Niños, quienes viven el duelo más difícil por el covid

“Cuando somos niños pocas cosas nos explican, imagínese ahora en que la pérdida de un ser querido roza todos los días su núcleo familiar”.

Coronavirus en niños. (Rolando Riestra)
Antonio Campos
Ciudad Madero /

José de siete años y Antoni Jonathan de seis enfrentan el momento más difícil de su vida. No se trata de la complejidad de las clases en línea o de la desesperación por no poder salir a jugar con sus amigos: ellos han perdido a un ser amado por la pandemia y no lo pueden procesar.

El duelo generado por la pandemia es más complicado para la niñez, porque lo sufren en silencio, lo que sumado al confinamiento en que se han mantenido durante trece meses, marca profundamente sus vidas.

Así lo expone la presidenta del Colegio de Psicólogos del Sur de Tamaulipas, Miroslava González Palomares, quien dice que lomenores pasan de la negación a la ira, depresión y finalmente la aceptación, pero les cuesta muchísimo trabajo transitarlo.


“Ellos a diferencia de los adultos, su sufrimiento es casi en silencio porque no expresan sus emociones de manera directa. Al afrontar la muerte de un ser querido durante la infancia, los pequeños experimentan el peor dolor; por un lado, no entienden por lo que están pasando y mucho menos pueden expresar lo que sienten”.


Información adecuada

La especialista en Psicología Clínica de Tanatología y Resiliencia, Rosa María Segura Gutiérrez, menciona que entre más grande es el niño, tiene más conciencia sobre la muerte y si no ha tenido la información adecuada y la seguridad de sus progenitores, es posible que pueda necesitar ayuda terapéutica.

Dice que como padres se debe inculcar a los niños desde pequeños a ser resilientes frente al dolor y enseñarles a ser valientes y honestos, pero también a orar por otros.


“Hay que decirles que tener miedo no es malo, ellos deben encontrar su fortaleza interior para seguir adelante. En lo personal he enseñado a mis hijos desde los dos años y cada uno lo siente diferente pero se enfrenta con el mismo valor. El miedo debe movernos y el dolor debe enseñarnos”.

Al dar a los niños este aprendizaje, no se asegura que no les duela; se afianza que saldrán adelante a pesar de la pena y continuarán su vida.


Covid y el duelo

Para la psicóloga infantil, psicodramatista y narradora oral, Elsa Vargas, la muerte nos acompaña silenciosamente toda nuestra vida; hay quienes lo ven como una transición, una tarea cumplida o un eterno descanso.

Menciona que dependerá de la madurez emocional del menor y el vínculo del apego, la manera en que lleven su duelo, pero el covid-19 vuelve todo más confuso.


“Esta pandemia nos ha vuelto a todos vulnerables, y aunque los procesos de vacunación ya se están dando, no estamos exentos; como mamá de dos menores de ocho y de un año y profesional de la salud mental sé que pasa por la mente de mis hijos”.


Pasó de educado a rebelde 

José es un niño de siete años, que antes de sufrir la pérdida de su bisabuela era muy bien portado, seguía reglas y era educado.

Cuando sus padres observaron que su cambio podía deberse a su duelo, pensaron mucho qué palabras decirle, porque nadie está preparado para un momento así.

El día del deceso el pequeño lloró y se enojó. Sin embargo, parecía haberlo procesado y superado al paso de los días. Poco después se notó que repasaba con fecha y hora el momento en que había fallecido la bisabuela.


Empezó a no trabajar en clase, a ser “contestón” y a correr detrás de mamá o papá. Se veía desesperado, pero cuando se hablaba con él sobre su comportamiento, se quedaba callado, hasta que un día dijo que se quería ir al cielo a ver a su bisabuela y que tenía miedo estar solo.

Sus maestras recomendaron que lo tratara un especialista. Han transcurrido varias semanas pero el pequeño continúa molesto con los doctores, a quienes culpa de la pérdida.

Por otra parte, Antoni Jonathan de seis años, sufrió la pérdida de su abuelito Mario, lo cual le causó una gran tristeza y no paraba de llorar. Los últimos días había convivido con él como nunca antes. Su madre le dice que él ya está descansando y que fue mejor así porque estaba sufriendo, pero esto no le brinda consuelo alguno.

Han transcurrido cinco meses del fallecimiento y Antoni sigue extrañando a su abuelo.


​SJHN

LAS MÁS VISTAS