Las compañías que llegaron para construir las vías férreas fueron detonantes para que surgiera Apizaco, sin embargo, el ferrocarril dio origen a la vida social y cultural de la que ahora se conoce como “La ciudad rielera”, informó el cronista Mario Alberto Bojalil.
En entrevista con MILENIO Puebla, el historiador señaló que La Maquinita 212, ferrocarril que adorna el acceso principal del municipio y que se convirtió en el ícono de la población, llegó por si sola a la glorieta de la avenida 16 de Septiembre a la altura del cruce de los tramos Poza Rica- Puebla y México-Veracruz, por lo que su inauguración fue el 5 de mayo de 1964.
El cronista agregó que en esa fecha se despidió a la fuerza tractiva de vapor, pues llegaron las máquinas eléctricas diésel para el movimiento de trenes.
Bojalil insistió que La Maquinita 212 caminó con su propia fuerza a cargo de los operadores Ricardo Ortiz y Constantino Hernández Arroyo:
El ambiente fue inolvidable para quienes lo vivieron, ya que hasta golondrinas hubo y mientras realizaba su recorrido, se entonaban canciones revolucionarias (...) En aquel tiempo la Revolución Mexicana no se hizo con grandes tanques, camionetas, autos, aviones. Todo se hacía en el tren, los que peleaban por la revolución se montaban en los lomos del tren para luchar contra el enemigo”, dijo el cronista.
Mario Alberto Bojalil expresó que con motivo de la conmemoración del Centenario de Batalla del 5 de Mayo de 1862, los trabajadores de la especialidad de mecánicos de la terminal de Apizaco dirigieron un oficio el 4 de octubre de 1963, en el cual solicitaron a Salvador Garrido Cerón, entonces secretario local de la Sección 3 del Sindicato de Ferrocarrileros, que se donara al municipio la maquinita de vapor número 212.
“Eso desde luego me parece justo, porque la gente de Apizaco necesitaba un ícono que los representara. Fue la mejor decisión que pudieron tomar nuestros ancestros, porque Apizaco antes se dedicaba a eso: a reparar máquinas de vapor y desde luego no había mejor imagen que la de una máquina, esa máquina que muchos admiran guarda en los rieles una historia que las nuevas generaciones podrían desconocer”.
El experto en la historia indicó: "Ante el notario público del distrito judicial de Cuauhtémoc Austreberto Álvarez del Castillo compareció el presidente municipal de Apizaco, Francisco Bocardo Cuéllar, para solicitar que esa hermosura se traslade al lugar denominado La Glorieta”.
De esta forma, llegó la locomotora de vapor número 212 con sus 170 toneladas de peso, además de que las marcas de F.C.M.
La Casa de Piedra relata el origen de la ciudad rielera
La Casa de Piedra fue construida en 1916 por Ferrocarriles Nacionales de México. Este inmueble guarda un acervo fotográfico de 480 instantáneas y 300 objetos, los cuales fueron utilizados por los trabajadores de la industria ferroviaria de los años 30.
Mario Alberto Bojalil explicó que el objetivo de congelar la historia de la ciudad en el Museo Casa de Piedra fue para que las nuevas generaciones nunca olviden su esencia, “porque quien ignora la historia de su pueblo, es un extraño en su propia tierra”.
En cada retrato que adorna los muros “te das cuenta que Apizaco se convierte en una estación de primera línea, ya que de aquí parte el primer ramal con destino a la ciudad de Puebla, pero es muy interesante recabar datos de años anteriores; por ejemplo, en 1857, bajo el cerebro progresista de Antonio y Manuel Barrón Escandón, se traza la primera línea y el lugar, que es prácticamente un paraje, se convierte en poco tiempo en un centro de trabajo importante, con la fundación de un campamento con los primeros trabajadores que vienen a fincar las redes del progreso”.
El museo fue inaugurado el 23 de febrero del 2001, durante la administración municipal de Fernando León Nava, luego de realizar las gestiones para que se donara al municipio el inmueble que estuvo abandonado por decenas de años.
Mario Bojalil fue quien bautizó como Casa de Piedra a dicho espacio, el cual fue testigo de los trabajos y esfuerzos de los habitantes para que Apizaco fuera reconocida como la ciudad rielera.
El Museo cuenta con 12 salas permanentes divididas en cinco áreas: Museo Ferrocarrilero, Museo Urbano-Religioso, Club de Leones de Apizaco, Museo Taurino y Biblioteca Pública. En sus tres salas permanentes se presentan exposiciones de artes plásticas y visuales.
Quienes arriban a este inmueble podrán pedir un recorrido guiado con una duración de 45 minutos en la cual conocerán anécdotas, fechas y lugares que aún se conservan en el municipio rielero.
Apizaco se resiste a olvidar su pasado
Desde joven, Mario Bojalil se ha dedicado a investigar y escribir todo lo relacionado a la ciudad ferrocarrilera, pues su inquietud por el conocimiento del lugar no surgió con su cargo como cronista, el cual lo desempeña de manera honorífica, sino que ha sido toda su vida.
A la fecha, Mario Bojalil tiene 66 años de edad. Sus abuelos llegaron Apizaco en 1904 originarios de Líbano. En ese entonces, abrieron un negocio cerca de la entrada de la estación del tren. Su familia se dedicaba a la confección de overoles de mezclilla, los cuales utilizaban los ferrocarrileros.
Mario aseguró que Apizaco es una ciudad cosmopolita y con una cultura muy especial, porque se mezclaron varias con la migración de ingleses, alemanes, franceses y libaneses a inicios del siglo XX.
El negocio le fue heredado, sin embargo, ahora se dedica a la venta de uniformes escolares, calcetines, camisas de caballero, banderas de Tlaxcala y algunas prendas para estudiantes, “todo Apizaco conoce este negocio, nos llamamos El Águila”.
El cronista recuerda que “la ciudad fue fundada el 1 de marzo de 1866, pero logró el emblema que oficialmente cumple años cada 5 de mayo, el orgullo de los apizaquenses. La Maquinita ha sido tomada como un lugar de reunión para festejar diversos eventos, similar al Ángel de la Independencia en la Ciudad de México”, comentó.
Además, Bojalil estuvo como encargado del Museo durante 10 años, los cuales los desempeñó de forma honorifica:
“Estuve al frente honoríficamente y en ese tiempo tuve la oportunidad de proponer y agregar mucho para que esa casa se mantuviera en pie”.
Reconoció su preocupación porque las futuras generaciones muestran poco interés por conocer la fundación de este municipio, más cuando cientos de familias migraron a la ciudad rielera en 1985 tras el sismo de la Ciudad de México.
“Encuentras jóvenes que poco conocen de este lugar y lo más lamentables es que no les importa, pero hay personas foráneas que se quedan impresionadas luego de vivir una aventura de 45 minutos en el inmueble construido de piedra. Apizaco se resiste a olvidar su pasado y el presente servirá para recordar lo valioso de su gente”, apuntó.
mpl