En Puebla se registra una población de un millón 450 mil niños, niñas y adolescentes en situación de pobreza, es decir, 69.9 por ciento de los habitantes menores a los 17 años enfrentan alguna carencia.
De acuerdo con el análisis “Pobreza infantil y adolescente en México 2020”, presentado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Estado de México, Chiapas, Jalisco, Puebla y Veracruz, que son las entidades donde más de un millón de niñas, niños y adolescentes se ubican en la categoría de pobreza. En contraste, Baja California Sur, Colima y Nayarit se reportan menos de 100 mil menores de 18 años en condición de pobreza.
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El estado de México cuenta con 2.79 millones de menores de edad en pobreza moderada o extrema; Chiapas registra 1.63 millones; Veracruz, 1.61 millones; Puebla, 1.45 millones; y Jalisco, un millón.
En Puebla, siete de cada 10 niñas, niños y adolescentes viven en familias que cuentan con un ingreso inferior a la Línea de Pobreza por Ingresos, en otras palabras, pese a que se destinen todos los recursos, las poblaciones infantil y adolescente no cubrieron sus necesidades básicas con los ingresos disponibles.
La población infantil en pobreza es aquella que presenta, al menos, una carencia social como: rezago educativo, falta de acceso a los servicios de salud, carencia a la seguridad social, ausencia de calidad y espacios de vivienda, carencia por acceso a los servicios básicos en la vivienda o falta de una alimentación nutritiva y de calidad.
“Históricamente, la infancia y la adolescencia han presentado mayor incidencia de pobreza que el resto de la población, por tanto, es el grupo poblacional que enfrenta las mayores brechas de desigualdad”, destaca el estudio.
En general, en el país, entre 2018 y 2020 se observó un incremento de la pobreza en la población infantil y adolescente de 2.3 puntos porcentuales, pasando de 50.3 a 52.6 por ciento; aumento que se presentó, en gran parte, por la crisis de los ingresos familiares como consecuencia de la pandemia de la covid-19.
En las localidades rurales, la pobreza extrema en población infantil y adolescente es casi cuatro veces mayor que en las localidades urbanas de 100 mil habitantes o más. Sin embargo, la vulnerabilidad por ingresos es mucho mayor en las grandes zonas urbanas que en las rurales.
“Esto puede asociarse con las características de los mercados laborales; la informalidad en el empleo, la falta de acceso a un salario digno y a programas de protección social que reconozcan las características de los hogares pobres urbanos”, añade el estudio.
Ante el panorama, el Coneval y la Unicef resaltaron la importancia de visibilizar la situación de pobreza en hogares con niñas, niños y adolescentes y contar con análisis y diagnósticos que permitan a los tomadores de decisiones orientar las acciones de política pública para asegurar el bienestar y la garantía integral de los derechos de la infancia y la adolescencia en México.
AAC