que desde el primer día se integró a este lugar “ha sido un cambio impresionante en todos los aspectos de mi vida”.
Alfredo de 73 años reconoció el esfuerzo realizado para integrar a este sector poblacional. “Está marginado y no se le ha dado la importancia que necesita, porque la persona mayor es la que tiene la experiencia y está en la edad dorada”.