Ha sonado la corneta en el campo militar 1-A de la Ciudad de México. Muchos de ellos ni siquiera durmieron. Ya es hora, deben despertar, acicalarse y alistarse para una nueva misión: el desfile por el 114 aniversario del inicio de la Revolución, y dicho sea de paso, el primero de Claudia Sheinbaum como ‘comandanta’ suprema de las fuerzas armadas.
Es la 1/a compañía del 55 batallón de infantería. Este año, les cambiaron los tradicionales uniformes pixelados por casacas de gabardina color caqui, y el tocado por sombreros de ala ancha. Algunos se dejaron la barba, y las carrilleras no podían faltar en esta marcha de 8 kilómetros del Zócalo de la Ciudad al Campo Marte en la alcaldía Miguel Hidalgo.
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Este miércoles eran soldados, pero de aquellos que marcharon con la División del Norte, comandada por el imparable Doroteo Arango. Estudiaron su personaje desde que comenzaron las prácticas hace dos meses, y nunca dejaron de ensayar.
“Nos tocó madrugar pero es algo muy lindo y muy emocionante”, relata Pancho Villa a MILENIO, personificado por el cabo de caballería Ismael Catemaxca, quien ataviado con uniforme caqui de gabardina y bigote mal rasurado, se dijo orgulloso de poder representar a “un héroe”.
Pero en el alojamiento femenino, ellas ya estaban perfumadas. Camas tendidas, casilleros cerrados, y moños tricolores en el cabello trenzado, ya solo faltaba el maquillaje y el fusil. Y es que no por nada, serían ellas las estrellas de la gala. Lucir pulcros uniformes azules, encargadas de enviar el mensaje de que en el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos se impulsa a la mujer, y muestra de eso, quedó en el 40 por ciento de personal femenino que fue destinado al desfile para mostrar el papel de la mujer desde la Revolución hasta los días actuales.
“Todos los años son diferentes y este es un poco más diferente. Vamos a marchar más de cinco compañías de puras mujeres y va a ser algo único, esperemos que sea de su agrado”, enfatizó la sargento primero de Fuerza Aérea Brenda Guerrero.
Y confió: “Se siente una emoción muy padre porque estás escuchando ‘vamos mujeres’, ‘viva México’ y cosas así. Y nosotras salir cantando las porras, los himnos, eso te eriza muchísimo la piel y luego, ver que todo el pueblo de México está contigo pues… muchísimo más”.
El traslado es a pie, son las 3 de la mañana y los agrupamientos avanzan desde el campo militar en Naucalpan hasta el metro Cuatro Caminos, en un trayecto en el que las adelitas alzan sus vestidos de flores para no caer en los charcos de agua estancada de este municipio mexiquense.
Ya en el metro, todos se juntaron, adelitas y villistas, pero también zapatistas, obregonistas y maderistas, sin filiaciones políticas, atravesaron los torniquetes, abordaron los vagones para llegar al Zócalo, esperar, para luego regresar caminando.
En la Plaza de la Constitución, todo estaba listo para la Presidenta. Los agrupamientos femeninos habían sido ya formados estratégicamente, primero para una representación histórica, luego para comenzar el desfile cívico militar.
Minutos después de las 10, Claudia Sheinbaum salió de Palacio Nacional para saludar a una escolta de cadetes mujeres del Heroico Colegio Militar, caminó hasta la explanada para rendir honores a la bandera, y abordó un vehículo militar acompañada de los titulares de la Defensa y Marina, para dar el último pase de revista. Mientras sonaban los 21 disparos de cañón en honor a la Presidenta.
Al frente del desfile, la bandera monumental y un caballo frisón negro; de jinete, una oficial de caballería. Detrás de ella, apenas una muestra representativa de las mujeres en el Ejército, la Fuerza Aérea, la Guardia Nacional y la Marina Armada, seguidas de carros temáticos con sombreros, pueblos originarios, charros, niños y niñas. Pero destacaron las adelitas, la charrería, el folklore y la tradición.
Escoltado por su estado mayor a caballo y fanfarrias, el general Enrique Covarrubias López, subsecretario de la Defensa Nacional y comandante de la columna del Desfile, fue el encargado de clausurar la celebración y decretar un saldo final de 2 mil 576 integrantes de las fuerzas armadas y de la Guardia Nacional participantes, 596 caballos y una locomotora sin rodar.
Al final, una niña con un tradicional traje yucateco y un niño con atuendo de charro, se acercaron a la Presidenta, le entregaron una canasta de flores, y según se pudo escuchar, como símbolo de “la esperanza de un mejor México en sus manos”.
CHZ