Se cuenta que durante la Colonia, en Puebla existió una casa abandonada a la cual nadie se atrevía a entrar porque estaba poseída por el espíritu de una bruja, quien recibió el nombre de La Nahuala.
Decían que la mujer era un ser monstruoso que tenía la capacidad de convertirse durante las noches en diferentes animales. Incluso, aseguraban que aprovechando las penumbras se dedicaba a robar niños y asustar a los adultos.
Señalaban que al morir, La Nahuala sería condenada a sufrir por toda la eternidad por todo el mal que había causado. Por esta razón la gente se alegraba.
Al enterarse de este hecho, La Nahuala decidió cobrar venganza raptando a dos niñas y un niño inocentes para robar sus almas. Mencionaban que esto le permitiría resucitar cada año durante el Día de Muertos.
Tiempo después, al fallecer, su propia alma quedó atrapada en el lugar donde vivía, convirtiéndose en un lugar maldito.
Con el correr del tiempo, la casa fue derrumbada para construir una nueva morada, misma que no pudo quitarse la maldición que sobre el sitio existe.
Es por esto que la gente cuenta que la persona que pise la casa embrujada será atrapada por la bruja, quien está a la espera de un niño inocente para robar su alma, resucitar y obtener poder absoluto, y de esa manera acabar con los habitantes de Puebla.
Esto dio pie a la leyenda del mismo nombre e incluso se le designó a la rúa donde se encontró el inmueble como “Calle de la Nahuala”, tal y como da testimonio el escritor e historiador Hugo Leicht, en su libro Las Calles de Puebla.
La casona se localizó en la calle 7 Norte, entre las avenidas 8 y 10 Poniente. Incluso hasta la fecha en una de las esquinas se conserva el letrero original.
Otros mencionan que se considera que la “vieja casona” es en realidad la Casa de Alfeñique, que está en la 4 Oriente, 416; en el Centro Histórico.
Esta leyenda se transmitió de generación en generación, y en ella se decía que “La nahuala es ‘la bruja’, femenino de nahual o nagual, ‘hechicero’ o ‘brujo’”.
En la inteligencia vulgar de las gentes de nuestros campos el nagual es un indio viejo, desaliñado, feo, de ojos redondos y colorados, que sabe transformarse en perro para correr los campos haciendo daño y maleficios”.
Originalmente “eran los mismos indios, persistentes en su antigua idolatría y costumbres, que buscaban y hacían ocultamente prosélitos, haciéndoles apostatar de las nuevas creencias. Lo ejecutaban bajo la sombra del artificio y del misterio, huyendo del castigo de las autoridades cristianas”.
De acuerdo con la cosmogonía prehispánica, cada persona al momento de nacer viene con el espíritu de un animal que es su protector y su guía; estos espíritus son nahuales y se manifiestan a través de sueños.
Se sabía que los dioses de las culturas indígenas (Maya, Azteca, Tolteca, y otras) tenían la facultad de tomar forma de un animal (nahual) para interactuar con los humanos, por ejemplo, jaguar, coyote o colibrí.
Referencias de otros historiadores, como Cerón Zapata, permiten suponer que los nahuales eran seguidores de las costumbres prehispánicas. Se sabe que se ocultaban en cuevas alrededor de la Malinche, donde los indios medio cristianos peregrinaban:
“A ofrecer donaciones a sus ídolos, con plumas vistosas, de que se componen en sus festines y bailes, e incienso de la tierra que nombraban ellos copale (sic) y ocozotl (resina de pino)”.
Muy probablemente estos hechiceros, sobrevivientes de la casta sacerdotal prehispánica, se vestían de animales para engañar o asustar a sus enemigos.
Cabe señalar que esta leyenda inspiró a la realización de una película animada en el 2007, donde lleva como protagonista a Leo (Leonardo) San Juan, un niño de nueve años de edad quien vive eternamente asustado por las historias que le cuenta su hermano Nando (Fernando), siendo la que más lo aterró, la de la Leyenda de la Nahuala.
CHM