Durante la celebración del Día de Muertos, que se festeja el 1 y 2 de noviembre, en diversos municipios de Puebla las familias aprovechan estas fechas para reunirse y acudir al panteón donde yacen los restos de sus seres queridos para decorar sus tumbas y recordar los momentos vividos con aquellos que se adelantaron en la vida.
A esta tradición se le conoce como las veladas y se llevan a cabo en diferentes cementerios desde la noche del 1 de noviembre hasta el amanecer del 2 de noviembre esperando que, guiados por la flor de cempasúchil y alumbrados por las luces de las velas y veladoras, regresen sus difuntos al mundo de los vivos a comer y beber sus alimentos preferidos en los altares que les ofrecen sus familiares.
Estos son algunos de los municipios poblanos donde se lleva a cabo esta práctica, que destaca por su colorido y tradición.
San Juan Ixcaquixtla, es un municipio enclavado en la Mixteca poblana, donde la tradición dicta que cada año durante la celebración del Día de Muertos se debe velar toda la noche en el panteón municipal para acompañar con música, comida y bebida a sus difuntos durante su visita al mundo de los vivos hasta el amanecer.
Con velas, veladoras, fogatas y flores visten y decoran las tumbas. Una tradición que nadie recuerda cuándo y cómo inició.
En el viejo cementerio se dan cita pobladores de los barrios de Cuatro Rayas, Victoria, Ixtiopan, Rancho Chico y Dolores para velar a sus difuntos y seres queridos, pues se tiene la creencia de que el 1 y 2 de noviembre Dios les da permiso a las almas para visitar a sus familiares vivos.
San Juan Ixcaquixtla es un municipio del estado de Puebla que está localizado en la parte sur de la entidad y a 108 kilómetros de la ciudad de Puebla, mismos que se cubren en un lapso de poco más de dos horas y media.
También ubicado en la Mixteca del estado de Puebla, en el municipio de Tlacotepec de Benito Juárez preservan la costumbre de velar a sus muertos en cada uno de sus diez panteones.
Con flores, velas, música, rezos, comida y con mucho respeto, los habitantes se dan cita en alguno de los camposantos de ese municipio poblano para pasar una noche con sus muertos.
Desde el último día de octubre los deudos acuden a limpiar las criptas y prepararlas para el regreso de los que se adelantaron.
Cada familia agrega o cambia detalles a las tumbas pero en general colocan flores de cempasúchil, ceras e inciensos; aseguran que estos elementos ayudan a las almas a regresar a sus hogares.
Para quienes ya cumplieron más de un año de haber fallecido, la ofrenda se coloca en las casas donde vivían. En tanto, los que fallecieron este año se les hace una “ofrenda nueva” y se les coloca una “cruz de casa”, también tienen ofrenda sobre sus lápidas y sus velas son de “cera pura”.
Aquí, los vivos sólo consumen alimentos afuera de los camposantos donde se comercializan antojitos mexicanos. El café, el licor y algún pan se consumen sentados junto a las tumbas sólo para aguantar la desvelada.
Al igual que otros años, los habitantes llegan a los panteones –para velar a sus muertos- desde las 21:00 horas y se retiran después de la misa de las seis de la mañana.
Tlacotepec de Benito Juárez es municipio ubicado a una hora y 45 minutos de la capital Puebla y se llega por la carretera Federal Puebla-Tehuacán, cuenta con cerca de 9,000 habitantes
En la misma región de la Mixteca poblana se localiza Petlalcingo, es un municipio que se localiza a 24 kilómetros al sureste de Acatlán de Osorio y en sus límites con el estado de Oaxaca.
Ahí también se realizan las veladas en la explanada de la Iglesia del Calvario y en el panteón municipal, donde decenas de pobladores pasan la noche del 1 de noviembre esperando la llegada de sus difuntos a un lado de diferentes altares.
Su nombre proviene de las dicciones nahuas “petatl”, estera (petate); “tzintli”, expresión de diminutivo; y “co”, preposición que indica en; quiere decir “en la esterita o en las esteras finas”.
La ciudad fue fundada en las faldas del cerro Petlalcingo por grupos mixtecos, pues allí se encontraba una extensa laguna. Ahí se acostumbra rendir culto a los muertos el 1 y 2 de noviembre.
Para las festividades de Todos Santos y Fieles Difuntos se acostumbra colocar un altar en el lugar principal de las casas donde se ofrecen a los difuntos la comida que más le gustaba y aguardiente que tomaba, además de dulce de calabaza, hojaldras, incienso, flor de todos santos.
La localidad de La Magdalena Yancuitlalpan está situada en el municipio de Tochimilco y éste, a su vez, está ubicado al este de Atlixco, a las faldas del volcán Popocatépetl, ya en la frontera con el estado de Morelos y a 38 kilómetros de la capital poblana.
En dicho municipio el Día de Muertos es una festividad que une a todos pues es una tradición honrar a sus seres queridos que ya han fallecido. Para ello, mantienen viva la costumbre de colocar monumentales ofrendas, así como la elaboración de cera y papel picado.
En La Magdalena Yancuitlalpan, la noche del 1 de noviembre velan a sus muertos en el panteón. La gente va llegando al recinto cargando sus velas, flores e incienso. Rápidamente empiezan a arreglar las tumbas de sus muertos, mientras en la iglesia está la misa, la cual es escuchada por todos gracias a los altavoces que hay.
Conforme transcurre la misa, las velas empiezan a encenderse y todo se llena de los colores de las flores de muertos, de luz y del olor a incienso.
Xochitlán Todos Santos es otro de los municipios donde la tradición de Fieles Difuntos se celebra con mayor intensidad. Este municipio se encuentra a 87 kilómetros, aproximadamente una hora y 42 minutos de la ciudad de Puebla en automóvil. Como referencia está muy cerca de Tecamachalco.
Este municipio fue fundado por grupos Olmecas y su nombre proviene de palabras en náhuatl que significan “entre las flores”.
Allí se dice que durante la noche del 1 de noviembre nadie duerme pues los panteones se llenan de familias que velan a sus muertos, a quienes recuerdan cada año con flores de cempasúchil, flores de terciopelo, velas, veladoras, cena, música y mariachi.
Desde las siete de la noche arriban las familias a los panteones de Xochitlán, el viejo y el nuevo, para llenarlos de luces, incienso, flor de muerto y música.
Acompañan a sus deudos toda la noche hasta las seis de la mañana del 2 de noviembre, cuando el sacerdote llega a oficiar la Misa de Gallo, tras lo cual retiran los adornos de las tumbas y se retiran a descansar a sus hogares.
CHM