Hasta en psicólogos pesan estigmas de género que ignoran padecimientos en mujeres

Estudios que abordan las neurodivergencias han sido mayormente enfocados al sexo masculino, ocasionando que algunas características pasen por alto en el sexo femenino.

Los estigmas sociales impiden el acceso de las mujeres con neuridivergencia a diagnósticos oportunos. | Especial
Angela Molina
Ciudad de México /

En México, un estudio realizado por Autism Speaks y la Clínica Mexicana de Autismo (CLIMA) reveló que uno de cada 115 niños tiene autismo, siendo más común en niños que en niñas, pues por cada cinco casos de autismo, cuatro corresponden a hombres y uno a mujeres.

La realidad podría ser distinta, pues estos datos no quieren decir que los hombres tienen una mayor tendencia a tener este trastorno, sino que, en las mujeres, muchas veces pasa desapercibido, así como otros trastornos que forman parte de la neurodivergencia.

Roberto Cortés Torres, psicólogo de la asociación civil Psicología para el Desarrollo, explicó que el término "neurodivergencia" hace referencia al funcionamiento de nuestro cerebro.

La variabilidad de las conexiones entre neuronas da lugar a diferentes habilidades, comportamientos y maneras de procesar la información.

Las personas neurodivergentes tienen un funcionamiento neurológico diferente al que se considera normal, son el caso de autistas, disléxicos, personas con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), síndrome de Tourette, entre otros.

Sin embargo, los estudios alrededor de estas diferencias neuronales han sido mayormente enfocados al sexo masculino, ocasionando que algunas características pasen por alto en el sexo femenino y, entonces, reciben un mal diagnóstico.

“Por ejemplo, con el TDAH en niños, hay más prevalencia de la hiperactividad y en niñas puede aparecer, pero sin hiperactividad. Entonces, si la gente o los demás entienden el TDAH con hiperactividad, ahí es donde niños o niñas, que no tienen esa hiperactividad pasan desapercibidos y se puede pensar que no se esfuerzan o que no le echan ganas”, explicó Roberto.

Vic Gualito es una persona trans no-binaria y autista que, a pesar de contar con el apoyo de su familia, tardó en encontrar un diagnóstico que le ayudaría a comprenderse mejor a sí mismo.

“Mi mamá siempre me tuvo mucha paciencia para que yo pudiera hablar, para que yo pudiera ir al baño, pero eran cosas que no tenían un nombre, se creía que era una niña rara, que camina extraño, que repite sonidos de forma siniestra o asustadora".
"En la iglesia lo que podrían decir es que tenía demonios, pero son explicaciones que lejos de ayudarnos nos estigmatizan aún más y cuando eres una persona designada mujer al nacer, porque además de las expectativas de cualquier persona, se suman las expectativas de roles de género.
"Entonces eres una niña que nunca va a encontrar marido porque no se sabe comportar, no se sabe estar quieta, y un sinfín de cuestiones que yo no entendía.”

Las expectativas sociales y culturales, junto con prejuicios basados en el género, han dejado a innumerables personas neurodivergentes sin el apoyo y la validación que necesitan.

Las mujeres a menudo se ven presionadas para ajustarse a las normas sociales, lo que puede llevarlas a camuflar o enmascarar rasgos neurodivergentes, dificultando aún más el reconocimiento de sus necesidades.

Orianne Stern tiene 26 años y tiene dislexia, altas capacidades, TDAH y autismo. Ella fue diagnosticada a los 23 años y confiesa que no fue fácil conseguirlo por el estigma que hay alrededor del tema, pero también porque tuvo que cambiar algunas características de sus trastornos para “encajar” en la sociedad.

“Yo cuando era chica no podía tener contacto visual y me regañaban porque me decían que tenía que ver a los ojos, entonces tuve que fingir que estaba viendo a los ojos".
"Pero entonces ya más grande, buscando mi diagnóstico, me dijeron 'pero es que tú ves a los ojos' y yo les decía 'no te estoy viendo a los ojos, estoy viendo atrás de ti para que pienses que te estoy viendo a los ojos para que no me regañes y no me grites'".

Ambos testimonios coinciden en que conseguir un diagnóstico se debe al costo de las terapias y el bajo número de especialistas sobre todo en México, pero también tiene un peso social.

“Hay una parte de ti que lamenta que tomó tanto tiempo llegar a esto. Pasas por muchos sentimientos, me tomó meses aceptarlo y sobrellevar el enojo, pero el enojo no es hacia el diagnóstico per se, porque es quién eres, sino hacia cómo la sociedad y el estigma te lleva a no tener la experiencia óptima en todas las demás cosas y cómo todo lo que sufriste nunca fue necesario”, afirmó Orianne.

ROA

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