Según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Información (Inegi) y el Consejo Estatal de Población (Coespo), en Puebla existen un millón 169 mil 700 de hogares que identifican como líderes del hogar a un hombre, el 68.27 por ciento del total, factor que hace necesario revisar cómo se educa a las nuevas generaciones de padres para que se involucren en la educación de sus hijos.
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A propósito del Día del Padre, que en México se celebra el tercer domingo de junio, MILENIO-Multimedios Puebla platicó con Cirilo Rivera García, psicoterapeuta especialista en estudios sobre masculinidades e intervención con hombres.
Explicó que a partir de la década de los noventas, los hombres en Europa y Occidente comenzaron a cuestionarse sobre cómo debían cambiar comportamientos machistas, como la crianza de los hijos, que por generaciones estuvo a cargo de las mujeres.
“Durante años, se enseñó que el hombre cumplía su rol de padre siendo el proveedor de dinero, de la comida, de lo que hacía falta en casa; pero factores esenciales para el desarrollo de los hijos, como el amor, los sentimientos, los valores, la educación quedaba a responsabilidad de la madre, sin que ella pudiese desarrollarse en el ámbito profesional porque debía atender las labores domésticas”.
El especialista a cargo del proyecto ‘Masculinidades, Salud y Autocuidados’ refirió que a nivel mundial se han desarrollado distintos estilos de paternidad gracias al modelo de nuevas masculinidades, las cuales fueron impulsadas por hombres interesados en romper estereotipos y por mujeres que vieron en el feminismo una forma de convertirse en factores de cambio, a fin de alcanzar igualdad y equidad de género.
“Al principio el hombre se limitaba a participar en algunas tareas del hogar, como barrer o lavar los trastes y creían que con eso ya cumplían, pero no es así. Los hombres tenemos la obligación de cambiar, de hacerlo realidad, de ser partícipes activos en la vida de los hijos, en México todavía es común encontrar que las mujeres se encargan de todo, no podemos continuar así”.
De acuerdo a la ‘Guía de paternidad activa para padres’, elaborada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), un padre activo es aquél que “tiene una relación afectuosa e incondicional con su hija o hijo; mantiene una relación que vaya más allá de proveer económicamente; es partícipe y actor del cuidado diario y la crianza de los hijos con acciones como: cuidarlo, alimentarlo, hacerlo dormir, vestirlo, pasearlo y enseñarlo; y promueve un vínculo cariñoso, de apego mutuo, de cercanía afectiva con su hijo/a”.
Con ese concepto también coincidió Cirilo Rivera, que consideró que el confinamiento provocado por la pandemia de covid-19 causó dos factores opuestos respecto a la crianza de los hijos por parte de los hombres: el número de casos de violencia intrafamiliar aumentaron, pero también provocó que una minoría rompiera con rutinas apáticas por la llegada del teletrabajo o home office.
“Los padres pasaron por un fenómeno en el que el trabajo dejó de ser su principal actividad ocupacional y mientras algunos optaron por aislarse y reforzar su autoritarismo mediante conductas violentas, otros comenzaron a reconocer sus emociones y a participar activamente en la educación de los pequeños. Por primera vez hacían tareas, preguntaban por los intereses de sus hijos y sus parejas, se tomaban tiempo para jugar, aprender y conocer a los niños, algo que el trabajo a veces les impedía”.
El especialista advirtió que en México y sobre todo en Puebla, todavía falta mucho por hacer para celebrar que los padres de familia han adoptado nuevas masculinidades; sin embargo, fue positivo respecto a las nuevas generaciones de hombres y la manera en que educarán a sus hijos, ya que son más abiertos a identificar sus emociones, al diálogo y al reconocimiento de sus iguales.
Guillermo, un padre en deconstrucción
Guillermo Sánchez Rodríguez, es un padre joven que durante mucho tiempo trabajó en el sector automotriz, creció profesionalmente y gozaba de un buen sueldo, sin embargo, la mayor parte del tiempo se la pasaba fuera de casa y se involucraba muy poco en la educación de sus hijos: Ana Teresa, de año y medio, y Josefer, de dos meses de edad.
Al darse cuenta de ello, optó por renunciar, montar su propio emprendimiento y enfocarse en lo más importante: ser partícipe activo en la educación de sus hijos en compañía de su esposa, Alejandra Mendoza, aun y cuando sus jefes y compañeros le cuestionaban sus decisiones al creer que tomaba el camino equivocado.
“Desde que dejé la empresa hasta ahora yo diría que la relación con mis hijos se ha triplicado. Cuando trabajaba pasaba apenas una hora con ella, incluso prefería que la cargaran sus abuelos o alguna otra persona, pero mi hija que antes solo dormía con su mamá, y mi bebé ahora, también lo hacen conmigo gracias a esta conexión especial, esa seguridad que les empecé a brindar”.
Aunque Guillermo reconoció que las actividades laborales le permitieron crecer como profesionista, ahora se dice enfocado en hacer todo lo necesario para que a sus hijos no les falte nada y seguir siendo padre, algo de lo que está orgulloso y que no cambiaría por nada.
“A mis hijos les pediría una disculpa por todas las cosas que no hice bien y me encantaría que sigan luchando, que sigan disfrutando su vida y que siempre, del año cero a cuando yo deje de existir, van a poder contar conmigo y siempre buscaré ser ese padre activo que ellos necesitan”.
Por tal motivo, invitó a sus iguales a cambiar la rutina e involucrarse en la vida de los niños, ya que no solo se sentirán más completos como personas, sino también permitirán que ellos adquieran más habilidades, conocimientos y emociones que les permitirán un crecimiento más íntegro.
Papás en números
De acuerdo al Censo de Población y Vivienda 2020 del Inegi, el 50.6 por ciento de los padres y jefes de familia en Puebla son jóvenes que oscilan entre los 18 a 29 años; el 38.5 por ciento tienen de 30 a 64 años; el 1.6 por ciento son menores de edad entre los 12 a 17 años y apenas el 0.6 por ciento corresponde a adultos mayores de 65 años.
En ese sentido, el Coespo arrojó en 2020 que 373 mil 134 de los jefes y padres de familia en el estado tienen como escolaridad máxima la secundaria, lo que corresponde al 31.9 por ciento; mientras que 286 mil 576 estudió hasta el bachillerato o la preparatoria, el 24.5 por ciento.
Con primaria completa o inconclusa se quedaron 223 mil 412 padres, el 19.1 por ciento; 162 mil 588 cumplimentaron sus estudios profesionales, el 13.9 por ciento; 17 mil 546, el 1.5 por ciento, carecen de estudios; y el 9 por ciento restante no especificó su grado de escolaridad.
Sobre las actividades a las que se dedican, el Consejo Estatal de Población en Puebla especificó que el 89.7 de los padres y jefes de familia estudian o trabajan, alrededor del millón 49 mil 221; por el contrario, 16 mil 375 no estudian, se encuentran desempleados y no colaboran en tareas domésticas, el 1.4 por ciento.
Al menos 49 mil 127 hombres con hijos en la entidad se dedican a desempeñar las labores del hogar, el 4.2 por ciento; 17 mil 545 están jubilados o pensionados, el 1.5 por ciento; 2 mil 339 tienen alguna discapacidad, el 0.2 por ciento. Además, el 3 por ciento restante no especificó su principal actividad ocupacional.
Eloxochitlán, en la Sierra Negra, se posicionó como el municipio poblano con más jefes de familia, con el 74 por ciento; detrás quedaron Coronango, con 71.4 por ciento; San Andrés Cholula, con 66.9 por ciento; Izúcar de Matamoros, con 67.4 por ciento; Puebla capital, con 64 por ciento; y Huauchinango, con 62.1 por ciento.
Cabe destacar que el Censo 2020 del Inegi arrojó que un millón 474 mil 635 menores de 0 a 17 años en Puebla viven en hogares nucleares con el modelo convencional de padre y madre bajo el mismo techo, muy por encima de los 43 mil 371 que se encuentran bajo tutela exclusiva de su padre.
Lo anterior representa apenas el 2 por ciento de los hogares en el estado, dato que también se queda rezagado frente a los 433 mil 716 niños que viven solo con su madre, el 20 por ciento.
CHM