La familia de Mariano Gutiérrez, ha vendido artesanías los últimos tres años, desde que éste perdió la vista a causa de la diabetes juvenil. "Mi padre se enteró que tenía diabetes a los 18 años, entonces dejó la universidad y empezó a trabajar. Como su trabajo era físico, la enfermedad se detonó en la vista y sufrió una retinopatía diabética" cuenta a Milenio, Gabriela Gutiérrez, quien junto a Josefina, su madre, atiende el puesto mientras él ha salido a tomar un descanso.
Entrevistada en las instalaciones del Centro Integrador de Servicios (CIS) de San Xavier, Gabriela cuenta que después de perder la vista, el jefe de esta familia, estuvo un mes en casa atravesando un periodo de duelo, pero fue gracias a su amigo Sergio que aprendió a manejar el bastón afuera del templo del Señor de las Maravillas, a donde iba a pedir limosna.
Sin embargo, "él siempre se consideró un hombre de trabajo, por lo que mejor se atravesó al DIF Estatal, que está enfrente, y aprendió los procesos artesanales para elaborar bolsas en cintilla plástica".
Una vez vencida la tristeza, la familia se acercó a la dirección de Artesanías de Puebla y recibieron la invitación para participar en una feria artesanal, donde encontraron la forma de sostenerse a través de la venta de sus bolsas. A la fecha ya han asistido a más de 30 eventos de este tipo y el fin de semana estarán en la Feria del Libro, en el zócalo capitalino.
El Señor de las Maravillas
Realmente fue él quien lo levantó, confiesa Gabriela, al referirse al Señor de las Maravillas patrón del templo donde su padre empezó a pedir limosna tras su ceguera. "Mi padre le prometió que si lo levantaba, le iba a enseñar a todos los que estuvieran en su situación, desde entonces se acerca a los débiles visuales y ciegos que están en la calle pidiendo limosna y los invita a que dignifiquen su vida al adquirir un oficio, actualmente son 9 familias las que se están beneficiando de este trabajo.
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