Para Esteban Loranca Hernández no existe una discapacidad física para salir adelante, pues desde hace seis años acude después del mediodía a los portales del Zócalo capitalino para vender dulces y así tener un ingreso para su familia, debido a que sufrió una trombosis y no cuenta con una pierna lo cual no le permite caminar, sin embargo, expresó que está en un lugar privilegiado.
En entrevista para MILENIO Puebla, Esteban Loranca señaló que desde hace seis años acude todos los días a vender dulces, pues los coloca en plásticos en el suelo ya que no cuenta con una pierna y se le facilita trabajar de esta forma.
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Esteban compartió que hace siete años su vida dio un giro de 180 grados, pues sufrió una trombosis y después de casi un año para recuperarse de esta situación, decidió pedir dinero a la gente; por ello, se instaló afuera de a la Farmacia Fleming ubicada en avenida Juan de Palafox y Mendoza.
Relató que en 2015 comenzó a pedir dinero para después comprar una caja de chicles y de esta forma se empezó a ganar la vida, pues actualmente cuenta con gran variedad de dulces.
“Después de dar palos de ciego, un sábado de diciembre de 2015 cuando empecé a pedir dinero y ganar un poco para comer y lo que reuní fue para adquirir una caja de chicles y los vendí; después conforme iba incrementando mis ventas, fui aumentando mi mercancía”, precisó el entrevistado.
En este contexto, comentó que acudió a los portales y con la primera que entabló comunicación fue con la señora que vende periódicos en la calle 5 de Mayo y avenida Reforma sobre los portales, quien le aconsejó que se instalara en esta zona a vender sus productos.
Días después se hizo amigo de los trabajadores de la tienda de ropa Nueva España, pues uno de ellos le guarda su mercancía, por lo que comenzó con una bolsa de productos y actualmente con cuatro.
“Estoy en el lugar más privilegiado de Puebla, pues es el corazón de la ciudad y con la bendita gente de la tienda, porque no veo cómo pagarles el favor, pues aquí me apoyan mucho y la gente ya me identifica, además me gusta acomodar bien los dulces”, enfatizó.
Asimismo, refirió que su jornada comienza a las 13 horas y concluye después de las 20 horas, por lo que al llegar limpia el espacio y coloca su producto de forma vistosa y con higiene.
“La enfermedad está en la mente, voy a cumplir 63 años y cuando cumplí los 57 años sufrí de este accidente; anteriormente me dediqué al transporte público por ocho años, pero el volante te consume y tuve una vida sedentaria y por eso me pasó esta trombosis. Después de esto no sé qué es la depresión, bendito sea Dios. Nostalgia sí tengo, porque estaba acostumbrado a hacer diversas actividades, pero ya vengo todos los días y conozco gente y veo la vida como transcurre”, expresó el vendedor de dulces.
Para concluir, don Esteban destacó que en su vida hay ángeles que lo han ayudado de una u otra manera, incluso hay personas que le regalan despensas o alimentos y genera dinero para él y su esposa, se traslada en transporte público con sus muletas pero ya tiene práctica y aprendió a ver su nueva vida de otra forma, pues esta no se detiene y no conoce la depresión, pues el peor escenario es estar en cama con alguna enfermedad y no tener recuperación médica.
AFM