La familia Lazcano, el Tezontle y el 2 de Candelaria

Crónica

Nadie habla ni dice nada de él, pero su apellido sigue apareciendo en los arcos del arreglo floral

Iglesia de la Asunción en El Tezontle. (Alejandro Reyes)
Alejandro Reyes
Pachuca /

Nadie dice su nombre. Nadie habla de él. No hace falta. Su estirpe se lee entre arreglos florales a la entrada de la iglesia del Tezontle, acá donde se venera a la Virgen de la Asunción. Ahí, en lo alto, flores blancas forman tres palabras: Fam. Lazcano Lazcano.

El sol de la mañana arde de la piel. Es 2 de febrero, Día de la Candelaria y aún quedan algunas personas afuera de la iglesia. Nadie habla ni dice nada de él, esta vez el nombre de Heriberto Lazcano, extinto líder de los Zetas, no aparece en los arcos del arreglo floral, basta con su apellido.

El hombre delgado y cubrebocas negro que sale detrás del atrio de la iglesia dice que los tamales fueron a las ocho de la mañana, también cuenta que la misa por el Día de la Candelaria será a las seis de la tarde.

La iglesia está vacía, la bancas en dos filas, al fondo, en el atrio, está la Virgen de la Asunción, un Cristo en la Cruz, a un costado hay una manta en la que se lee: el señor es el rey de la gloria y en el techo hay un vitral azul del Espíritu Santo. La luz se cuela por las ventanas sin cortinas en forma de arcos.


Los fuegos pirotécnicos estallan en lo alto, en un cielo sin nubes. La música se pasea por la calle Nogal, a un costado de la iglesia. Hay una banda que canta “un puño de tierra”, la gente los mira y otros los graban con su celular.

En la explanada, frente a la iglesia, hay dos mesas anaranjadas, dan cuenta de que ahí fueron los tamales por la mañana, no tienen manteles y a un costado quedan solo bolsas negras con basura.

El sol no tiene piedad a las diez de la mañana pero las pocas personas que aún quedan acá escuchan a la banda que en unos minutos será sustituida por otra y al final habrá una marimba para cerrar la presentación musical.

Una mujer de chamarra verde, gorro en la cabeza y tenis negros, a quien un joven de lentes identifica como la tía, graba en su celular las canciones de las bandas, camina de un lado a otro con su teléfono en la mano.

La pandemia de covid-19 aún sigue, algunas personas traen su cubrebocas y otras no llevan nada en el rostro, están en grupos de dos, de tres, salpicados frente a la iglesia y en la explanada.

Dos mujeres, adultas mayores, platican mientras suena la música de viento de la segunda banda de la mañana, una de ellas con el pelo largo ya plateado y la otra de cabello corto en forma de chinos.

En cinco días se cumplirán nueve años y cuatro meses desde la muerte de Heriberto Lazcano aquel 7 de octubre del 2012 en Progreso, Coahuila, abatido por elementos de la Secretaría de Marina.

Este año, al igual que en el 2021, la iglesia de Tezontle, en el Día de la Candelaria, no tiene el nombre de Heriberto Lazcano en el arreglo floral de los arcos de su entrada. La última vez que su nombre y su fotografía estuvieron ahí fue el 2 de febrero de 2020.

En el árbol de la explanada se reúne un grupo de hombres y sobre el rodete del árbol hay una botella de agua mineral, una de coca cola y otra de alcohol. “Nunca es demasiado temprano para una copa”, dice el joven que identificó a la tía.

Frente la iglesia las dos mujeres adultas mayores platican, no dicen su nombre pero se han animado a hablar de él, del extinto líder de los Zetas, el cartel que sembró el terror en el norte del país y tiene la patente de San Fernando donde fueron asesinados 72 migrantes.

La mujer de cabello corto y chino le dice a su acompañante frente a la iglesia que “no hay que juzgar, no todos somos buenos y malos”. La música sigue, toca el turno de una marimba, el sol sigue sin tener piedad y aún no es medio día.

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