"Entre más dinero tengamos para la semana es mejor, así es mayor el beneficio para la familia", cuenta a Milenio Puebla, Antonia Pérez Soriano, campesina de San Buenaventura Nealtican, quien decidió continuar con sus actividades este 9 de marzo, aunque está consciente del movimiento #UnDíaSinNosotras.
"Las mujeres, sabemos de todo, sabemos moler, sabemos trabajar en casa, cortar flores, deshierbar, hacer enrollos, y trabajar cualquier clase de cultivo. Por un día de trabajo hombres y mujeres llegamos a ganar entre 180 y 200 pesos la jornada, que empieza desde las 7 u 8 de la mañana y termina a las 5 o 6 de la tarde"; al terminar la labor, una camioneta pasa por ella y otras mujeres al campo de cultivo ubicado en Cholula, a donde les acompañan algunos niños y dos hombres.
Mientras quita la enredadera que daña el cilantro, Antonia platica que el pago a hombres y mujeres es parejo, pero cuando es flor "te pagan por los manojos que hagas, aunque al final la mujer hace más dinero, porque los hombres sólo traen a casa una miseria."
Sobre la violencia
Para Antonia, las situaciones de maltrato hacia la mujer dependen de cada una. "Si una vez nos dejamos, nos lo seguirán haciendo, pero tenemos que ser muy valientes para no aceptar la violencia."
Ella conoce a mujeres que han sido víctimas de la violencia en sus hogares, a quienes les dice que "tomen acciones, que se valoren como mujeres, porque cada mujer depende más de sí misma y deben hacerlo también por sus hijos, no debemos aceptar la violencia porque ellos la aprenden."
Respecto a las autoridades, Antonia Pérez reconoce que existe corrupción al momento de denunciar la violencia, pues "si le pagan al juez, a veces no nos hacen justicia, pero si no la hacen los jueces, entonces hay que dejarlos, porque al hombre que te maltrata: hay que abandonarlo."
El pan de cada día
Sin dejar de laborar a la par de sus compañeros, bajo el quemante sol de mediodía, Antonia abunda sobre la economía familiar: "Nosotras como mujeres trabajamos, llevamos a los niños a la escuela o al campo, y los hombres andan en la cantina, tomando y hay veces que ni les importan nuestros hijos, en cambio como mujeres, nosotras aportamos más que el hombre, ellos llegan a la casa y no traen dinero y una como mujer nunca va dejar sin comer a un hijo."
Muchas ocasiones los patrones dejan que Antonia, Esperanza, Brenda, y las demás campesinas se lleven algo del campo a casa, cuando ya está maduro. Así llevan un par de brócolis, una col o el mismo cilantro para completar su alimentación.
El trabajo de Antonia y las demás mujeres que le acompañan en esta jornada, no concluye cuando pasa la camioneta a recogerlos, al llegar a su casa hay que preparar la comida, además de ver la tarea de los pequeños. Los niños ayudan un rato en el campo, pero también juegan con la tierra o se distraen con los insectos, "pero sólo cuando no hay clases y para que no hagan diabluras en la casa".
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