Como desde hace al menos un centenar de años, fieles católicos de la localidad participaron de la procesión de Viernes Santo, encabezada por más de una docena de Engrillados, hombres que en penitencia o agradecimiento por los favores recibidos, salen descalzos a la calle arrastrando pesadas cadenas que van de los 40 a los 80 kilos.
Según cuenta Leonardo Morales Arellano, vecino de la localidad, -que esta vez acompaña a uno de sus familiares, pero que ha participado como penitente 3 años-, su padre le ha contado que su abuelo ya era partícipe de esta tradición inmemorial, y al igual que varios entrevistados, desconoce cuando empezó, pero aseguran que tiene al rededor de 100 años.
Las calles de Huaquechula permanecen en un silencio que sólo es interrumpido por el arrastrar de las cadenas. Al fondo se ven las huellas del sismo del 19 de septiembre del 2017, grandes grietas, paredes derruidas y casas deshabitadas.
Sin embargo, resulta aún más desolador ver el convento franciscano del siglo XVI, que aún se encuentra apuntalado en las paredes que lo bordean, así como la torre mayor. Pobladores indican que el equipo de restauradores a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha prometido entregar el templo para fin de año, pero advirtieron que la parte del convento podría demorar hasta tres años.
Cuestionados sobre las afectaciones que este panorama ha traído para el turismo y el comercio, los habitantes de Huaquechula dicen que el turismo no ha bajado y que su fe permanece férrea. "Los turistas siguen viniendo por admiracion y cariño al convento, incluso hay quien viene por morbo, pero la gente sigue llegando", platica Morales, quien suspende la charla para dar agua de beber a su familiar, que ya ha arrastrado sus cadenas durante varias calles.
La procesión continúa mientras seis imágenes religiosas son custodiadas por niños vestidos de apóstoles y niñas de vírgenes.
MITM