Desde Villa Victoria, mujeres mazahuas rescatan la belleza del bordado

Lo que en un principio fue una herencia, actualmente es una herramienta de apoyo para la economía familiar de estas mujeres que ofrecen artículos de mascotas o lo que se te ocurra.

Cada pieza tiene la marca de su cultura, de su relación con la naturaleza, por lo que ver sus trabajos es ver su realidad. | Tania Contreras
Aura Moreno
Toluca /

Nicolasa Trinidad Mondragón pertenece al grupo artesanal Tzimiñi, en el que más de 20 mujeres mazahuas rescatan y difunden su tradicional bordado representativo de su municipio de origen: Villa Victoria.

La entrevistada detalló que se unieron desde el año 2011 para trabajar y aplicar el conocimiento heredado por sus madres y abuelas desde que eran niñas, por lo que consideró que cada bordado es una pequeña muestra de la convivencia y las usanzas de su comunidad, lo que hoy en día les genera ingresos económicos y reconocimiento.

  • Nos ayudó para tener dinero extra en la familia y poder apoyar al esposo, cuando hay mucho trabajo se corre la voz y las mujeres solas se acercan, como ahora con la cuarentena nos pidieron 300 cubrebocas, entonces venían al taller y se llevaban el material para hacerlo en sus casas”.

La práctica hizo a la maestra que mueve sus dedos veloces sobre la tela para manipular los hilos y darle forma a sus figuras que poco a poco se asoman; sin embargo, aun con la experiencia adquirida a través de los años la labor puede llevar minutos, horas o hasta días, “eso es lo que no ve la gente, creen que es rápido, pero es contar punto por punto”.

En la comunidad, dijo, los colores representativos y más usados son el rojo, café, guinda, rosa, verde y vino, mismos que trabajan con tres técnicas: punto de cruz, sence y de urban. “Desde pequeña me enseñaron a usar el cuadrillé, ahora empleamos otras telas y aunque nos costó trabajo ya lo dominamos también, otra cosa que nos han enseñaron fue a combinar otros tonos”.

  • Sin importar el diseño, el tamaño o el tipo de bordado que se elija cada una de las piezas tiene la marca de su cultura, de sus creencias, de su relación con la naturaleza y con su entorno, por lo cual ver sus trabajos es ver su realidad.

“Yo soy del ejido de San Diego Xochitepec, que significa Cerro de las Flores, donde hay muchos tipos de éstas y de ahí nos inspiramos para lo que bordamos, al igual que los animales, como los venados”.

Reconoció que con el tiempo ha identificado mayor aceptación y reconocimiento del tiempo invertido, así como la experiencia y la preservación de un conocimiento que ha pasado de una generación a otra.

Un giro a la creatividad

Por ello, a pesar de la resistencia social a valorar la cultura mazahua, encontraron alianzas con instancias gubernamentales para encontrar compradores en otros estados y países; en este camino conoció a María del Carmen Hernández, quien aseguró que juntas implementaron el bordado para la personalización de productos que van desde artículos diseñados especialmente para mascotas o hasta de uso cotidiano, como fundas para celular.

  • “Desarrollé un proyecto que se llama ‘Marieta Linda’ en un programa para formar emprendedoras, en el que combiné dos cosas que me gustan: mascotas y artesanía mexicana, de esta forma aportamos a que se conozca la cultura popular más allá del turismo”.

Desde el año pasado promueven los bordados mazahuas entre las nuevas generaciones a través de una colaboración que une a mujeres muy diferentes, pero con algo en común: su amor por el arte popular.

La toluqueña señaló que a pesar de la importancia de la cultura y el conocimiento indígena, el clasismo y racismo han derivado en la subvaloración de sus productos, por lo que al tratar de insertarse al mercado comercial se enfrentan a barreras de idioma, intermediarios abusivos o al regateo, “ante esto es importante que se fomente el respeto al trabajo de cada artesano”.

El emprendedurismo es su fuerte, por lo cual aprovecharon la pandemia para llegar a un mercado ya consolidado por medio de plataformas digitales, es decir, la venta en línea.

“El encierro hizo que la gente volteara a ver las compras por internet y hemos llegado a gente mayor de 35 años; en general de todas las edades empiezan a valorar lo hecho a mano”.

Sobre las fronteras...

También lograron su primer venta en Estados Unidos y compradores que llevan sus piezas a Asia y Europa. “La artesanía está presente y viva, es parte fundamental de la sociedad, lamentablemente en lo local regatean, no lo valoran, pero debemos trabajar para que haya un respeto”.

​Coincidieron en que con el paso de los años se ha volteado a ver a los mazahuas, “creo que es un parteaguas para que sea más vista la cultura mexiquense dentro y fuera de la entidad, además de que nos enriquezca como personas al permitirnos reconocernos con nuestras raíces”.

KVS

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