El impacto que las mujeres tienen día con día en la entidad poblana es notable; no obstante, en algunas ocasiones la sociedad olvida que en más de una ocasión, existieron mujeres determinadas a demostrar que no hay nada más equivocado que catalogarlas como el sexo débil; un ejemplo de ello, son Blanca y Araceli, policías que adoptaron esta profesión con todos los retos y el orgullo que se requería para ver transformada su labor en algo indispensable para la comunidad.
Actualmente, la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSP), cuenta con un gran número de mujeres enlistadas en su corporación, mismas que trabajan cada día en velar por el bienestar de las y los poblanos. Historias como la de Blanca Ruth Hernández Valencia y Araceli Sosa Jarillo, nos muestran que su esfuerzo, hoy es legado de crecimiento y superación para este tipo de corporaciones.
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En el caso de Blanca Hernández, la convicción por prestar su vida al servicio por la sociedad a través de la seguridad pública fue una semilla que su padre depositó y vio formarse a través del ejemplo. En entrevista para MULTIMEDIOS Puebla, Blanca relata con orgullo que desde pequeña tuvo un gran ejemplo de vida en casa, pues su padre era un agente activo de la Policía Estatal, mismo a quien vio con admiración volverse “un gran comandante”.
Por lo anterior, Blanca supo a corta edad que su sueño sería el de “portar con orgullo el uniforme de la misma corporación”, por lo cual se inscribió a la academia de Policía Estatal, siendo en 1994 la única mujer en pertenecer al Escalón 120 en graduarse. Sin duda alguna, al conversar con Blanca, se vuelve notable que el ingresar a la corporación de seguridad pública, fue apenas el inicio de la verdadera hazaña para ser un ejemplo de lucha.
A solo dos meses de egresar y portar el uniforme, Blanca vivió uno de los hechos históricos de Puebla de mayor riesgo para los policías en las últimas décadas. “Mi primera experiencia fue el motín del 94 en el Cereso de San Miguel [...] fue mi primera experiencia al entrar y rescatar a los compañeros que tenían para quemarlos”, relata al recordar que al ponerse el casco y el escudo fue parte del equipo que ingresó al Penal para restablecer el orden, quizás del motín más grande registrado en la entidad.
Ella señala que después de este evento muchos compañeros y compañeras desertaron de la policía; sin embargo, Blanca no tuvo miedo, asegura que “lo rudo” valió la pena para ayudar a los demás. Esa valentía y orgullo, le dio a está agente ir más allá de sus sueños y poder compartir con su padre la pasión por cuidar de los ciudadanos en la misma corporación, antes de su retiro.
Solo unos años después, las mujeres como Blanca habrían sido inspiración para otras que no duraron en poder desempeñar un buen trabajo en la policía.
Historias de éxito
Por su parte, Araceli Sosa Jarillo relató que en 1996 se incorporó a la academia, donde su esfuerzo le hizo ser enfilada al Escalón 145, primer grupo formado solo por mujeres; 32 compañeras dispuestas a arriesgarlo todo por su comunidad.
Desde hace 28 años, Araceli asegura haber visto grandes cambios en esta corporación, ya que señala que en un inicio las mujeres no era del todo respetadas y valoradas, tanto en el lugar de trabajo como en las calles; no obstante, para ella, los retos más grandes llegaron con la experiencia. “La verdad, vivimos muchos enfrentamientos, no se te olvida cuando pierdes un compañero, un amigo, no se te olvida, esas son las experiencias más fuertes que puedes llevar aquí en el trabajo”, reconoció Araceli, al mencionar que el propio compañerismo y labor diario hace a sus colegas parte importante de su vida.
Araceli, no solo ha sido pilar para la sociedad, pues en su propia familia, ha sido ella la primera de sus miembros en ser policía. Con admiración, ella reconoce que quería volverse una enfermera militar; el uniforme, su labor, ayudar a los demás y ser un ejemplo para más mujeres, era parte de su convicción; no obstante, aquellas ideas machistas y la propia petición de su madre por no alejarse de su lado, le hizo redireccionar sus metas para hacerse policía.
Como agente, Araceli asegura que muchas compañeras desertan al volverse madres o casarse, por lo que llevar una vida tradicional a la par de ser una oficial también es un reto importante. Sin embargo, ella menciona que hoy en día, la equidad de género, el compañerismo y la propia sociedad, ayudan a que las mujeres logren desarrollarse de manera adecuada en esta carrera y muchos otros trabajos.
Tanto Blanca Ruth como Araceli, son mujeres de gran valor, ambas aseguran que el amor y orgullo por ser parte de la policía es un gran aliciente que esperan transmitir estos valores a más mujeres y hombres que busquen servir a su comunidad como parte de la policía, pues a decir de ellas, “si volviera a nacer sería feliz de ser policía otra vez”.
AAC