La instauración de nuevos hábitos de consumo para evitar el contagio del covid-19 entre los integrantes de las familias afecta la economía de Marisol Hernández Rodríguez, madre de dos menores: uno de 9 y el otro de 15 años de edad. “No he hecho una lista de todo ni de gastos (futuros), pero sé que lo tendré que hacer”, señala la maestra en un preescolar particular.
Indica que a la adquisición de los cubre bocas habrá que incluir caretas, gel antibacterial, toallitas húmedas, guantes y líquidos desinfectantes. Productos que desde ahora sabe que solicitarán en las próximas listas escolares.
“Además de que pienso hacerle a cada uno un kit independientemente de lo que pidan en la escuela (…) pienso que nos van a pedir Lyson, toallitas húmedas de Clorox, mayor material de ‘sanitización’. También ahí va a incrementar el gasto en la lista de útiles”.
En ese sentido, precisa que los costos de estos insumos se incrementaron con la pandemia: “Las caretas están alrededor de 40 a 50 pesos. Los cubre bocas, que también se elevaron mucho de precio, están como en 40 pesos con 5 cubre bocas, pero de los desechables por lo que he optado por comprar los de tela, que son lavables. Toallitas húmedas, que vienen saliendo aproximadamente en 25 pesos. El gel antibacterial, que varía el precio. Los guantes que valen entre 10 y 8 pesos el par”.
Reconoce que todo esto ha trastocado su economía familiar porque muchos de estos productos son desechables.
Expresa a la par de estos gastos también contempla en mejorar la preparación, envasado y transportación de los almuerzos para evitar que sus hijos adquieran productos en la calle o escuela.
“Será usar ‘toppers’ para tener mayor cubiertos los alimentos y tomar mejores medidas en esa situación”.
Cuenta que derivado de la contingencia sanitaria, su paga depende en gran medida de las aportaciones de los padres de familia, donde se registran retrasos. “Muy pocos se han acercado a cubrir sus mensualidades”.
Cuestionada si ha considerado contratar una niñera o personal de apoyo en caso de que en el próximo ciclo escolar se trastoquen sus horarios, respondió que no porque su ingreso es bajo y carece de prestaciones: “Los encargaría con sus abuelitos. Serían ellos quienes me los cuidarían de darse esa situación”.
Por otra parte, la profesora de nivel preescolar narra que considera cambiar de escuela o de trabajo ante el temor que tiene a sufrir un contagio, esto porque debe de emplear tres unidades de transporte para arribar al colegio y mismo número para retornar a su hogar.
“A pesar de estar en casa (trabajando) voy a la escuela cada ocho días a hacer revisión de las actividades que hicieron los niños”, explicó.
Además, lamenta que en el sitio donde se localiza el centro educativo, La Resurrección, la gente omite cuidar las medidas sanitarias establecidas, entre ellas la portación de cubre bocas, lo que también acontece en el interior de las unidades de transporte.
“Empezando por los choferes no usan cubre bocas y van como si no estuviera pasando nada (…) ni la gente ni los mismos choferes se cuidan. La verdad es muy riesgoso y sí me da miedo esa situación”.
Añade que habrá que apuntar que muchas escuelas particulares desconocen qué va a ocurrir con ellas, porque se contempla que muchos alumnos se den de baja “derivado de que muchos padres de familia no van a tener solvencia para seguir pagando las cuotas. Entonces muchas escuelas van a cerrar, algunos van a pedir un año para no matricular en ese ciclo escolar”.
Acepta que le cuesta trabajo tomar una decisión, pero reconoce que sí ha considerado emplearse en otro sector de la economía “especialmente porque en la zona donde estoy la gente se lo toma a la ligera”.
Por último, dice que otro factor en contra será el poder convencer a los infantes de mantener la careta y el cubrebocas.
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