Indigentes ubicados en los parques, cruceros y principales calles de la ciudad de Puebla se encuentran en el olvido de las autoridades y de la sociedad, por lo que se convierten en blanco del covid-19, pues no cuentan con alguna protección ni esperanza para vivir.
Durante un recorrido por las principales calles de la capital, se detectó que la pandemia ha aumentado el número de personas que no cuentan con un hogar para protegerse del virus.
Al recorrer las calles, MILENIO PUEBLA verificó que las personas en situación de calle no cuentan con apoyos de las autoridades de gobierno de los diferentes niveles, y la población en general es indiferente ante la situación que les tocó o decidieron vivir.
Al llegar al parque ubicado a un lado de la Capilla de la Virgen de Dolores, este espacio público se convirtió en el refugio de más de seis personas sin hogar, pues aquí pasan el día y la noche.
En entrevista, Mario Mayen Juárez aseguró que aunque vive en la calle, tiene miedo del virus, toda vez que el riesgo a enfermarse es muy alto, sin embargo, no cuenta con ninguna medida de prevención, pues no tiene recursos para sobrevivir.
Relató que hace un mes se enfermó de neumonía, sin embargo, por falta de trabajo y recurso no acudió a ninguna clínica u hospital para ser atendido, por lo que se lo dejó a Dios.
“Me puse en las manos de Dios, no acudí a ningún hospital, y solo con el tiempo fui mejorando; pero no les enseño como me quedó mi cuerpo porque las cicatrices son muy feas”, expresó el entrevistado.
Enfermo de epilepsia, destacó que solo ve la vida pasar y cuando tiene un ataque epiléptico, solo le pide a Dios que lo cuide, pues al ser entrevistado, se retiró una gorra de color rojo de la cabeza para mostrar las heridas que tiene, debido a que el ataque hace que pierda el control de su cuerpo.
“Yo no trabajo en estos momentos y no hago ninguna actividad. Me alimento de lo que me puede regalar la gente, pero estoy enfermo de epilepsia y en ocasiones los ataques son muy fuertes, me he descalabrado”, señaló Mario.
Portando un saco color café, una sudadera y pantalón color negro, la situación en la calle ha dejado huella en su persona física, debido a que la barba es larga y su rostro muestra la expresión del olvido.
Sin embargo, no olvida que en próximos meses cumplirá 54 años de edad, aunque por la situación en la que se encuentra aparenta tener más de 60 años; no obstante, la memoria y la voz le ayudan para compartir que cuando era joven viajó a Venezuela.
El entrevistado señaló que a la edad de 22 años vivió en Venezuela, donde conoció a su esposa y madre de sus dos hijas; destacó que el nombre de la mujer que amó es Angélica Guzmán, por lo que vivieron varios años ese país.
En 1998 regresó a lado de su esposa y de sus dos hijas, quienes son gemelas, sin embargo, la historia se convirtió en un panorama triste, debido a que su esposa falleció.
Con lentitud al hablar, aseguró que una vez que su esposa murió, su vida dio un giro de 180 grados, por lo que sus familiares le retiraron todo el apoyo. Esto lo motivó a abandonar su hogar.
Compartió que desde hace 3 años que el parque ubicado entre la calle 8 y 10 Poniente y Bulevar 5 de Mayo es su hogar, por lo que una de las jardineras se convirtió en su cama, mesa y silla.
Para finalizar, Mario solicitó el apoyo de los empresarios, gobierno y sociedad en general al brindarle un poco de apoyo en especie con medicamentos o alimentos, debido a que indicó que en todo el día solo había consumido un pan dulce.
En marzo de 2020, el Inegi terminó el primer censo de personas sin techo en la historia del país para obtener registros precisos que determinen las condiciones de esta población, que según recientes cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), suman 14 millones de mexicanos.
El director general de Estadísticas Sociodemográficas del Inegi, Edgar Vielma, reveló que “para recabar la información se trabajó desde un mes previo con el levantamiento de la Encuesta del Entorno Urbano y Rural, que permitió ubicar puntos donde pernoctan indigentes”.
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