La Navidad no es para todo igual. Hay quienes no pueden pensar en un pavo o regalo, sino en cómo salir adelante el día siguiente o qué conseguir para llevar a la mesa ese mismo día.
Estas historias muestras la adversidad en cada familia, cómo la pasaron en medio de la crisis económica, el desempleo, la nueva realidad o la enfermedad.
“Ni televisión teníamos”
Dos menores han tenido que trabajar de cargadores de mandado en las tiendas para poder solventar los gastos de internet que exige la nueva normalidad de estudio por consecuencia de la contingencia del coronavirus en el municipio de Altamira y que continuará en el mes de enero.
La madre de estos menores, Celia Abad Casares se dedica a la venta de nopales afuera de las tiendas, mientras sus hijos la acompañan para ayudar con el mandado a la gente a cambio de una moneda. Ella se hace cargo de los medicamentos para su esposo, quien por su condición de salud no ha podido salir a trabajar, pero también para los gastos del hogar, principalmente alimentos, mientras que sus hijos pagan el servicio de internet con lo que sacan ayudando a la gente.
“Ni televisión teníamos, con gran esfuerzo la conseguimos y después resulta que lo que se necesitaba era el internet, porque los canales no se veían con simple antena, hemos pasado tiempos muy difíciles, ahora más con esto de la pandemia”.
Su hijo más pequeño cursa el sexto grado de primaria y está entusiasmado para poder terminar y llegar a la secundaria, pero las cosas se le complican por la falta de un celular o tablet; el mayor acaba de entrar al primer semestre en el Instituto Tecnológico de Altamira para estudiar Ingeniería Industrial, .
La familia requiere de apoyo en cuanto a los aparatos electrónicos, así como eritropoyetina que tiene un valor de dos mil 500 pesos. Los interesados en ayudar pueden comunicarse con la señora Celia al (833) 367-84-46.
Mi hija quiere estudiar y no puedo
Elvia Santiago Hernández, quien reside en calle Morita 523 del Fraccionamiento Unidos Avanzamos en Altamira, platica la difícil situación por la que han atravesado ante la falta de un buen aparato para el aprendizaje de su hija que cursa el quinto año de primaria.
Su esposo y su hijo mayor, quien ante la necesidad de recursos económicos dejó de estudiar para ir a trabajar, son los que mantienen este domicilio, sin embargo, no les alcanza para comprar un celular o computadora.
"Mi hija quiere estudiar y no puede, jamás imaginamos que algo como esto sucedería, uno como padre siempre quiere lo mejor para ellos".
La niña utiliza un celular ya muy viejo, mismo que se cicla y además han hecho un esfuerzo por pagar el Internet, que es de 430 pesos mensuales. Hay dos niñas más en esta familia que cursan en el Consejo Nacional de Fomento Educativo en preescolar. Ellas están sin clase y reciben una despensa para subsistir esta pandemia.
La persona que quiera ayudar a esta familia se puede comunicar al teléfono (833) 109-04-59 con la señora Elvia Santiago Hernández.
Mis hijos se comparten un celular viejo
María Juana Escamilla Hernández, tiene dos hijos, una niña que cursa el sexto año de primaria y un adolescente que está en segundo de telesecundaria en el municipio de Altamira.
Lamentablemente, por la pandemia ya no pudo seguir trabajando y con el sueldo como obrero de su esposo no les alcanza para adquirir celulares o computadoras para sus hijos.
"Se comparten mi celular, pero ya está muy viejo, no funciona a veces y las tareas son todos los días, y no sabemos qué hacer".
Ella se dedicaba a los trabajos en casas, ya sea haciendo la limpieza o lavando ropa, pero por la cuarentena obligatoria y el riesgo de contraer covid-19, ya no le permitieron seguir con este oficio.
Pese a ello adquirieron un celular de segunda mano, el cual comparten y han logrado sacar adelante las clases, pero no es suficiente para los dos y aparte de eso falla este aparato.
Las personas que tengan el interés en apoyar pueden comunicarse al teléfono (833) 236-54-75 con María Juana Escamilla Hernández.
"No tengo dinero, estoy jodido"
A sus 87 años, don Alfredo Cruz Aguilar, pasará su Navidad solo, sin una rica cena o la compañía de su familia. erá una noche como cualquier otra.
Reside en la calle Lomas del Real 915 del Fraccionamiento Unidos Avanzamos Más en Altamira. Hace cinco meses una severa infección le cayó en uno de sus pies. Le salieron ampollas, se inflamó y comenzaron a salirle orificios.
De oficio trolelotero, no pudo salir a trabajar más. Tuvo que quedarse en casa durante toda esta pandemia, mientras que los doctores nunca supieron explicarle qué es lo que tenía.
Después de ir a varios médicos con sus últimos ahorros, su pie lejos de mejorar cada vez iba peor, ya que hasta pus le comenzó a brotar.
Desde entonces se ha quedado encerrado en su casa sin poder valerse por sí mismo. Vive solo porque no tiene esposa y sus cuatro hijos se encuentran trabajando en Estados Unidos y no pueden volver, pero le mandan el recurso suficiente para comer y pagar los servicios básicos como la luz y el agua. Recientemente instalaron un teléfono local para que él pudiera hacer llamadas y estar al pendiente de su salud.
"No tengo dinero, estoy jodido, para mi no hay navidad, aquí es lo mismo de siempre, todos los día son iguales, nada más está uno viviendo y ya, antes yo planeaba la cena, compraba pierna o pavo, pero ya todo eso se acabó, estoy solo, aunque sí me apoyan mis hijos con dinero para pasarla, comida y servicios sí tengo".
A diario saca una cubeta para sentarse a la puerta de su hogar y mirar a la gente pasar por la calle. Hay ocasiones en las que también llegan vecinos para conversar con él y darle los ánimos para que siga adelante.
El teléfono local de don Alfredo es el (833) 572-71-65, requiere de comida, cobijas y medicamentos.
evt