Para Verónica Durán, el Día de las Madres dejó de ser una fecha de celebración desde 2019. Ese año, su hijo Iván Arturo Silva fue privado de la libertad por un grupo armado en Irapuato, Guanajuato, y desde entonces su vida cambió por completo.
Uno de sus hijos fue asesinado y el otro permanece desaparecido. Desde entonces, Verónica tomó una pala, un pico y todo su amor de madre para recorrer el estado en su incansable búsqueda.
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“Yo sé que se tiene que festejar, yo amo a mis hijos con todo mi corazón y sé que ellos quieren estar conmigo, pero me duele muchísimo la ausencia. Hay veces que quisiera que no existiera el 10 de mayo, porque sentir el dolor que siento es bien difícil. Y no nada más yo como mamá, sino que me ven mis hijos tristes, y ellos se ponen tristes”, comparte Verónica con la voz entrecortada.
Iván Arturo fue secuestrado la madrugada del 24 de noviembre de 2019, cuando salió a comprar tacos en la colonia 12 de Diciembre, en Irapuato. Sujetos armados que viajaban en tres camionetas lo confundieron y se lo llevaron junto a otras tres personas. Solo una de las víctimas fue liberada.
Recientemente, tras el hallazgo de restos en el rancho Teuchitlán, en el estado de Jalisco, Verónica reconoció entre los indicios una gorra negra idéntica a la que usaba su hijo. Desde entonces, ha solicitado a la Fiscalía de Guanajuato que se realice una prueba de ADN, pero no ha recibido respuesta.
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“Ahorita estoy en tremenda angustia porque en el rancho de Teuchitlán apareció una gorra igualita a la que llevaba mi hijo. No puedo decir que es, pero tampoco puedo descartar que sea. Ya se lo mandé a la Fiscalía desde el primer día que empezaron a subir los indicios las buscadoras de Jalisco, y hasta hoy no me han dado respuesta, no me han dado una cita, no me han dicho qué pasa”, denunció.
En febrero de 2021, Verónica se unió a otras madres buscadoras y fundaron el colectivo “Hasta Encontrarte”, el cual ha liderado varios hallazgos de fosas clandestinas en el estado. A pesar de las negligencias que ha enfrentado por parte de las autoridades, ella continúa su labor motivada por la esperanza de volver a ver a su hijo y por el deseo de que ninguna otra mujer tenga que vivir el mismo dolor.
Iván Arturo Silva tenía 18 años al momento de su desaparición. Es de complexión delgada, tez morena clara y tiene tres tatuajes como señas particulares: una calavera en el brazo derecho, el número 2017 en la pantorrilla derecha y el número 1990 en la pantorrilla izquierda.