En el municipio de Zacatlán, Rocío Cano, es la representante de panadería “El Chino”, un negocio local que ha perdurado por cuatro generaciones, manteniendo vivas las recetas originales del pan de queso y las hojaldras para la temporada de Día de Muertos; sin embargo, la innovación se ha vuelto tradición con la creación del pan de chile relleno, conchas rellenas, manzana de hojaldre y muchos productos más que son un estandarte de los hornos tradicionales en Puebla.
Ubicada en el corazón del Zacatlán de las Manzanas, a tan solo unos pasos del reloj monumental, esta pequeña panadería familiar lleva décadas siendo reconocida por el aroma que surge de sus hornos, una invitación para que locales y extranjeros reconozcan el sitio donde la tradición se prepara a fuego lento.
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Al ingresar al establecimiento, resaltan los colores rosados y tostados del pan de la familia Cano. Durante la visita de MULTIMEDIOS Puebla, se observó que en la parte trasera de la caja de cobro había un espacio especial para una ofrenda tradicional de Día de Muertos, que refleja el valor de la familia para los miembros de la panadería “El Chino”.
A decir de Rocío Cano, actual dueña de este negocio local, fue de uno de sus padres de quien aprendió el oficio de panadera desde los ocho años de edad, cuando a modo de juego ayudaba con la elaboración de panes tradicionales.
Es importante destacar que los abuelos de Rocío fueron quienes iniciaron con el negocio familiar, tradición que ahora incluso sus nietos han comenzado a practicar como muestra de amor y orgullo por sus raíces.
Con una quinta generación de panaderos tradicionales, la familia Cano se prepara para continuar el rescate de las recetas originales del pan de muerto, la hojaldra, el pan rosa relleno de queso, los cuernos de higo o manzana e incluso es probable que formen nuevas experiencias culinarias como con su original manzana hojaldrada (manzana horneada, cubierta de hojaldre), el pan de queso relleno y conchas rellenas.
La panadería de “El Chino”, nombre que obtiene por el padre de Rocío, a quien le apodaban así, tiene tal relevancia que durante la temporada de Día de Muertos deben tener dos turnos de doce horas para poder abastecer la demanda de más de mil 500 piezas de pan al día.
Esto no es una coincidencia, pues además de las ventas que genera el turismo local, también son los vecinos quienes consumen en gran medida los panes de temporada, que colocan en las ofrendas de los hogares zacatecos, acompañados de mole con guajolote, tamales, atole, dices típicos y más.
Tradiciones y zacatecos
Para la población de Zacatlán, las tradiciones son esenciales y esto se puede ver en sus panteones, calles, sabores, aromas e incluso en los adornos de su zona central y en el reloj monumental.
Estas prácticas las inculcan a las nuevas generaciones desde pequeñas, un ejemplo claro es el de la familia Cano y su panadería. Asimismo, dentro del Palacio Municipal se encuentra un reflejo de esta lucha por conservar aquello que le da vida, incluso a la muerte.
El proyecto “Tzompantli” es un ejercicio de arte comunitario encausado por el artista Pepe Arenas y su equipo de trabajo, quienes generaron más de mil 500 máscaras intervenidas por estudiantes de primaria y secundaria de cerca de 12 escuelas de Zacatlán. Algo que, a decir de la comunidad, “es un acercamiento entre el arte, la tradición y los nuevos talentos del municipio”.
AAC