Leyenda del Tentzo, historia de dioses enamorados

EDICIÓN FIN DE SEMANA

Por tratarse de un dios muy viejo, los demás moradores del cielo se negaron a que hubiera cualquier relación entre él y la joven Malintzin.

Leyenda del Tentzo | Andrés Lobato
Rafael González
Puebla /

En el municipio de San Juan Atzompa, en el estado de Puebla, se encuentra una montaña de medianas dimensiones a lo alto, pero de bastante longitud hacia lo largo, la cual muchos conocen como El Tenso, Tentzo o El Tenzo, de la cual existe una leyenda que muy pocos conocen y nos lleva de la mano a los tiempos míticos del México mágico y misterioso.

Vista de la Malinche o Matlalcueye , volcán sísmicamente activo |Andrés Lobato

La historia indica que cuando el hombre todavía no existía, los dioses y semidioses poblaban el mundo y hacían su vida como cualquier ser humano, es decir, con pasiones, errores, alegrías e infortunios.

Narran que en esa época había un dios llamado Tentzon, cuyo nombre significa “Anciano de barbas”, y cuya edad rebasaba la memoria conocida. Era uno de los dioses más antiguos y poco se sabía de su origen.

De acuerdo con la leyenda, un día Tentzon se enamoró de una de las hijas más jóvenes y más bellas de los dioses: la dulce Malintzin, cuyo nombre proviene de las voces náhuatl “Malin”, que es el nombre que en lengua indígena se da de modo general a todas las mujeres y que significa Madre; y “Tzin”, que significa Señora o Princesa.

Por tratarse de un dios muy viejo, los demás moradores del cielo se negaron a que hubiera cualquier relación entre él y la joven Malintzin. Como era tradición, Tentzon nombró a un embajador para que pidiera la mano de su amada a los señores del universo. El emisario fue un dios también muy viejo y cuyo nombre era precisamente ese: Huehuechiki o Embajador, pero que ahora se conoce como El Pinal, y es un cerro muy alto en forma de pino que se encuentra ubicado en la región de Nopalucan y Lara Grajales, al oriente del estado de Puebla.

El Pinal| Andrés Lobato

Cuando conocieron de la petición de Tentzon, los dioses se reunieron a deliberar tres días completos, tras lo cual llegaron a la conclusión de que se trataba de un dios muy viejo para una muchacha tan joven y linda, por lo que se negaron a dicha unión.

Tras conocer el fallo, el Huehuechiki le transmitió la respuesta a Tentzon. Este se desgarró de dolor y su tristeza fue tan grande que la dulce Malintzin se conmovió y apiadó de él, despertando en su corazón la llama del amor.

La doncella, entonces, se dirigió a los señores del cielo para que le dieran una oportunidad al anciano de las barbas, pero se negaron rotundamente, pues además, una diosa tenía vedado realizar una petición de tal naturaleza. Por ello, Malintzin rompió en amargo llanto.

Leyenda del Tentzo |Andrés Lobato

Los señores del universo, que no habían conocido un dolor tan grande y un amor tan extraño, se conmovieron y decidieron darles una oportunidad, así que colegiaron y, tras deliberar, mandaron llamar al Huehuechiki para darle su veredicto.

Como ni siquiera los dioses podían romper sus propias reglas, determinaron que la prueba que se les iba a poner a los enamorados debía ser muy difícil para que nadie pudiera exponerse a un castigo.

La prueba para Malintzin sería llorar hasta que sus lágrimas formaran una corriente tan grande que pudiera arrastrar todo aquello que encontrara a su paso. La prueba para Tentzon sería impedir que la corriente siguiera creciendo. Para ello, debería cubrirla con su cuerpo, pues no podría usar piedras, tierra ni ningún material más que su propio ser.

Leyenda del Tentzo |Andrés Lobato

El castigo sería que, si ella no lograba formar una corriente con su llanto y si él no lograba detener dicha corriente o esta llegaba a burlarlo y escurrir por algún lado, serían confinados al firmamento y separados para siempre.

Una vez que los dioses le dieron la orden, Malintzin lloró y lloró hasta que de sus ojos brotó la corriente que daría vida al río Atoyac. Por su parte, Tentzon, cuando vio venir el enorme caudal, se tiró a lo largo y desde los pies a la cabeza, logró detener aquel torrente.

Huehuechiki, emocionado, cantó victoria, y los dioses estuvieron a punto de celebrar el hecho, pero de lo que nadie se dio cuenta es que el agua se escurrió entre las barbas del anciano.

Leyenda del Tentzo |Andrés Lobato

Cuando los señores del universo repararon en este detalle, se sintieron decepcionados. Tristes, se dispusieron a aplicar el castigo que habían previsto para el caso de que alguno de ellos fallara. Sin embargo, Malintzin siguió llorando a causa del dolor que esto le había causado y el anciano continuó deteniendo el torrente.

Las diosas, maravilladas por el prodigio que el amor había operado, se reunieron con los moradores del cielo y les pidieron que si no podían estar juntos como esposos, los dejaran continuar unidos a través de este sortilegio, sólo que los dioses no estaban muy seguros de poder aceptarlo.

Leyenda del Tentzo |Andrés Lobato

Fue así como Huehuechiki se ofreció como pieza de inmolación para que se cumpliera la solicitud de las diosas. El ofrecimiento consistió en que los dioses convirtieran en piedra a Malintzin y a Tentzon para que el universo fuera testigo de su amor eterno y ellos pudieran seguirse amando en silencio. Él, por su parte, sería el guardián de aquel cariño y quedaría petrificado cerca de ellos.

Los príncipes, contentos, aceptaron el sacrificio y permitieron a los enamorados que vivieran su amor a través de esa corriente que, aún hoy, baña con sus aguas el centro del estado de Puebla.

Desde entonces, Malintzin se convirtió en una montaña y la Puebla de los Ángeles fue fundada a sus pies. En tanto, en la Sierra del Tentzo puede verse todavía el caudal del río Atoyac filtrarse entre las barbas del Tentzon, mismas que ahora se conocen con los nombres de Puente Chico y Puente de Dios, bajo la mirada alerta y silenciosa de El Pinal, quien desde su morada continúa dando cuenta a los dioses sobre el cariño silencioso del dios más viejo del firmamento y la princesa más joven del cielo.

Leyenda del Tentzo |Andrés Lobato

En la meseta poblana se levanta una cordillera con más de 800 metros de altura con respecto al Valle. Se trata de El Tentzo, un cerro el cual le da nombre a una sierra y a la reserva de la biosfera. Sobre la ladera oriental del cerro se levanta una escarpada que tiene una figura de cara humana con barba de donde toma su nombre, Tentzón o “Barba”.

La Sierra del Tentzo es una pequeña cordillera de cerros escabrosos, calizos y áridos que se levanta en la altiplanicie poblana y cruza parte de los municipios de Tecali, Tzicatlacoyan, Huatlatlauca, Molcaxac, Tepexi, Atlixco, Atoyatempan, Huaquechula, Huatlatlauca, Huehuetlán El Grande, Ocoyucan, Puebla, San Diego La Mesa Tochimiltzingo, San Juan Atzompa, Teopantlán, Tepeojuma y San Juan Atzompa.

En tanto, por la biósfera cruza parte de la cuenca del río más importante del estado, el Atoyac. Se trata de un área natural protegida, con 57 mil 815 hectáreas.

Por su ubicación geográfica, la variación climática y las diferencias en altitud, el área alberga un gran número de especies animales y vegetales, endémicas y de importancia económica para sus habitantes: al menos 91 especies de plantas medicinales, 18 especies de mamíferos, 153 especies de aves, 21 especies de anfibios y reptiles.

AFM

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