En Tampico hay dos focos rojos, los multifamiliares y el cerro de Andonegui, es necesario intervenir desde ahora para evitar más tragedias, señaló Elías Hernández Jiménez, especialista en seguridad y protección civil.
“Son dos focos rojos en la ciudad, los multifamiliares no tardan en caerse, el gobierno debe buscar reubicar a esas personas, es su obligación actuar antes de que se caiga y mueran personas”, expresó el experto.
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Subrayó que también se debe prevenir una situación lamentable en el cerro de Andonegui, que afirma, “está inundado de iguanas, las cuales están haciendo hoyos hacia abajo y una lluvia intensa puede generar serios problemas”.
Sostuvo que es el gobierno estatal, en coordinación con el municipal, quienes deben abocarse a prevenir riesgos frente a estos focos rojos que se tienen en Tampico, aunque aclaró no son los únicos.
“Histórico pero se tiene que derrumbar”
“Está el problema latente de los edificios históricos en malas condiciones, pero ahí se tienen que sentar el estado y el Inbal, que es que protege esos inmuebles, decirle sabes qué, pues muy histórico y todo pero se tiene que derrumbar porque representa un peligro y primero están las vidas humanas”.
Hernández Jiménez considera que no hay vuelta de hoja ni tiempo que perder, pues es una problemática que ya lleva bastante tiempo y las administraciones no han logrado resolver.
Iglesia de la Santa Cruz, ABC, Rébsamen...
Sobre la investigación de la caída del techo en la iglesia Santa Cruz, apuntó que solo es cuestión de hacer deducciones lógicas y jurídicas para determinar en quién recaen las responsabilidades.
“Hay que voltear a ver lo que pasó en la Guardería ABC, hubo órdenes de aprehensión, responsables; en el caso del Colegio Rebsamen hay personas encerradas, la dueña, el propio director responsable de obra que revisó la instalación y dijo que estaba bien y no era así, le fincaron responsabilidad penal”.
En la iglesia Santa Cruz de Madero, lo más probable, agregó, es que no haya habido un director responsable de obra, que probablemente pidieron donaciones, pagaron a un albañil y no se tramitó un permiso de remodelación en el ayuntamiento.
Elías Hernández explicó que de no haberse solicitado dicho permiso, el ayuntamiento tuvo que detectar y parar la obra, pues es lo que hace con los particulares, van rápido y clausuran hasta que se regularice.
El especialista finalizó diciendo que la iglesia debió tener su propio plan de riesgo, como escuelas, guarderías, dependencias públicas de los tres órdenes de gobierno y, desde luego, industrias, empresas y comercios de todos los giros.
SJHN