Uno de los elementos más representativos de las fiestas decembrinas, y en especial de las posadas, son las piñatas. Paola Osorio, encontró en este símbolo de la cultura mexicana una fuente de empleo en medio de la pandemia y ahora crea los diseños más innovadores que han llegado a otros estados e incluso a otros países.
Con ayuda de pegamento, tijeras, cartón, papel crepé, listones de colores y otros objetos, Paola le da vida a figuras como Santa Claus, renos, nochebuenas, números, princesas, personajes de caricaturas y letras, con el fin de hacer especial cada celebración.
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Es de uno a tres días los que tarda en hacer cada ejemplar, y mensualmente, con ayuda de su pareja y de dos chicas más, realizan alrededor de 40 piezas.
Este es un negocio en línea, es decir, no existe una tienda física en la cual ofrecer las piñatas, por lo que los pedidos se llevan a cabo a través de redes sociales, en la página “Piñatas Pau”. El diseño es personalizado y los precios dependen del tamaño, sin embargo, varían entre los 200 y los 600 pesos.
“No tengo catálogo, el cliente viene y me pide la temática, si tiene un diseño trabajamos sobre eso y si no yo le busco un diseño y si le agrada, eso se entrega”, dijo Paola.
De igual forma, oferta aguinaldos, que consisten en pequeñas piñatas de 25 centímetros, las cuales tienen un precio que va de los 60 a los 80 pesos, según el diseño. Cabe resaltar, que por la época navideña, prepara figuras de renos, Santa Claus, muñecos de nieve y la tradicional piñata de 7 picos, la cual es fabricada con cartón y papel crepé.
Además de los diseños variados con los que cuenta, existen especialmente dos que, a su decir, “son la novedad del momento”.
En estas innovaciones, en lugar de utilizar el palo para romper la piñata se usan listones; puede venir solamente con uno que hace que la piñata gire aventando su contenido, o con varios para que los involucrados jalen uno por uno hasta dar con el que libera los productos almacenados en las obras de Paola.
“En algunos casos a los niños les da miedo el palo o no se recomienda porque le pueden pegar a alguien, además, en algunos salones no permiten que se use”, explicó.
Paola es originaria de Veracruz, y cuando empezó a hacer piñatas, solo era un pasatiempo y algo que elaboraba en las fiestas familiares con ayuda de sus dos hermanas, sin embargo, gracias a su buen trabajo empezó a venderlas a algunos conocidos.
Tras terminar sus estudios en Arquitectura se mudó a Puebla, desafortunadamente, con la llegada de la pandemia, y debido a las restricciones, en su trabajo despidieron a varios empleados, incluida ella. Por lo que impulsada por su novio, Omar Eduardo Cruz, decidió retomar la elaboración de piñatas.
Explicó que no fue nada fácil, ya que en ese momento no se permitían fiestas grandes y los salones sociales se encontraban cerrados, pero apostó por promocionar su producto en redes sociales y no quitar el dedo del renglón; gracias a eso, su emprendimiento ha crecido y ha llevado a sus creaciones a otros estados como Campeche, Monterrey, Oaxaca, Tamaulipas y Ciudad de México.
Estas piñatas también han pisado territorio internacional, ya que vende su producto en países como Alemania y Argentina. Para esta joven las piñatas no solo son parte importante de las tradiciones, también, una fuente de ingresos, por lo que trabaja para seguir impulsando su empresa.
CHM