Este 14 de febrero, en medio de una pandemia, es especial para Arturo Islas Zapata, un hombre que se ha dedicado por 61 años al oficio de la barbería y ahí, en la calle Ignacio Allende, el cilindro con franjas rojas y azules colgado en la entrada de un pequeño local, inyecta historia y vida a la calle empedrada, ya que su negocio cumple 39 años de ser parte del paisaje del centro histórico de Pachuca.
Con más de 70 años, Arturo ha regresado a laborar, a seguir consintiendo a los clientes que se sientan en las sillas que han visto pasar los años, pero siguen siendo resistentes y le dan el toque nostálgico a su negocio que le ha permitido, no solo sacar adelante a su familia, sino lograr hacer “un colchoncito de ahorros”, con los que ha podido sacar adelante el negocio que se mantuvo cerrado por algunos meses ante las restricciones sanitarias para detener los contagios de covid-19.
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“Se vino para abajo el negocio porque tenemos poca clientela y hay que estar cumpliendo los requisitos sanitarios que piden y lo hacemos con gusto, por protección de uno y del cliente, y que pues ahora tenemos que esperar a que la situación se componga; vamos a esperar”, expresa, mientras barre y recoge los cabellos que han quedado en el suelo después de realizar un corte.
Reza la frase de un pensador griego que “la superioridad consiste en aprovechar las lecciones de la experiencia” y Arturo lo sabe bien, ya que asegura que a pesar del cierre de su negocio no tuvo preocupaciones porque sabía que haber prevenido, ahorrado y mantener finanzas sanas le han permitido estar tranquilo y sin preocupaciones, sentir que han vivido cientos de trabajadores, comerciantes y empresarios en la entidad derivado de la pandemia.
“Ahorrar los centavos para poder estar tranquilo y lograr las metas que uno se impone, eso es lo que me ha ayudado a estar tranquilo, porque con los años vividos ya tenemos una situación estable para seguir viviendo, ahí la llevamos.
“Como muchos, con esta pandemia que se nos presenta tuvimos que cerrar el negocio por órdenes sanitarias, porque así tiene que ser para beneficio de uno, porque esto que estamos viviendo es real, aunque mucha gente no lo cree. Afortunadamente no sentí angustia porque sabemos que es una enfermedad y que, cuidándose, la libra uno”, asegura.
Entre la pared tapizada de espejos, una barra con los aditamentos requeridos para realizar su trabajo, en el que lo acompaña su hija, Arturo asegura que se debe prevenir siempre este tipo de contratiempos al recordar que hace seis décadas sucedía algo similar con la silicosis de los mineros, por lo que, de un estante, muestra las tarjetas de salud que eran solicitadas para evitar contagio.
“En la época en la que empecé a trabajar se pedía la Tarjeta de Salud y se tenía que refrendar cada seis meses, porque en esa época el problema era con los mineros y el problema constante de la silicosis (resulta de la exposición prolongada a bajas cantidades de polvo de sílice. Este polvo causa inflamación en los pulmones y ganglios linfáticos del tórax) y se tenía que estar vigilando constantemente para evitar contagio entre la clientela”, explica, al momento de ver sus fotos en el documento cuando tenía 16 y 17 años.
Y así, entre recuerdos del inicio de este oficio, el cual aprendió en una peluquería que se ubicaba en la calle de Abasolo a un costado de la Arena de box, recuerda que inició trapeando, barriendo y cepillando el cabello de los clientes, “y trabajé así por 20 años hasta que logré mi propio negocio y aquí estoy”, dice con una sonrisa.
La pandemia le ha traído reflexión y “agradezco a Dios la oportunidad de trabajar” y asegura que también ha contribuido en su salud haciendo ejercicio en casa y comiendo saludable, además de que “en el negocio se aplican todas las medidas sanitarias, desde la toma de temperatura, el uso del gel antibacterial y el tapete pero, además, mandamos a desinfectar de forma constante el negocio para que no haya ningún contagio”, explica orgulloso.
Ahora, solo espera que la vacuna contra el covid-19 llegue a Hidalgo, “ya que nosotros, los de la tercera edad, tendremos el privilegio de que nos vacunen y ya con eso esperamos que la situación sea un poco más para estar bien, porque esto tiene que componerse y lo lograremos”.
A pesar de que su trabajo ha disminuido hasta en un 60 por ciento, “porque unos no salen y otros clientes porque se nos han adelantado por la pandemia”, sabe que tomó la mejor decisión de tener su colchón y ahora puede seguir tranquilo, “así que solo nos toca esperar y que todo esto quede como un mal recuerdo”, concluyó.