Guardianes del "Bosque de Agua" en Ocuilan

Colaboración de Mario Benítez

Está siendo arrasada por grupos delincuenciales que no reparan en el daño que están provocando al ecosistema de la zona.

"Es falso que la gente de la zona practique la tala ilegal porque no hay trabajo". (Mario Benítez)
Ocuilan /

El Gran Bosque de Agua está herido y amenazado por la devastación provocada por la tala clandestina que no parece tener ni freno ni fin. Esta vasta zona natural —que comprende los municipios de Ocuilan, Xalatlaco, la zona del Ajusco, en Ciudad de México, y otros municipios— está siendo arrasada por grupos delincuenciales que no reparan en el daño que están provocando al ecosistema de la zona.

Arnulfo Gómez Barrón, presidente del Comisariado de los Bienes Comunales de San Juan Atzingo, en el municipio de Ocuilan, es tajante al afirmar que hace 10 años su comunidad contaba con 12 mil hectáreas de bosque, de las cuales seis mil han sido taladas de manera ilegal para dar paso al cambio de uso de suelo, lo que ha convertido a las zonas forestales en áreas de cultivo que requieren uso de productos agroquímicos que envenenan el agua y el ambiente.

“Hemos dado parte a las autoridades, a los gobiernos estatal y federal, pero no nos han dado respuesta”, afirma Don Arnulfo, quien dirige una cuadrilla de más de 200 personas que se organizan cada año para reforestar diferentes zonas de su pueblo. “Hicimos un paro de carreteras, pero solo se hizo un pequeño operativo en el pueblo de Santa Lucía; sigue sin haber vigilancia de la autoridad. Ni el ejército ni la Guardia Nacional hacen algo”.

Para este líder agrario de la región tlahuica, es falso que la gente de la zona practique la tala ilegal porque no hay trabajo, sino que, argumenta, la razón principal de la destrucción de los bosques se da por mera ambición de dinero de unos pocos. Este bosque de niebla comprende cerca de 257 mil hectáreas, en las cuales se genera gran parte del líquido que abastece a Ciudad de México, a la zona oriente del valle de Toluca y a algunos municipios del estado de Morelos.

Dentro de este territorio se encuentran asentadas las lagunas de Zempoala y nueve cuerpos de agua, de los que hoy solo persisten tres y en condiciones críticas en lo que se refiere a su volumen de líquido.

Nación Verde

Las alternativas para enfrentar la deforestación y la tala clandestina han encontrado respuestas y esfuerzos serios en organizaciones como Nación Verde, cuyo enfoque hacia estos problemas va dirigido a que el trabajo de reforestación tenga un pago remunerado, de tal manera que las personas se sientan motivadas y encuentren un modo de sustento.

Con ello, logran abarcar superficies extensas y fortalecen corredores biológicos con especies nativas, para favorecer la biodiversidad original y respetar la integridad y la salud de los ecosistemas.

De no detenerse la tendencia, los efectos del cambio climático serán más devastadores en diferentes áreas del Estado de México y del país entero. Datos de la Protectora de Bosques del Estado de México (Probosque) apuntan que en la entidad hay cinco zonas críticas por el delito de tala clandestina, que comprenden 19 municipios mexiquenses.

El mapa que presenta la dependencia coloca a la zona del Nevado de Toluca en primer lugar y abarca los municipios de Zinacantepec, Coatepec Harinas, Almoloya de Alquisiras y Sultepec.

El denominado Bosque de Agua es la segunda zona que se ubica en los municipios de Xalatlaco, Ocuilan, Santiago Tianguistenco, Xonacatlán y Otzolotepec. La zona del Izta-Popo es la tercera y se sitúa en Amecameca, Ozumba y Ecatzingo. La subcuenca Valle de Bravo es la cuarta demarcación catalogada como crítica, en la cual se encuentran Temascaltepec y Valle de Bravo, mientras que la zona cinco contempla Temascalcingo, San Felipe del Progreso, Donato Guerra y Villa de Allende, zona denominada Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca.

Para Nación Verde es posible encontrar el equilibrio entre la demanda de productos de madera, la explotación legal de los bosques y la conservación de las zonas forestales y su diversidad biológica. El manejo forestal sustentable consiste en realizar de manera integrada acciones de ordenación, cultivo, protección de la biodiversidad y restauración de los ecosistemas.

Por ejemplo, los programas de aprovechamiento regulan el volumen de madera obtenida con programas de reforestación, que permiten la regeneración, también las plantaciones forestales comerciales. Probosque cuenta con estos programas, pero nuevamente no da abasto para todas las comunidades.

Muchas de las áreas forestales del país son parte de los territorios de los pueblos originarios. En este caso, el pueblo tlahuica es el que mantiene los esfuerzos de reforestación en la zona. De acuerdo con sus usos y costumbres, las comunidades originarias viven del bosque y tienen una profunda conexión con la naturaleza, pues hay lazos ancestrales que los unen con la tierra de árboles.

Del bosque cosechan madera que venden y que usan para la leña; obtienen agua, además de cosechar plantas medicinales que sus padres y abuelos les enseñaron a cuidar y usar de manera sustentable. Elinor López Patiño, bióloga especialista en botánica y coordinadora de Nación Verde en el Estado de México, explica el concepto de los bonos de carbono: “el aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera ha provocado el calentamiento global, lo que a su vez ha contribuido al cambio climático.

Los seres humanos emitimos dióxido de carbono de diferentes maneras, lo que produce un impacto en la atmósfera y es lo que conocemos como huella de carbono”.

Existen opciones para compensar esa “huella de carbono” y contribuir a la lucha contra el cambio climático y el calentamiento global: los bonos de carbono proveen los ingresos para financiar el desarrollo de las actividades de proyectos; son un mecanismo internacional creado por la ONU para mitigar el cambio climático y reducir las emisiones globales de CO2.

El objetivo de Don Arnulfo y de los brigadistas que lo acompañan es plantar un millón de árboles en esta temporada. De la mano de Nación Verde y de Probosque, buscan ser más eficientes en este trabajo, un esfuerzo que va contra reloj y que enfrenta a los taladores clandestinos. Sin embargo, los reforestadores piensan y creen que tienen un rayo de luz al ponerse manos a la obra con esta labor.

Como si fuera una epifanía, al predio que visitamos hoy precisamente se le conoce como Llano de la Esperanza, la misma que los mantiene de pie y trabajando.

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