“Somos una comunidad tan pequeña que de pronto hay quienes piensan que no existimos”, así inicia el primer episodio de Periodismo de lo Posible, el cual se narra la historia de las 129 familias de la comunidad indígena de Tecoltemic, en Puebla, quienes han luchado para que una minera canadiense dejara de destruir su territorio.
México ofrece un entorno fiscal favorable para la explotación de recursos naturales, en el que las empresas sólo tienen la obligación de pagar la módica cantidad de 0.31 dólares por hectárea concesionada, según un estudio realizado por el Centro de Diálogo con los Pueblos Indígenas. Esto puede lograr que, en efecto, muchos se olviden de la existencia y resistencia de los pueblos indígenas que resultan afectados por este tipo de permisos.
En 2022, cuatro organizaciones de periodismo y radialismo comunitario: Quinto Elemento Lab, Redes AC, Ojo de Agua Comunicación y La Sandía Digital, unieron esfuerzos en 2022 para la creación de un proyecto radiofónico que narrara historias contra el despojo de las tierras de estos grupos. El resultado fue el podcast Periodismo de lo Posible, compuesto por 12 episodios en los que convergen una pluralidad de narrativas de pueblos originarios, contadas desde la perspectiva de sus protagonistas.
Sin embargo, así como el caso de Tecoltemic no se encuentra aislado y tampoco es el único: ¿qué es lo que hace diferentes al resto de historias de abuso e impunidad en México? La victoria. Entre el océano de historias de desesperanza e impotencia, son aquellas narrativas de lo posible, tal como lo indica su nombre, las que proveen la esperanza suficiente para creer que la realidad puede ser cambiada.
En entrevista para MILENIO, Aranzazú Ayala, coordinadora logística del proyecto, explicó que la iniciativa surgió del deseo de contar historias de manera distinta, de demostrar que mediante la denuncia es posible cambiar las cosas. Más allá de enfocarse en la tragedia, hacerlo en los logros, en aquello que salió bien para cambiar la narrativa; pero también para inspirar acciones entre las distintas luchas.
“Son historias de los territorios, desde dentro se está contando esto y también, insisto, en cambiar la narrativa, a que salga más allá de las comunidades, que se difunda ampliamente la importancia de la defensa del territorio y lo que se ha logrado a través de todo este gran trabajo colectivo”, comentó.
El proyecto
Ayala explicó que para llevar a cabo el desarrollo del podcast se lanzó una convocatoria donde inicialmente llegaron 56 proyectos, todos aplicaron con la condición de que sus historias debían de tener un desenlace exitoso.
De estos, fueron seleccionados 20 por su potencial de ser contados desde la esperanza y sus representados fueron congregados en un campamento presencial en Oaxaca, donde se eligieron 12 historias: “no porque sean menos importantes, sino porque son las historias que tenían más potencial y facilidad para hacer contadas desde este otra manera”, aclaró.
Cada equipo tuvo un seminario virtual de formación de 10 sesiones, además de acompañamiento, en el que fueron instruidos en la construcción de reportajes, guiones, producción y hasta en la grabación.
De esta manera el proyecto tomó forma: serían los mismos integrantes de las comunidades quienes dieran voz a sus historias, ellos, que habían vivido en carne propia las injusticias, se convertirían en los responsables de dar a conocer sus problemáticas, pero también su éxito.
Posteriormente, se llevó a cabo un segundo campamento en 2023 en la Ciudad de México, en el que se trabajaron los guiones y la edición de audio. Para la siguiente etapa, en agosto de 2023, las historias comenzaron a ser difundidas en radios universitarias, indígenas, estatales y comunitarias.
Con canciones compuestas por ellos, sonidos de ambiente directos de las localidades y entrevistas, las historias cobran vida en cada capítulo. “La idea de ese proyecto es que no fuera el formato de entrevista-narración, (…) todos los episodios tienen personajes, entonces es como si realmente pudieras entrar al territorio”, remarcó.
Esperanza, pese al dolor
En 2022, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) dio a conocer en su informe de actividades que atendieron 273 actas de quejas de personas pertenecientes a pueblos, comunidades indígenas y afrodescendientes. Ante este panorama, la coordinadora no descartó la importancia de aquellos casos que no han sido resueltos y que muchas veces terminan afectando negativamente a las comunidades; pero también destacó el tinte esperanzador que guía gran parte de las decisiones en el proyecto.
“La defensa del territorio seguía siendo muy dolorosa, muy trágica y no es que estas historias no lo sean, por ejemplo en el episodio que habla de la defensa la lucha por defender el río Coyolapa, en la Sierra Negra de Puebla, y ahí tienen un compañero desaparecido. Entonces es una historia muy dura; sin embargo, habla del logro a través de la organización comunitaria.
“Estamos tan acostumbrados a contar historias de terror, casi casi, en esta situación súper desoladora, (pareciera) que es como no si hay buenas historia. Sí hay esperanza todavía, a pesar de qué vemos las noticias y decimos ‘esto está de mal en peor’, pero (lo que buscamos es) demostrar que si se puede y que entre las propias comunidades de defensa se pueden espejear”, relató.
Explicó la forma en que una comunidad en Quintana Roo pudo conocer sobre la situación por la que pasaba un pueblo yoreme en Sonora, la cual se asemejaba mucho a su propio caso; “vivimos a miles de kilómetros, pero nos resuena, y si ellos lo lograron nosotros también como que podemos”.
“¿Por qué es importante defender la tierra?, ¿por qué es importante saber que los compañeros en Quintana Roo están defendiendo el territorio? (…) Es entender que todo está de alguna manera conectado y que el medioambiente también lo está y que esto pasa en un lugar en este territorio llamado México y nos resuena a todos y todas”, agregó.
El reto de cambiar la narrativa
Aunque la coordinadora adelantó que se tiene prevista una segunda convocatoria para el proyecto, reconoció que cambiar la narrativa y la forma en que el público está acostumbrado a conocer este tipo de historias ha sido complicado. El aprendizaje ha sido para los pueblos, que construyen sus propias historias, pero también para los organizadores, no obstante, han tenido buena recepción en la iniciativa.
“Hemos ido a varias presentaciones de los episodios y (…) la gente llora y agradece mucho, ha sido una recepción muy amorosa dentro de las comunidades. Es un proyecto muy amoroso”,
Para Ayala, quien también es periodista, este proyecto está más cerca, ya que ha acompañado algunas de las luchas que se mencionan en los episodios, por lo que ver la forma en que se resuelven a favor de las comunidades adhiere un significado personal a los logros del podcast.
“Las comunidades se inspiran entre ellas nosotros, no llevamos ningún tipo de tema judicial, todo es comunitario, colectivo, pero puede dar pauta algo que no conocían de otras y que les puedo ayudar o inspirar”, agregó.
Por ello, hizo un llamado a escuchar y difundir el proyecto, con el fin de llegar al mayor número de audiencias y comunidades, dando a conocer historias desde lo colectivo para todos y todos.
LP