Aunque la Nochebuena (Euphorbia pulcherrima) es originaria de México, los productores nacionales deben pagar regalías a extranjeros para cultivarla, pues las más de 30 variedades que se comercializan en todo el país fueron mejoradas y patentadas en Estados Unidos.
Investigadores del Inifap y la UNAM, sostienen que este es un severo caso de biopiratería, una práctica por la que empresas extranjeras llevan a cabo la explotación comercial, sin ninguna autorización, de la biodiversidad mexicana.
Los floricultores se ven obligados a comprar cada año, pequeños tallos de Nochebuena, ya que “se va degenerando”. Además, debido a que el germoplasma de las Nochebuenas patentadas no ha sido actualizado, la planta se ha vuelto más susceptible a las enfermedades y plagas, por lo que requiere mayor gasto en fertilizantes, herbicidas y otros químicos; lo que explica por qué no duran más que un par de meses a los consumidores, pese a los cuidados.
Desde hace 20 años, Ángel Vázquez produce Nochebuenas; cada día sube a su pequeña chalupa y rema kilómetro y medio hasta su chinampa en Apatlaco, Xochimilco; al entrar a su invernadero, resplandecen brillantes flores rojas, que para él significa todo un reto producir.
“Esta planta es mexicana, yo lo que tengo entendido es que la patentaron los gringos, y ya, la mejoraron, hicieron injertos y por eso hay bastantes variedades”, dice resignado, el floricultor.
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La Nochebuena es el símbolo floral de la navidad y es nativa de México, su nombre en náhuatl es Cuetlaxochitl y significa “flor que se marchita"; actualmente existen más de 300 variedades registradas, pero fueron productores norteamericanos quienes la dieron a conocer al mundo, hace décadas, tras obtener plantas mejoradas y patentarlas, lo que se considera biopiratería, según investigadores de la máxima casa de estudios.
“Es uno de los aspectos frustrantes del cultivo de la Nochebuena en México, porque es una planta mexicana, pero la mayoría de las variedades que compramos cuando vamos al mercado fueron desarrolladas en el extranjero, las compran los productores y se cultivan aquí y nos las venden”, lamentó Mark Olson, investigador en Botánica del Instituto de Biología de la UNAM.
“Las plantas que nosotros compramos principalmente en México, tienen patentes de Estados Unidos, son modificaciones, investigaciones, trabajo de muchos investigadores durante mucho tiempo, ya casi 200 años”, agregó Laura Trejo, investigadora del Instituto de Biología, quién desde hace 20 años se dedica al estudio de las Nochebuenas silvestres.
La biopiratería de la Nochebuena comenzó cuando en 1828, el diplomático estadunidense, Joel Roberts Poinsett envió a su país un ejemplar, colectado en Taxco, Guerrero; en reconocimiento a su contribución, la comunidad científica de ese país, llamó Poinsettia pulcherrima a la Nochebuena.
“En un país tan biodiverso como México, existe el problema de que se lleva el material vivo sin autorización y que se saca el provecho económico o cultural en otro lado, y sucedió con la Nochebuena que se fue de México en los 1800; incluso recientemente en los noventas, hubo una especie nueva descubierta en Guerrero y se la llevaron, sin permisos para fines de comercialización y allá se patentaron las variedades con base en el material removido, sin autorización, y regresan esas variedades patentadas a México”, dijo Mark Olson.
Fue hasta 1920, que una familia de inmigrantes alemanes asentados en el sur de California comenzó el cultivo de la también llamada flor de pascua.
Albert Ecke y su familia detonaron el mercado de la Nochebuena, vieron que las poinsettias crecían en arbustos que florecían al final del año, por lo que comenzaron a cultivar los arbustos en invernaderos, y a luego trasplantar sus flores en macetas. Eran de corta duración y se marchitaba pronto, pero el desarrollo de la industria de la floricultura, permitió mejorar los atributos comerciales de la planta.
Las plantas madre de Nochebuena no se cultivan en Estados Unidos, sino en América Latina, por su clima tropical y menores costos, donde los productores tienen que pagar regalías.
“Es un mercado muy importante para los mexicanos, los productores compran el tallito, el esqueje, y desde agosto-marzo empiezan a desarrollar estas plantas para que en estas fechas, en unas cuantas semanas vendan toda esa producción. Hay un mercado de hasta 700 millones de pesos al año de nochebuena, que implica 20 millones de plantas, implica 3 mil 500 empleos directos, 7 mil 500 empleos indirectos. Entonces, esos cultivares que nosotros compramos en el súper, realmente diría que no son de México, pero si es el trabajo de los mexicanos”, resaltó la investigadora.
En todo el país, se producen 30 de las variedades de Nochebuenas patentadas en Estados Unidos, alrededor del 90 por ciento es roja, el 5 por ciento blanca o amarilla y el resto rosa, rayada y marmoleada.
La Secretaría de Agricultura, estima que este 2022 se produjeron poco más de 17 millones de plantas con un valor de 669 millones de pesos y una superficie sembrada de 257 hectáreas. A nivel municipal, Xochimilco es líder en la producción, con 2.7 millones de plantas, pero cada día es más difícil este cultivo.
“Llevo 20 años produciendo Nochebuena, es un cultivo muy difícil, puesto que tiene bastantes plagas, hay bastantes plagas que le atacan, larvas, arañas, mosca blanca, es un sin fin que le ataca a la planta; entonces, es muy delicado y hay que estar fumigando constantemente. Ya nos deja muy poca ganancia, porque los productos que lleva esta planta son muy caros, entonces por eso yo creo hay pocos productores de Nochebuena, ya hay menos”.
Variedades mexicanas a partir de flores silvestres
El estudio de las poblaciones silvestres de Nochebuenas es la clave para que México desarrolle sus propias variedades, de acuerdo con los investigadores universitarios, la Nochebuena crece en estado silvestre de Sinaloa hasta Chiapas.
También han identificado la flor en Guatemala, Salvador, Honduras “e inclusive, recientemente estamos viendo poblaciones que han bajado más por Centroamérica hasta Costa Rica, que pueden ser de distribución natural”.
Las empresas extranjeras están ávidas de obtener el germoplasma (la diversidad genética) de Nochebuenas silvestres, pero está más protegido a nivel internacional, gracias al Protocolo de Nagoya, que reconoce la soberanía de los países sobre sus recursos genéticos.
“Yo que estudio las Nochebuenas mexicanas, las silvestres, recibo muchas invitaciones de distintos países para poder desarrollar nuevos cultivares, ¿por qué les interesa todo este material? porque hay nochebuenas que están en alturas que resisten más el frío, que resisten más el calor y actualmente están buscando que puedan resistir las plagas”, destacó Laura Trejo.
Jaime Canul Ku, investigador del campo experimental Zacatepec del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) coincidió en que las empresas extranjeras tienen un gran interés por obtener el germoplasma de Nochebuenas silvestres, ya que “desde 1950, cuándo se dio el auge del mejoramiento,después de unos 70 años, prácticamente el germoplasma no ha sido renovado”.
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Desde hace 10 años, el equipo del doctor Canul Ku se ha centrado en desarrollar variedades mexicanas de nochebuena; se han concentrado en desarrollar brácteas (hojas), de formas deltoide, elíptica o estrellada.
“Nos dimos a la tarea de hacer acopio de germoplasma en 10 entidades del país, y se estudió mediante el uso de marcadores morfológicos y de identificar cuáles podrían ser los padres para futuras variedades; se estableció es el proceso de hibridación, proceso de selección, el uso de otras técnicas como el uso de injertos, lo que es la formación de arquetipos y todo este proceso nos dio variedades ya generadas, ya registradas antes el SNICS”, detalló.
Ya logró registrar 10 variedades, ante el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS), a las cuales bautizó como Alondra, Rubí, Juanita, Leticia, Beatriz, Vicky, Ximena, Alhely, entre otras.
“El primer registro fue en el 2017, se registró las dos primeras variedades denominadas Rubí y Alhely, de ahí se registraron más variedades, Juanita y Leticia, en este 2022 se registró a Naomi y Paula”.
El investigador dijo que actualmente el INIFAP trabaja en cómo poder acceder al mercado, “es hasta dónde hemos llegado, pero sí hemos avanzado desde 2010 y seguimos trabajando en la recombinación genética con fines de crear más variedades”, por ello, destacó que se requiere mayor inversión a la investigación y promoción para el cultivo de las variedades auténticamente mexicanas.
“Los productores tienen que hacer el uso de esas variedades, si el país o las instituciones le inyectan recurso al mejoramiento, es probable tener mayor incidencia en lo que es 3 el uso de material de origen mexicano; lo primero es que el gobierno esté interesado en darle la mayor importancia a esta especie”, apuntó.
Por su parte, la investigadora de la UNAM, Laura Trejo afirmó que la nochebuena es un recurso tan importante, en el que todo el mundo está interesado, “pero pareciera que para México no es recurso primordial, yo no he visto el apoyo a investigaciones que pueden tener tanto impacto al recurso que tenemos, silvestre no solamente de nochebuena”, lamentó.
HCM