Hasta antes de 2005, alrededor de seis hectáreas de terreno en lo alto de un peñasco en la localidad de Acopinalco del Peñón, en Tlaxco, Tlaxcala, eran utilizadas para la siembra y cosecha de maíz y avena. Con el paso del tiempo y tras daños en el suelo la producción se fue en picada, por lo que un grupo de amantes de la naturaleza tomó la decisión de convertir el lugar en un paraíso de árboles de Navidad.
Hace ocho años el lugar adquirió el nombre de Navitlax Grupo Empresarial y actualmente es reconocido en Tlaxcala y la Sierra Norte de Puebla por su desarrollo sustentable de producción de pinos de Navidad, ya que desde un mismo tronco se obtienen hasta siete árboles como parte de una técnica que evita la tala masiva. A la par, contribuyen a la restitución de las especies ayacahuite, oyamel y "Vikingo", este último de tipo híbrido.
"Nos invitó un ingeniero a participar en el proyecto, teníamos producción, pero no comercialización. A través de la Conafor nos integramos como grupo empresarial entre seis personas y así nace Navitlax en 2013- Actualmente tenemos aproximadamente mil piezas de la especie 'Vikingo' y 300 piezas de oyamel, listos para que la gente venga a adquirirlos", dijo Adelaida Hernández Arenas a MILENIO Puebla.
Este lugar permite conectar con la naturaleza, con paisajes incomparables y un olor a pino, Navitlax se ha convertido en el bosque de la eterna Navidad, a donde familias y grupos de amigos realizan caminatas para elegir el mejor árbol para colocar en su casa o negocio. El reto no es sencillo, pues los pinos se pueden encontrar de todos los tamaños y grosores, por lo que la visita se convierte en una aventura.
"Navitlax ofrece antojitos mexicanos, convivencia familiar, vienes a disfrutar de la naturaleza y respiras aire puro, todo lo que ofrece el medio ambiente y muchos preguntan: ¿Por qué comprar un árbol natural y no uno artificial? La producción de un árbol artificial, por lo menos, contamina entre 100 y 200 litros de agua, en cambio el natural produce oxígeno y representa un apoyo a la economía rural", precisó Hernández Arenas.
Los procesos
El señor Javier Espino Roldán, encargado de "Navitlax", se traslada de un lado a otro entre los senderos de pinos en lo alto del peñasco de Acopinalco. La vista es incomparable y acompañada de su habilidad para explicar el proceso de siembra de árboles, invita a la gente a adquirir un ejemplar por un precio entre los mil y dos mil pesos, para inundar de naturaleza sus hogares.
Todo comienza en la parte trasera de una cabaña, donde carne, nopales y cebollas son asadas para que la gente pueda degustar la gastronomía local después de recorrer el lugar. Allí, se germinan las semillas de los pinos, después pasan a tres bolsas con tierra de diferente tamaño, según crezcan los ejemplares.
"Se va haciendo por etapas para que posterior a la altura requerida se pase al campo, esta lona es para evitar que una granizada repentina dañe los árboles y para reducir el sol, este, por ejemplo, es un oyamel, característico de la región, al final le damos el seguimiento al pino para que tenga una buena calidad y no se muera en el campo donde alcanzan tamaños por arriba de los dos metros de altura".
De pronto, este hombre sujeta el árbol y arranca una caminata, elige el espacio y comienza a plantarlo, con la pala saca la tierra y al final aplana y deja canales para evitar el estancamiento natural del agua. Una vez sembrado, se mueve de lugar, es hora de comenzar el ritual de cortado junto a un grupo de amigos que visitó Navitlax.
"Tenemos este machete que se le conoce como chirriador, le vamos dando la forma que se requiere para la venta, lo que pida el cliente, más entubados o más pachones y buscamos el árbol que más o menos no pase esa forma y lo vamos adaptando", añadió, a la par de subirse a una escalera y empezar con los machetazos.
Artesanías de la naturaleza
"Estamos exhibiendo estas artesanías que se hacen con lo que nos da el campo, como pueden ver, hay casitas y árboles hechos a base de semillitas, hay de costos accesibles y así aprovechamos todo lo que sale de la plantación, a mí me encanta", indicó a MILENIO Puebla la hermana de Javier, Cecilia Espino.
Compartió lo mucho que le gusta convivir con la naturaleza, apreciar el crecimiento de los pinos y ofrecer artesanías finamente realizadas con restos de árboles y vegetación como unas cabañas a escala que incluso abren sus puertas y ventanas.
Esta actividad, además de representar un ingreso extra para Navitlax, permite mantener a los trabajadores en un ambiente de creatividad e innovación artesanal, explicó Hortencia Roldán, quien detalló que hay manualidades que van desde los 70 u 80 pesos hasta los 500 pesos, en modelos más elaborados.
AFM