El Grupo de Apoyo Casa Colibrí que se dedica a brindar apoyo a personas que han sido diagnosticadas con VIH está solicitando apoyo para reubicarse, ya que será cerrado luego de que fueran víctimas de acoso y violencia por parte de vecinos de la zona de Cuernavaca, Morelos, en donde estaban ubicados.
En entrevista para MILENIO, Adriano Arte, coordinador general de Casa Colibrí, explicó que desde el mes de junio han sido víctimas de distintos tipos de violencia por parte de quiénes habitan en la colonia, los cuales orinan en su azotea, les avientan piedras e incluso lo han acusado de distribuir drogas.
“De pronto salía y los vecinos ya volteándome a ver raro. Y de pronto escuchar comentarios de los vecinos de que los mismos compañeros que venían por medicamentos, ya los veían como gente extraña y estaba el comentario de que entraba y salía muchísima gente extraña, luego comenzaron a decir que venían por drogas”, contó.
Por estas razones, quien les rentaba el espacio desde 2020 decidió rescindir el contrato y ahora están buscando un nuevo lugar en donde poder instalarse ya que tienen hasta el próximo 13 de octubre para desocupar el inmueble y hasta el momento no han tenido éxito buscando un nuevo lugar a donde moverse.
“Muchas de las personas que viven con el diagnóstico terminan perdiendo amigos, terminan perdiendo el hogar cuando se sabe su diagnóstico, entonces nos convertimos en esa familia entre todos. Tratamos de que la comunidad fuera parte de esto, de apoyar, de poner nuestro granito de arena y nunca se había visto como problema”, dijo.
En el Grupo de Apoyo Colibrí se reparten de forma gratuita medicamentos retro virales para quién los necesite, pero además se impartían cursos y servía como refugio para quiénes están en situación vulnerable o de calle.
Adriano lamenta la situación por la que están pasando ya que, aunque han sido reconocidos a nivel nacional por su trabajo, esto no ha impedido que sigan siendo víctimas de discriminación y violencia pese a que únicamente buscan poder apoyar a sus pares y lograr que tengan acceso a salud y a una vida digna.
“También tenemos derecho a ser felices un ratito, a reírnos, a no pensar en el diagnóstico todo el tiempo porque, como decimos, no es el VIH lo que te mata, es la serofobia es la gente, no es el VIH el problema sino lo que la gente hace con nuestro diagnóstico”, concluyó.
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