El Día de Muertos es una celebración en donde las personas suelen honrar la memoria de sus difuntos, se coloca la tradicional ofrenda y las flores de cempasúchil son un componente fundamental que no puede faltar en cada altar.
Esta flor que se siembra desde julio y se cosecha a finales de octubre. Cuentan los historiadores que era utilizada por los mexicas, pues se creía que estas flores poseían la habilidad de guardar en sus corolas el calor de los rayos solares. Después, los aztecas se apropiaron de esta tradición y con el paso del tiempo se volvió la flor de los altares mortuorios.
La leyenda cuenta la historia de amor de Xóchitl y Huitzilin dos enamorados que subían cada día a lo alto de una montaña y llevaban flores a Tonatiuh, el padre del sol, jurando ante él amarse más allá de muerte.
Sin embargo, la guerra llegó y los amantes tuvieron que separarse. En la batalla Huitzilin perdió la vida, y Xóchitl triste y desconsolada pidió al dios del sol que la reuniera con su amado y fue así que con uno de sus rayos la convirtió en una flor, después de ese instante la leyenda cuenta que un pequeño colibrí se posó en la flor y está abrió sus 20 pétalos.
Desde entonces se dice que el colibrí era su amado quien llego a reunirse con ella, y cumplieron su deseo de permanecer juntos. De esta manera nace la flor de cempasúchil, la flor de los muertos.