Denuncian despojo de tierras en la ruta del Tren Maya: "hace 40 años que vivimos aquí"

Al principio no se les hizo extraño porque la construcción de una de las obras emblema del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y el ir y venir de los trabajadores y sus vehículos a través de sus tierras era de todos los días.

(Especial)
José Antonio Belmont
Ciudad de México /

La ilusión que suponía la construcción del Tren Maya -por los beneficios sociales que traería- se convirtió en una pesadilla para decenas de ejidatarios en Quintana Roo, quienes denuncian que fueron despojados de sus tierras por una empresa que incluso ya vende un desarrollo inmobiliario en la zona.

Sin saberlo, el infierno para cientos de indígenas mayas comenzó hace meses, cuando unas personas, uniformadas con chalecos y cascos, tal cual portan los trabajadores del Tren Maya, empezaron a hacer mediciones en sus tierras ubicadas en el municipio de Solidaridad, en medio de la selva misma.

Al principio no se les hizo extraño porque la construcción de una de las obras emblema del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y su autodenominada Cuarta Transformación ya llevaba varios meses, y el ir y venir de los trabajadores y sus vehículos a través de sus tierras era de todos los días.

Fotografía.│ José Antonio Belmont

En ese momento tampoco sospecharon porque estas personas, quienes tiempo después sabrían que son parte del grupo que los despojaron, les dijeron que venían "de parte" del Tren Maya, y es que sus ejidos se ubican si acaso a un par de kilómetros de las obras donde ya se ve avanzada la edificación de un gran puente.

La peor lo ha padecido el señor Roberto Chan Puc, quien desde hace 18 años vive junto con su esposa en este predio que los ejidatarios decidieron llamar El Pocito, ubicado cerca del exclusivo fraccionamiento Puerto Aventuras y de la zona de playas Xpuhá, dos puntos turísticos de alta plusvalía.

“Los invasores llegaron de noche”, relata con un español pausado el indígena maya, quien recuerda a detalle lo que ocurrió hace unos meses como si fuera ayer.
“Eran como ocho, traían machetes, querían pelear, pero yo no soy de pleito. Al final me sacaron de mi casa”, narra Chan Puc, quien vive de la siembra de guanábana, camote, yuca, y chile en este ejido de aproximadamente 42 hectáreas de extensión total.Antes de ese fatídico 18 de enero, el señor Roberto y su esposa ya preveían eso y por el miedo a que pasara lo que al final ocurrió su esposa prefirió irse de su casa hecha de tabique y techo de palma.
“Uno se siente mal porque antes vivía feliz mi vida y hago esto por mis hijos, no por mí, yo ya estoy viejo”, exclama con pesar el indígena maya, mientras señala su casa que ahora está resguardada por unas cinco personas vestidas con colores militares, armados visiblemente con machetes y que se comunican con radios.

Este personal de seguridad contratado por las personas que planearon este despojo incluso ya colocó una malla de alambre y una puerta improvisada de madera, pues en su impotencia, el Chan Puc junto con otros ejidatarios, entraron en una ocasión a su casa.

“Cortaron cartucho y me dijeron que no vuelva a pisar aquí porque si no va a pasar algo”, acusa el señor Roberto quien también asegura que hasta en tres ocasiones la Fiscalía de Quintana Roo se negó a recibir su denuncia penal.

Al final, Chan Puc logró denunciar a la empresa Four Cardinals, a la cual señala como responsable de despojarlo a él y a decenas de indígenas más de sus tierras.

Fotografía.│ José Antonio Belmont

De acuerdo con la denuncia, para acreditar la propiedad de estos terrenos, dicha empresa creó un fideicomiso mediante escritura con fecha de 13 de julio del año pasado ante el Notario 83, Ramón Heredia Ruiz, en el que queda como depositario del predio vecino llamado El Martillo, en el que ya existe un plan maestro para el desarrollo inmobiliario Amares que ofrece un lote de entre 760 y 785 metros cuadrados en 80 mil dólares al contado.

“Hace 40 años que vivimos aquí, nadie se había metido aquí pero vieron que estaba pasando el Tren Maya y ahora todo mundo quiere un terreno por acá”, enfatiza Benito Tun Kawil, otro de los afectados.

Para evitar que "los invasores" siguieran avanzando, Félix Paat López y otros ejidatarios comenzaron a construir en este predio pequeñas viviendas que tardan un par de semanas en edificar.

Sin luz ni baño y con agua que sacan de un pozo, hacen guardias en estas pequeñas cabañas, a fin de vigilar a las personas que quieren despojarlos de su patrimonio y que no están a más de un kilómetro de distancia.

“Es mucha tensión, a veces un poquito de miedo porque no sabes, han tratado de cerrar los caminos, han puesto maderas, todo y a veces pasan como que a intimidarte mucho porque pasan entre varios”, cuenta el señor Paat López.

El indígena maya asegura que también sienten impotencia por no poder "enfrentar" a estas personas por no tener sus mismos "recursos".

“Vamos a luchar hasta el final con nuestra vida si es necesario, que me perdone Dios pero lo van a pagar arriba porque Dios es grande, poderoso".

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Fotografía. │ José Antonio Belmont

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