Peleas entre jóvenes de NL son un paso hacia atrás para toda la sociedad, coinciden especialistas

Guillermo Rocha González señaló estos actos como un reflejo de la violencia que se vive a todos niveles.

Las peleas en las escuelas cada vez son más frecuentes. Foto: Raúl Palacios
César Cubero
Monterrey /

La proliferación de peleas entre menores de edad en las escuelas y la falta de personas que puedan mediar entre los jóvenes es una nueva problemática que la sociedad enfrenta, señalaron expertos en salud mental.

El tema llegó al programa Cambios y tuvo como especialistas invitados a Manuel Gardea, coordinador del Departamento de Psiquiatría del Hospital Universitario; Elsa Delgado, psicoterapeuta, así como a Guillermo Rocha González, coordinador del Departamento de Atención a Urgencias de la Unidad de Servicios Psicológicos de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

“Una de las cosas más llamativas es que también hay muchos espectadores alrededor de la pelea, y que cada vez es menos frecuente ver que otros intervengan para defender a sus compañeros.
“Se da una especie de doble fenómeno: los que agreden y los que no intervienen. ¿entonces, qué ha pasado? Tal vez que como sociedad hemos dado un paso atrás a la hora de señalar injusticias y delegar la responsabilidad a la víctima”, comentó Gardea.

De acuerdo con Elsa Delgado, el hecho de que cada vez se vea más a niñas y jovencitas ser las protagonistas de los combate es producto del cambio cultural que se está generando.

“Y va con todo: con la igualdad de género y demás, la educación que se ha hecho con la importancia que tiene la mujer, no somos diferentes a los hombres y se van moviendo cosas culturalmente.
“Se requiere mucha información al respecto y sobre todo concientizar y que no se haga un mal uso de esto”, expresó.

Por su parte, Guillermo Rocha González vio esos actos como un reflejo de la violencia que se vive a todos niveles.

“Es un reflejo de la violencia y la tensión en general. Cuando pensamos en la dinámica de violencia siempre hay una víctima, un agresor y un espectador o varios espectadores, y ese espectador lo permite o lo transmite.
“Habrá que dar alternativas, soluciones para que se expresen. Creo que están gritando para ser escuchados”, precisó.

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