Desde hace más de veinte años, Silvia Blaz emigró del municipio de Ixtlahuaca a Metepec para cosechar plantas que escasamente pueden encontrase en los viveros de la urbe, especialmente en temporadas especiales como el Día de Muertos.
Aunque la semilla de la flor, asegura, es importada de países como Holanda y China, comenta que los productores han tenido que comprarlas por su rápido crecimiento y su bajo costo, de 1 peso cada una.
A pesar de la mejora en la actividad económica, aún su producción es mucho menor que antes de la pandemia, ya que pasaron de 5 mil plantas sembradas a 2 mil 500 en este año, detallando que el apoyo a viveros ha sido escaso.
Silvia señala que, la producción que empieza desde junio y termina en septiembre, es vista no solo como un sustento para su familia, sino para la preservación cultural, en tanto que considera un hecho especial ser parte de un cultivo tan importante para el Día de Muertos.
Desde su punto de vista, es primordial la preservación de la cultura y sus tradiciones, pues cada año, sin contemplar el tiempo la pandemia de covid-19, la compra de cempasúchil va siendo menos porque la población ya no celebra el Día de Muertos.
"Creo que es bonito formar parte de esto y ser productora, pero poco a poco la gente va comprando menos, más aquí en la ciudad, ya dicen que prefieren no celebrar a los muertos, sino mejor a los vivos y les deja de gustar”.
Los colores anaranjado y amarillo de las flores, señaló, atraen el espíritu de los difuntos y si su conservación se pierde, con ello también se olvida a los seres queridos que ya no siguen presentes.
Sin embargo, precisa que la producción de flor de cempasúchil en su vivero, seguirá mientras la gente la siga utilizando y dándole importancia.
MMCF