Han pasado seis meses desde que los empleados del gobierno federal empezaron la aventura del trabajo a distancia, el home office, o el trabajo escalonado, para evitar las concentraciones de personas en las oficinas públicas y así, frenar los contagios de covid-19 en México.
A partir de marzo, los empleados federales aprendieron a convertir su casa en oficina, a ser productivos desde la comodidad o incomodidad del hogar, y han pasado por diferentes episodios emocionales. Ya no creen cuándo les dan una fecha de regreso a labores presenciales, pues siempre puede existir una prórroga.
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Aunque sí es una mayoría la que sigue laborando desde casa, hay servidores públicos que, por la institución a la que pertenecen, realizan actividades esenciales y tienen que asistir a la oficina, pero ellos también han sabido adaptarse a la nueva normalidad.
MILENIO platicó con algunos empleados federales para conocer cómo han vivido esta cuarentena, que lleva suma más de 180 días; todos los entrevistados prefirieron no revelar su nombre.
“Me compré mi propia silla y es muy cómodo”
S. trabaja en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y asegura que lo más difícil de la cuarentena vendrá cuando ésta se termine, pues será complicado para él adaptarse nuevamente a los horarios diarios de oficina.
Aunque platica que en el área en la que labora se establecieron roles y tiene que presentarse dos veces a la semana. Dice que las horas y los momentos en que resulta más productivo no son los tradicionalmente laborables.
“Yo me concentro más de noche. Mi horario es de 9:00 a 18:30 horas, pero la verdad es que yo me levanto a las 8, voy a correr, almuerzo y vengo empezando a trabajar, a veces, hasta la 1 de la tarde, pero trabajo el mismo tiempo y soy más productivo porque termino de trabajar a las 9, 10 de la noche. Así me he acomodado bien y así vengo cumpliendo. De hecho, hasta me han felicitado porque he dado más resultado que trabajando de manera presencial”, dice.
Comenta que en esos dos días a la semana en los que se debe presentar a la oficina, la pasa mal.
“Para empezar, en la oficina, el espacio no es el adecuado, me siento incómodo, las sillas son incómodas. En home office, yo tuve la oportunidad de comprarme mi propia silla y estoy bien cómodo, pero en la oficina tienes que trabajar con las sillas que ellos te dan, el equipo que ellos te dan es incómodo porque es una laptop chiquita”, añade.
Opina que es innecesario acudir a la oficina, pues su labor es prácticamente en línea, así que la indicación de presentarse la ve más como un modo de mantener ‘checados’ a los empleados.
“Vamos porque supuestamente somos un sector importante y tenemos que estar todo el tiempo al pendiente de lo que se pueda ofrecer, pero ésa es la excusa que nos dieron, más bien parece que es para tenernos vigilados y mantener la productividad elevada”, opina.
Dice que el aislamiento le ha enseñado que cada quien puede organizarse en diferentes horarios y que las horas de comer pueden ser distintas a las de un empleado normal.
“Yo, por ejemplo, empiezo a comer a otra hora. Siento que los horarios establecidos no me ayudan mucho”, comenta.
Por ahora, sabe que no hay fecha para volver y aprovecha el trabajo desde casa, a pesar de que sus jefes sostengan otra idea.
“En marzo nos dijeron que (volveríamos) en junio, en junio nos dijeron que en noviembre, ahora en noviembre ya no nos dicen nada, pero siguen manteniendo el discurso de ‘ustedes estén alerta porque en cualquier momento les vamos a decir que regresen a su máxima capacidad’, pero la verdad, por lo que vemos en las noticias, es poco esperanzador y se ve lejos la posibilidad de regresar pronto”, opina.
“Había menos tráfico y hacía media hora a mi trabajo”
R. trabaja en el Instituto Nacional de Migración (INM), institución que, al ser de seguridad nacional, tiene empleados que no pudieron retirarse a casa para trabajar desde allá.
Es un área operativa y tan dinámica que, aunque al inicio los trabajadores administrativos sí hicieron home office, a seis meses de pandemia ya están casi todos de vuelta, pues se les necesitó presencialmente.
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R. recuerda que sólo pasó una semana en home office y después tuvo que regresar a la oficina. Eso, más que causarle complicación, le trajo comodidades.
“Más que problemas, eran beneficios porque el tráfico disminuyó tremendamente, yo de casa a la oficina me hago media hora, cuando antes me hacía hora y media o a veces dos. Ése era un beneficio porque no había tráfico, podía salir más tarde de casa y llegar más temprano a la oficina”, platica.
“Además, como no había gente, o varios compañeros de oficinas centrales tomaron home office al principio, era muy tranquilo, no convivía con gente, no había nadie alrededor”, dice.
Sin embargo, explicó que el regreso fue gradual, pues varias áreas que se fueron a home office retomaron actividades por la necesidad de servicio.
Hoy, prácticamente todos están de regreso, excepto los empleados de sectores de edad o condiciones médicas de riesgo. Aun así, las medidas de seguridad en las oficinas se han mantenido para evitar contagios.
“Al principio todos traían miedo y esas medidas no se han relajado, se han mantenido: te toman la temperatura al entrar, el servicio médico se ha reforzado con otro médico, al primer síntoma, bajas y están aplicando pruebas rápidas”, comenta.
Además, dice que hay un ánimo de solidaridad y de cuidado mutuo, pero que entienden que son empleados de una instancia de seguridad nacional y que, por lo mismo, son instancia esencial, que el trabajo no puede detenerse y no pasa nada; “solo cuando tenemos que ir a campo, nos decimos ‘cuídate mucho’”, platica.
“Si te dicen la junta es a las 8, a las 8 ya estás”
El uso de la tecnología y la autodisciplina son dos habilidades que J. aprendió al hacer home office desde marzo.
“Era muy raro que yo hiciera una junta en zoom, entonces aprendimos eso, además, autodisciplina, porque no tienes que checar, pero sí te tienes que levantar temprano, conectarte y, si hay junta, tienes que estar presentable, no de traje y corbata como es común, pero sí con la cara limpia o bien arreglado”, platica el señor, servidor público del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras).
Además, dice que ha aprendido a estar más tranquilo porque sabe que va a llegar a tiempo a sus juntas y también ha aprendido a estar encerrado con la familia, pero a la vez a estar conectado con sus compañeros de trabajo, sus jefes y sus subordinados.
Pero si hay algo que más agradece del aislamiento, es poder librarse de Santa Fe y de la Supervía.
“Santa Fe es un caos. Para ir ahí, es necesario pagar la Supervía, si no, llegas tarde. Perdemos mucho tiempo hora-hombre en el transporte, en transportarnos hasta allá. Esa es una de las ventajas que se tiene, mientras que las juntas se pueden hacer con Zoom o por otros métodos”, platica.
Él considera que la época del home office, lejos de lo que se cree, ha sido en la que más productividad ha habido.
“Siempre hay alguien que no llega a tiempo, que pierde tiempo en lo que llega y prende la computadora, en lo que se echa el cafecito; en cambio, aquí no, aquí te dicen a tal hora, ‘la junta es a las 8’, y a las 8 ya estás porque así tiene que ser, entonces creo que no ha bajado la productividad y en algunas áreas, incluso, se ha incrementado”, dice.
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Sin embargo, sí considera que hay desventajas de esta modalidad de trabajo, pues los horarios de trabajo se han disipado, hay cansancio, hartazgo y añoranza de la vida en la oficina.
“Yo he hablado con mis compañeros y todos están muy paranoicos de contagiarse, pero también muy hartos de estar en la casa. No te creas, las juntas en Zoom son cansadas y además, todo se graba, no me han comentado que haya habido problemas de que hayan hablado cosas que no son, no he escuchado, pero es un riesgo, hasta de que te vean en pijama”, comenta.
J. se queja de que ha sabido de casos en que son las 9 de la noche y los jefes piden reportes o recuerda que ha sido convocado a juntas virtuales urgentes en sábado y hasta en domingo.
“Extraño ver a mis compañeros presencialmente, no es lo mismo tenerles y hablar aunque ocupados en otra cosa, que cuando están junto a ti y puedes ver lo que están haciendo, en el caso de los subordinados, o el jefe puede estar viendo lo que tú estás haciendo. Eso sí lo extraño. La verdad sí extraño la convivencia. Y no deja de haber pleitos, claro que menos; diferencias con los compañeros, no deja de haber, aunque eso sí, menos”, expresa.
“Llegas a sentir que no formas parte del equipo”
Poder comer en casa y pasear a su perro hasta cuatro veces al día es lo que P. agradece del home office y la vida en cuarentena.
Trabaja en la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) y aunque dice que desde el inicio del sexenio no ha tenido un horario laboral bien definido, pues siempre ha tenido que estar junto al teléfono para atender peticiones, le agrada que todo pueda hacerlo desde casa.
“Ha sido una mejoría en todos los aspectos, pues en mis actividades me requieren en horas que van más allá de los tiempos de oficina, a veces teníamos actividad a las siete u ocho de la noche y tenía que atenderla en la oficina, lo implicaba quedarte hasta muy tarde, ahora no, ahora estás en casa y sigues trabajando a altas horas, pero ya es desde casa”, dice.
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Aunque hoy lo celebra y siente comodidad, dice que al inicio fue difícil adaptarse y que, de vez en cuando, todavía siente incertidumbre por la distancia de las actividades de la oficina.
“Ha habido altibajos, temporadas en las que apenas agarrabas la onda, en lo que entendías cómo iba a funcionar. Creo que por fin agarré un equilibrio, desde agosto empecé a agarrarle más la onda. Pero emocionalmente, sientes que estás perdiéndote información de tu trabajo y hay tanta información en una oficina de gobierno, que te llegas a sentir que ya no eres parte de nada y a la vez eres parte de todo”, platica.
La comunicación, considera, es algo que se ha sacrificado con el home office, pues a pesar de que existe la posibilidad de estar conectados todo el tiempo y por diferentes dispositivos, falta la interacción personal.
“Las reuniones son más complicadas y la comunicación en general, interna, si bien se puede solucionar y estar en contacto con muchas personas, no es fácilmente reemplazable. Siempre va a haber teléfonos descompuestos y se va mucha información que, estando en la oficina, es más sencillo comunicar cuando todos estamos en el mismo canal”, opina.
“Se extraña el ‘¿cómo te fue ayer?’”
“Antes las reuniones eran en una sala de juntas y ahí, bien que mal, bromeabas o había más interacción entre nosotros, ahora la realidad es que sólo es ‘hola’ y ‘adiós’. Ahora no viene toda la gente, se siente más frío en esta época; se extraña incluso el ruido, se extraña el ‘¿cómo te fue ayer?’”, platica M. quien trabaja en oficinas administrativas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En su área, explica, desde marzo se implementó el trabajo en casa y las que más lo han aprovechado son las mamás, pues como las guarderías no han reabierto, pueden cuidar a sus pequeños y trabajar al mismo tiempo, aunque eso signifique alargar la jornada laboral.
“Lo he visto más en las mamás, el hecho de que no las busques en el día no quiere decir que no estén trabajando, sin embargo, tú les puedes pedir un documento para mañana y ellas lo trabajan en la noche y no es que nos lo pidan en la noche, sino que después de que los duermen o se acuestan, ellas trabajan”, explica.
Por eso, comenta que han aprendido a ser pacientes y empáticos en su equipo de trabajo, comprensivos con la vida y las complicaciones de los demás al tener que trabajar desde casa y sin salir para no contagiarse.
Sin embargo, denuncia, sí hay áreas en las que sí asiste toda la plantilla; “hay un área administrativa que es IMSS-Bienestar en donde está toda la plantilla y me he enterado, por compañeros, que sí ha habido contagios”, dice.
“Anímicamente ha sido difícil. El otro día, platicando con mi equipo, decíamos que estamos muy sensibles, aunque tenemos paciencia, tendemos a sacar la frustración de que ‘ya quiero que termine esto’; estamos sensibles porque sí hay gente que ha tenido pérdidas con sus familias y no ha sido lo más deseable”, añade.
Pese a ello, considera que su oficina ha sabido sobrellevar la pandemia. Dice que los que pueden, van una vez a la semana y cuidan todas las medidas de protección para evitar contagios, sanitizan las oficinas dos veces a la semana y les colocaron acrílicos entre sus lugares.
“Se generó un protocolo, lineamientos como que todos tenemos que traer cubrebocas, cero festejos de cumpleaños y si vas a comer aquí, tienes que comer en tu lugar. Lo único que sí hemos visto, que creo que faltan, son pruebas. Siendo que estamos en un instituto de salud, no nos hacen pruebas”, comenta.
Así, la nueva normalidad en las oficinas del gobierno federal.
ROA